Se ha convertido Jesús Calleja (Fresno de la Vega, León, 1965) en el hombre que lo hace todo en Mediaset España. Incluso viajar al espacio en el último proyecto televisivo bendecido por Paolo Vasile antes de su paso atrás como consejero delegado a finales de 2022. No fue para tirar cohetes, todo sea dicho. Tras mezclar churras con merinas en Universo Calleja, el montañero, aventurero y showman Jesús Calleja (60) regresa a primera fila, a Telecinco, este jueves 25 de junio por la noche (23.00) con Volando voy, volando vengo, esqueje de Volando voy (Cuatro). Más y mejor.
Lo hace con un primer programa (serán siete) de noventa minutos sin publicidad en Sot de Chera (Valencia), uno de los pueblos afectados por la dana en otoño de 2024. Le dirige Hilario Portales, con quien Jesús Calleja ya trabajó durante las últimas temporadas de Volando voy y Planeta calleja. "He salido llorando más de una vez. Yo me quedo roto. Al final, las historias son tan potentes que nos olvidamos que estamos haciendo un programa", adelanta Jesús Calleja en conversación con El Independiente y otros medios.
En el primer programa de Volando voy, volando vengo, el montañero y aventurero habla a calzón quitado con una mujer que perdió a su marido y a su hijo en las inundaciones. Un nudo en la garganta. En la conversación, la mujer lleva una camiseta con la foto de sus seres queridos fallecidos y el siguiente texto: "No han muerto, los han asesinado". No hay política en los programas de Jesús Calleja, aunque por ellos haya pasado alguno...
Casi veinte años lleva Jesús Calleja en televisión. Se estrenó en 2007, en la Cuatro del grupo Prisa, con Desafío extremo. Y sobrevivió a la absorción de Mediaset España, donde se ha convertido en un valor seguro. Calleja se produce a sí mismo, pero también a su amiga Mercedes Milá, a la que recibe de vez en cuando en Volando voy. Su empresa, Zanskar Producciones, está detrás de los últimos proyectos televisivos de la periodista; el próximo, para RTVE. Si ella es un libro abierto con su vida privada; él es todo lo contrario.
Pregunta.- ¿Cómo os recibe la gente? No sois la última esperanza, pero sí ponéis el foco en su tragedia.
Respuesta.- Nos emocionó mucho que en Sot de Chera, todo el mundo nos diera los buenos días y las gracias por estar allí. No sé si aprendieron esa coletilla de los voluntarios, pero les salía del alma. Nos impactó muchísimo. Todavía me conmueve. Es una tele muy a flor de piel, muy necesaria que habla de la solidaridad, de cómo se pueden resolver las cosas cuando la gente se une, de lugares que no están en el foco todos los días. Son pueblos a los que nadie da relevancia, pero son también de este país. Parece que la parte rural se ha olvidado por completo. ¿Cuántas noticias del mundo rural veis en la prensa?
Se nos olvida que, hasta hace una generación, la gente de los pueblos daba de comer a las ciudades. No te voy a contar la posguerra… Ahora, la globalización hace que vayamos al supermercado y tengamos de todo que viene de cualquier lado y los pueblos se convierten en refugios donde la gente mayor queda allí y muchas veces no tiene ni lo mínimo para que les cuiden. No podemos dejar que esta cultura desaparezca, ni sus tradiciones. Si luego además te encuentras desgracias como la dana o dos hermanos con sesenta tacos que no han ido a una ciudad… Nadie les atendió. ¿Cómo puede ser que esté ocurriendo eso allí? Que en el Everest ya hay Zonas con línea de teléfono.
P.- En esta primera entrega reconstruís una parte del pueblo, el río. Ponéis parque para los niños, hacéis un camino para la gente e incluso una petanca para los mayores. Recurrís a otras empresas que lo hacen gratis cuando, a lo mejor, las autoridades deberían haberlo hecho antes.
R.- Mira, el nivel de destrucción es tan salvaje… Es tan bestia que una vez estás ahí arriba, te das cuenta del despliegue que hace falta para que todo vuelva a ser como es; a lo mejor no hay forma. Yo creo, sinceramente, que necesitan fases para poder reconstruir todo lo que hay. Las infraestructuras son lo más relevante. Por ejemplo, la presa de Sot de Chera tiene un boquete y hay que arreglarlo. Esa presa corre peligro. Hay pueblos que no tienen carretera y tienen que hacer un rodeo de 100 kilómetros. Lo más relevante son las infraestructuras, que haya agua… A lo mejor se acometerán cosas menores más tarde.
¿Por qué viven en Sot de Chera? Ya se fue la industria, la ganadería… Viven porque tienen un río con aguas brutales en un sitio bastante seco y es un lugar de esparcimiento, de ocio. Gracias al turismo han arreglado las casas para que pasen el verano los niños, funcione el supermercado… Al final, el pueblo funciona porque hay un río que tiene unas piscinas naturales con un agua extraordinaria de un manantial con un paseo magnífico y hay un verdor inexistente alrededor. Todo eso desapareció. Si ya no hay manantial, ni piscinas, ni paseo, no habrá vacaciones. El panadero, el fontanero, el electricista no tendrán trabajo y se irán a otro sitio a buscarlo, y el que iba de vacaciones allí ya no irá, y las pocas casas rurales desaparecerán.
Nosotros hemos garantizado al 100% que habrá verano y playa y que nadie tendrá que irse del pueblo. Ocurrirá más adelante, seguro. Al final hemos hecho la playa fluvial, hemos reconstruido el paseo, hemos hecho un parque infantil, hemos recuperado zonas verdes…
P.- ¿Cómo te sientes cuando cambias la vida de las personas con tu trabajo?
