La adaptación televisiva de la saga literaria de Robert Jordan llegó a su fin abrupto tras tres temporadas, confirmando los rumores que circulaban desde abril. Amazon Prime Video anunció la cancelación de La rueda del tiempo, una decisión atribuida a la combinación de altos costes de producción y un descenso sostenido en audiencias.
La serie, que en 2021 prometía convertirse en el sucesor de Juego de tronos, no logró justificar su presupuesto multimillonario pese al apoyo crítico y fanático.
La tercera temporada, estrenada en abril de 2025, marcó un punto álgido en calidad narrativa con un 94% de aprobación en Rotten Tomatoes y elogios por su fidelidad a los libros. Sin embargo, los datos de Nielsen revelaron un declive del 40% en visualizaciones respecto a temporadas anteriores, especialmente en EE.UU., donde solo permaneció tres semanas en el top 10.
Para Amazon, esto contrastó con su inversión de 10 millones de dólares por episodio, sumando más de 240 millones en tres temporadas.
El showrunner Rafe Judkins había confiado en el compromiso de largo plazo de Prime Video, pero admitió que el panorama actual de streaming prioriza "proyectos rápidos sobre narrativas extensas".
Pese a cerrar arcos argumentales clave, la serie dejó sin adaptar 11 de los 14 libros originales, frustrando a una base de fans que ya superaba los 90 millones de lectores globales.
La cancelación generó críticas por su timing: el anuncio llegó un mes después del final de la tercera temporada, cuando muchos esperaban una renovación. Rosamund Pike, protagonista de Moiraine, había defendido el potencial de la serie como "piedra angular del catálogo de Amazon", mientras Judkins insistía en que "la historia mejora con cada libro".
En redes, los seguidores iniciaron campañas bajo el lema #SaveTheWheel, exigiendo a otras plataformas que rescaten la producción. Paralelamente, el videojuego de mundo abierto basado en la serie, en desarrollo desde 2024, enfrenta incertidumbre pese a declaraciones de independencia creativa.
La rueda del tiempo demostró que incluso proyectos con crédito crítico y base fanática pueden caer ante la lógica económica del streaming. Su cancelación subraya la tensión entre arte y rentabilidad en la era de las plataformas, donde series de fantasía épica requieren inversiones sostenidas para concluir sus tramas.
Mientras los libros siguen disponibles, la adaptación televisiva se suma al creciente cementerio de historias inconclusas, recordando que en la industria del entretenimiento, a veces la rueda deja de girar antes de tiempo.
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