Cuando se anunció el inminente final de Sálvame diario como colofón del cambio de rumbo en contenidos y línea editorial de Mediaset, se intuía que habría un antes y un después en Telecinco, cadena más vista durante diez años consecutivos hasta 2021. Pero ni los peores augurios adelantaban la situación actual de Mediaset. Desde que conoció su despedida, el formato de La Fábrica de la tele optó por reírse de sí mismo con programas dedicados a tasar el plató o a que los colaboradores optimizasen sus currículos.

Su última emisión tras 14 años en antena consiguió un 15,2% de share, lejos del 20% que rozaba en su mejor época, entre 2015 y 2016; pero también a años luz de los datos obtenidos por sus sustitutos. Así es la vida, presentado por Sandra Barneda y César Muñoz, raramente rozó las dos cifras de audiencia. Y el sustituto del Deluxe, Mi gran noche, no corrió mejor suerte: consiguió un mínimo de un 5,6% y fue fulminado tras tres semanas en emisión. Lo mismo ocurrió con La vida sin filtros, un programa presentado por Cristina Tárrega para el prime time del sábado.

Ante las bajas audiencias, que tuvieron su cúspide en un 10,6% y su mínimo en un 7,8%, Telecinco evitó emitir todas las entregas grabadas, optó por reposiciones de los mejores momentos y desapareció de la parrilla antes de llegar a la mitad de agosto. Ni siquiera los realities, el buque insignia de Mediaset, salvaron su verano y Vaya vacaciones, presentado por Luján Argüelles, se convirtió en el concurso de telerralidad menos visto de la historia de la cadena, aunque en su final consiguió su dato más alto, un 9,7%.

El bajón de Mediaset tuvo un efecto dominó para sus rivales directos, Antena 3 y La 1, que se ha convertido en la segunda cadena más vista gracias a la final del mundial femenino, el regreso del Grand Prix o La Promesa, entre otras propuestas. Por su parte, Antena 3 está muy cerca de cumplir dos años como la cadena más vista de la televisión lineal: acumula 23 meses de liderazgo.
Y lo hace gracias a programas a los que parece que el paso del tiempo, lejos de desgastarlos, los refuerza.

Esto pasa con La voz, Tu cara me suena, Espejo público y El Hormiguero. Con ese paisaje como fondo llegó septiembre y otras novedades de la rentrée televisiva, de las cuales prácticamente ninguna ha terminado de cuajar.
Telecinco estrenó Cuentos chinos en lo que ya se intuía como una batalla perdida pese a la presencia de Jorge Javier Vázquez, quien no hace mucho era una de las bazas de la cadena. Tan solo diez emisiones después, ha sido cancelado, con mínimos de 5,8% de share y 776.000 espectadores.

Lo que para muchos ha sido más sorprendente ha sido la recepción que ha tenido TardeAR. Otro de los pesos gordos de la cadena, Ana Rosa Quintana, se pasó a las tardes desde el 18 de septiembre. Se postulaba como un obstáculo para Sonsoles Ónega y como la oportunidad para que la madrileña recuperase las tardes alejándose de la política y coqueteando con un perfil más desenfadado, pero nada más lejos de la realidad: a pesar de mejorar los datos de audiencia del lunes anterior, alcanzó un 11,3% y 905.000 telespectadores, quedando a las puertas de brillar ante su competencia.

Y la cosa no ha ido a mejor: diez días después, este jueves 28 de junio, el programa firmó un discreto 9.8% con apenas 767.000 espectadores, situando al formato como tercera opción, detrás de Antena 3 y La 1 en su franja. La gran apuesta de la temporada de Telecinco era el regreso de Gran Hermano VIP, que contó con el handicap de coincidir en día y franja con dos éxitos como MasterChef Celebrity y Joaquín, el novato.

El 14 de septiembre, primer día de la batalla de titanes, hubo prácticamente un empate técnico entre las tres propuestas con un 13,4 para GH VIP y MasterChef, mientras que Joaquín consiguió algunas décimas nuevas y alcanzó un 13%. Este jueves 28 de septiembre, en cambio, MasterChef Celebrity se consolidó líder con un 15,7% frente a la bajada de GH VIP (11,6%) y Joaquín (11,2%).

Más allá de audiencias, Atresmedia y Mediaset firman dos posiciones empresarialmente opuestas, lo que ha provocado que un grupo y otro vivan completamente diferentes en las pantallas. Mediaset ha decidido dar un volantazo completamente a su estrategia mientras Atresmedia ha ido sembrando un proyecto del que ahora recoge sus frutos.

En las oficinas de Fuencarral, sede del grupo mediático liderado por Telecinco, dieron prioridad absoluta por el contenido de realities y de programas de entretenimiento como Sálvame, Gran Hermano VIP o La Isla de las Tentaciones, su rival histórica apostó decididamente por la actualidad, los programas de política y, principalmente, por contenido audiovisual de su cosecha como series o películas.

El caso más flagrante es la plataforma de contenidos bajo demanda. El ranking desarrollado por Smartme Analytics sitúa a la plataforma de Atresmedia en la cúspide del liderazgo entre las principales OTT’s de origen española, por delante del Mitele Plus de Mediaset.

Atresplayer Premium, la plataforma OTT desarrollada por Atresmedia, es líder entre las de origen netamente español. Así lo recoge el Índice Customer Centricity CENTRIX elaborado por Smartme Analytics, que ha establecido el ranking de valoración de las principales plataformas de streaming.

Esto ha supuesto que Atresmedia siga por delante en los ingresos publicitarios por delante de Mediaset. Así se desprende del último informe semestral de inversión publicitaria (i2p) elaborado por Arcemedia. En concreto, Mediaset, obtuvo 326,9 millones de euros de los anunciantes, frente a 340,8 millones del primer semestre de 2022, lo que supuso una caída del 4,1%. Por su parte, Atresmedia facturó 332 millones, frente a los 345,8 del tramo enero-julio del año pasado.

La mala deriva de Mediaset ha provocado que el conglomerado haya hecho importantes cambios dentro de su estructura directiva. El pasado junio, la sociedad comunicó una remodelación de la dirección, coincidiendo con la fusión de la corporación con su matriz en Italia, que empezó a cotizar en Países Bajos.

Tras la salida de Paolo Vasile como CEO del grupo en España, se empezó a renovar la cúpula de Mediaset. Tras la marcha, Desde entonces, la batuta la cogió Borja Prado como presidente y Alessandro Salem asumió la misma función que correspondía a Vasile.No obstante, al propio Prado se le limitó el poder ejecutivo y, en la actualidad, ostenta una labor institucional y no influyen a la hora de tomar decisiones relacionadas con la línea editorial del grupo o sus contenidos tras los malos resultados cosechados en la pantalla.