Este lunes, Eneko Fernández (39) se convirtió en el flamante ganador de MasterChef 11, tomando el testigo de la gaditana María Lo. Y lo hizo con un menú dedicado a su familia: presentó en su duelo con Álex un entrante llamado El amor inspirado en los sabores que le hicieron empezar a cocinar tras el primer viaje que hizo con su pareja a Tailandia.

"Es un plato como tú: transparente, bonito, elegante, expresivo y, por lo tanto, te define", valoró el implacable Jordi Cruz. Al entrante le siguió el plato principal, llamado La familia, que reflejaba sus valores, dejando a un lado los sabores internacionales para dar lugar a algo tan tradicional como un pichón.

Llamó Futuro a un postre para terminar de superar la repostería como su faceta pendiente y logrando, a su vez, "divertir el paladar" del chef argentino Mauro Colagreco. En entrevista con El Independiente, el exjugador del Oviedo explica que, lejos de que los nervios y la presión le pasaran factura, la final de MasterChef 11 fue la gala que más disfrutó.

¿El motivo? Por primera vez, sabía lo que iba a cocinar. Y desde meses antes de la grabación. "El proceso de diseñar el menú fue muy largo para mí, empecé cuando llevaba dos semanas en el programa. Quería que contara algo de mí y darle un discurso al margen de los sabores que buscaba. Hice un millón de pruebas y quedé satisfecho. Por primera vez en mi vida, me sentí orgulloso en el ámbito profesional", recuerda.

Cuando se grabó la final, tenía dos hijas y una en camino, pero justo mientras hace la entrevista es incapaz de mantener los nervios a raya, pues su mujer Cris ha salido de cuentas. Precisamente sus hijas, su mujer y sus padres fueron los guardianes de la buena nueva durante los meses transcurridos entre el final de la grabación del programa y su emisión.

Lejos de ser un secreto difícil de proteger para las pequeñas, presume de que fueron ellas mismas las que optaron por contar en el colegio que no estuvieron presentes cuando se supo el nombre del ganador, mitigando las preguntas. Eneko disfrutará de un premio de 100.000 euros, verá cómo su nombre queda grabado en la copa de vencedores de MasterChef, se llevará el trofeo del programa y muy pronto llegará a las librerías su libro oficial de recetas.

La vida después de 'MasterChef'

Además, el próximo curso se formará con un máster en Cocina, Técnica y
Producto impartido por el Basque Culinary Center. Aunque aún no desvela qué hará con el premio, sí adelanta que pasará una temporada con Jordi Cruz —del que destaca lo mucho que le cuesta hacer críticas positivas— en ABaC, así como que sus preferencias culinarias incluyen "cocinas de otros sitios del mundo", la "tradicional española" y fusionar ambas tendencias mediante productos más cítricos y picantes del sudeste asiático.

Pese a las polémicas que han rodeado la edición y que llevan a Luca como protagonista, Eneko se desentiende y deja claro que ha pasado una excelente experiencia en la que se ha sentido "muy querido". De cara a futuros concursantes, tiene claro que el quid de la cuestión es "controlar las emociones" y aprender a surfear la ola.

La de la gastronomía es una carrera que le llega después de dejar el fútbol por una lesión, pero no por ser el segundo plato es menos importante. De hecho, no duda al afirmar que le provoca más ilusión de la que le generó en su momento el deporte.

"El fútbol era mi sueño de niño y algo que luego convertí en mi profesión. La gastronomía es mi sueño de adulto, algo que he ido alimentando, lo siento como algo mucho más profundo y me da más satisfacción"

"Para mí la gastronomía es más ilusionante, el fútbol era el sueño que tenía de niño, a lo que jugaba de pequeño y que luego convertí en mi profesión... y esto es como el sueño de adulto, algo que me ha interesado y que he ido alimentando yo mismo, lo siento como algo mucho más profundo, me da más satisfacción", confiesa.

Además, apunta que ha descubierto muchas cosas de sí mismo que no estaban ahí cuando se dedicaba al deporte: "Me ha sorprendido algo que me ha hecho ganar. En mi carrera deportiva no supe gestionar la presión, no di un paso adelante y no brillé lo que tenía que brillar, pero ahora me siento capaz, me he quitado una espinita que tenía clavada". Sobre los antiguos concursantes, como Xuso Jones o Patricia Conde, que comentan que lo que se ve en pantalla es muy distinto a la realidad de MasterChef, Eneko marca distancias y deja claro que lo que vivió fue lo mismo que ha visto en televisión.

"Tenía un recuerdo magnífico y cuando lo he visto hasta me ha gustado más, la edición te hace emocionarte más. Me reconozco y eso me tranquiliza, porque cuando estás así de expuesto hay miedo al saber cómo se te ve, quería que mis hijas me vieran tal y como soy", insiste.

Pese a haber disfrutado la emisión, confiesa que siente cierta tristeza de haberle puesto punto y final a esta etapa. "Me veré los programas repetidos un millón de veces, pero ya no es lo mismo, porque esa emoción de que la gente no supiera cómo acababa era también lo que me daba mucha vida, era muy divertido. Durante casi un par de meses he estado viviendo con este secreto, aunque me he quitado un peso de encima al poder compartirlo".

Al respecto de la parte más desconocida de MasterChef, que es la convivencia, asegura que le recordó mucho a cuando, como futbolista, le cambiaban de equipo. "Estamos muy aislados. No tienes apenas contacto con afuera, no tienes teléfono, no tienes nada, entonces empiezas a vivir en esa burbuja. Estábamos pasando por el embarazo y era la parte que peor llevaba, sentía que no estaba donde tenía que estar", recuerda de una grabación que duró más de tres meses.

Con todo, el programa deja claro que sigue siendo a prueba de balas. El aspirante logró el título de MasterChef ante una media de 1.771.000 espectadores y un 20,4% de cuota de pantalla: casi 4,7 millones de personas vieron en algún momento la gran final. Fueron estos datos los máximos de la temporada, que superó en 2,5 puntos de cuota y 2.000 espectadores a la final de la edición anterior.