R.- Pues como cada uno de nosotros cuando hace algo por alguien. La solidaridad del pueblo español es lo más sólido que yo he visto nunca. Tendremos muchos defectos, pero también virtudes que tenemos que valorar. Somos muy rápidos, empatizamos mucho, nos emocionamos, pedimos perdón, nos tocamos… Tú vas a otras culturas, y no digo países, donde la gente es más aislada y aséptica. Estoy haciendo televisión, sí, pero también algo muy necesario. Yo llevo 11 años haciendo un programa para los pueblos. No hay otro.
P.- Volando voy volando vengo es un espaldarazo de Mediaset España a tu proyecto.
R.- Claro. A priori apostar por este formato o Universo Calleja es una decisión difícil. Yo agradezco mucho su apuesta y luego hemos refrendado con un dato superior a las expectativas. [...] No he pensado ni un solo segundo en la audiencia. Me aplico el lema que me he aplicado toda mi vida: que me quiten lo bailao. Ya está. Tienes que asumir que si no tienes audiencia, no se sostiene. A lo mejor ha sido la pera para mí, pero el público consume otro producto. Yo llevo casi 20 años en televisión y todavía sigo en el prime time. Todavía no hemos fracasado. Lo digo con humildad.
Mi superpoder de los 60 años es que puedo hacer lo que me dé la gana
Somos una productora pequeña, Zanscar Producciones [Scott y Milá, Milá vs. Milá], muy humana, familiar. Nunca hemos sido ambiciosos en la parte económica. Yo no voy a hacer nada que no me divierta, ni me emocione, ni me mantenga vivo. Y si no funciona y no da el dato [de audiencia] esperado, pues lo hicimos. Tengo una vida que no doy importancia a lo que no lo tiene. Mi superpoder de los 60 años es que puedo hacer lo que me dé la gana. Ya está. No pienso llevarme un disgusto por nada. A mi equipo le digo que no me cuenten los disgustos, que se los zampen los menores de 60. Un drama es que no te puedas levantar por la mañana.
P.- ¿Qué diferencias has encontrado entre este helicóptero y el otro que era más chiquitito?
R.- Yo lo llamo un estudio volador. El otro era un confesionario. Ahora puedo hacer multientrevistas. Hay 12 cámaras dentro del helicóptero. Los invitados no ven al sonidista, al realizador… La gente, al final, se pone rígida. Ahí, de repente, no hay nadie y encima estás volando encima de tu pueblo. Probablemente sea la primera vez que vuelas en tu vida. Se les olvida todo. No ven ni las cámaras pequeñitas. Te cuentan la verdad y son más auténticos. Y llevamos otro helicóptero por encima que nos va siguiendo.
P.- ¿Y por qué crees que la gente se abre tanto ante ti? En este primer episodio hay una mujer que dice: "Esto no se lo he contado nunca a mis hijos. Mi marido me dijo esto antes de morirme".
R.- Con honestidad absoluta te diré que yo soy de pueblo, ejerzo de chico de pueblo y vivo en un pueblo. Llevo en mi casa de pueblo 37 años. ¿Me he podido hacer una casa en otros sitios? Sí, pero he reformado la que tenía y me he quedado en el pueblo. Mis amigos son los de siempre. Dos trabajan en el servicio de limpieza. Otros dos son albañiles. Otros dos son profesores. Son los amigos de toda la vida y no pienso cambiarlos y vivo en León. No tengo ninguna casa ni ningún piso en ninguna ciudad. Conozco muy bien el mundo rural. Vivo en él.
Jamás me he puesto un pinganillo en mi vida
He visto cómo eran los pueblos antes, cómo son ahora, cómo van decayendo, cómo se van destruyendo, cómo se van minimizando. Entonces, estoy muy integrado dentro del mundo rural, conozco el lenguaje. La empatía es cuando tú me estás mirando y yo te hablo; no te hablo como un periodista, primero porque no lo soy. No tengo un ángulo profesional. Segundo, jamás me he puesto un pinganillo en mi vida. Cuando hablo con esa persona, ni siquiera sé que le voy a preguntar ni qué va a pasar. Se olvidan rápidamente de que están ante alguien famoso, lejano. Se encuentran a un paisano de pueblo que sabe muy bien qué lenguaje estamos hablando.
P.- ¿Ha habido gente que para ellos no seas una celebridad?
R.- Curiosamente en Volando Voy no me ocurre porque agradecen mucho la visibilidad. Es gente que consume mucha televisión. Es un público súperfiel. Las reposiciones de Volando voy hacen récords de audiencia. Un 11 ó 12% de cuota de pantalla.
P.- ¿Qué planes tienes para verano?
R.- Acabé el rodaje ayer [domingo 15 de junio]. Y hoy me voy a casa porque tengo que ir a ver a mis padres. Quiero ver a mis amigos. Yo soy feliz con las cosas sencillas estando en el monte, con mis amigos en el campo, charlando, viendo a mis padres, estando en la huerta con los perros. Es lo que más añoro cuando estoy fuera.
P.- ¿Tienes televisión?
R.- ¡Hombre, por supuestísimo! Menudo drama tuve yo ayer. Llegué a casa y no iba la tele. Debió de ser esa movida digital que a los 8 años se funde la tele sola. Me fui a El Corte Inglés 15 minutos antes de que cerraran y agarré una tele. Yo soy de tele. Yo consumo todo porque tengo que ver qué está ocurriendo en el mundo. Las redes sociales me encantan y me gusta su lenguaje. No es fácil conseguir llevar a TheGrefg a Universo Calleja. Hay que tener la mente abierta a los nuevos lenguajes de comunicación.
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