Que un periódico opere desde el exilio es una anomalía cada vez más frecuente en América Latina. Ahí está el caso heroico de El Faro de El Salvador, hostigado por el autoritarismo de Nayib Bukele. O el de La Prensa de Nicaragua, ahogado por el régimen dictatorial de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Si nadie lo remedia, La Prensa cumplirá cien años en 2026 operando desde una diáspora de teletrabajo forzado, con sus periodistas repartidos entre Costa Rica, Estados Unidos, México, Canadá y España. Su editor, Fabián Medina, recibe este miércoles en Madrid de manos de Felipe VI el premio Rey de España de Periodismo de la Agencia Efe por su tenaz desempeño contra la tiranía terminal del matrimonio Ortega.
"Ya no se puede ser periodista en Nicaragua. No se puede", lamenta Medina en conversación con El Independiente. La situación en su país, asegura, es peor que en Venezuela o que en El Salvador. "Allí todavía quedan algunos periodistas. El caso nicaragüense es extremo. Es como Corea del Norte. Ejercer el periodismo es un delito grave, una forma de traición a la patria". En La Prensa lo han vivido en sus propias carnes: el 14 de agosto de 2021, su gerente, Juan Lorenzo Holmann, fue detenido irregularmente, acusado, juzgado y condenado a nueve años de prisión por supuesto lavado de dinero. Después de un año y medio en prisión fue expulsado del país.
"Empezaron por sacarnos de las ruedas de prensa y excluirnos de las campañas institucionales"
Un día antes de la detención de Holmann, las instalaciones del diario en Managua habían sido tomadas por la policía e incautadas. La Prensa dejó de tener una redacción física y su circulación en papel se interrumpió. Desde entonces, el periódico más antiguo del país, símbolo de la resistencia informativa frente al régimen, ha pasado a ser un medio exclusivamente digital. "El acceso al sitio web todavía no está bloqueado", explica su editor, aunque a comienzos de este año el gobierno bloqueó el dominio .com.ni que utilizaban medios críticos como La Prensa o Confidencial, que han sorteado la medida cambiando su dirección web.
Sobrevivir a tres dictaduras
La historia de La Prensa es también la historia reciente del autoritarismo en Nicaragua. Fundado en 1926, el diario ha sobrevivido a tres dictaduras. La actual ha desplegado contra él una estrategia sistemática de hostigamiento, primero administrativo –impidiendo la entrada de papel para imprimir el periódico–, después judicial y policial. "Empezaron por sacarnos de las ruedas de prensa y excluirnos de las campañas institucionales", detalla Medina, como sucede hoy en tantos países atravesados por la ola política autoritaria. Luego vinieron el matonismo, los insultos, los allanamientos, los arrestos. Desde que el régimen incrementó sus ataques contra el periodismo hacia 2018, tal y como señala Confidencial, se han confiscado 61 medios, 25 periodistas y directivos de medios han sido privados de su ciudadanía, otros 283 han marchado al exilio y cuatro reporteros permanecen en la cárcel.
Con la redacción dispersa fuera de Nicaragua, la labor informativa se ha hecho aún más ardua. "La gente tiene miedo", constata Medina. Nadie quiere aparecer con su nombre en los medios independientes. "Los periodistas que quedan allí tienen que dedicarse a otras cosas, o trabajar de manera anónima y con fuentes exclusivamente anónimas". También hubo que reinventar el modelo de negocio. La Prensa es el único diario nicaragüense con sistema de suscripción digital de pago. Hasta 2021, el periódico se financiaba con las ventas de ejemplares, la publicidad y los beneficios de su imprenta comercial, también requisada por el Estado. "Hoy más del 50 por ciento de los gastos operativos se cubren gracias a la increíble respuesta de la gente". Es un acto de fe y resistencia por parte de sus lectores, reconoce.
Un país secuestrado
La deriva del régimen Ortega-Murillo ha llevado al país a una clausura casi total del espacio cívico. "Nicaragua es un país secuestrado, y una situación con rehenes es muy difícil de resolver". En febrero de 2023, el gobierno deportó y privó de la nacionalidad a 222 presos políticos e hizo lo propio con otras 92 personas, entre ellas los escritores Sergio Ramírez, premio Cervantes 2017, y la poeta Gioconda Belli, viejos compañeros de viaje del sandinismo devenidos en enemigos íntimos de Ortega y Murillo. Países como España se atrevieron a ayudar a estos apátridas concediéndoles la ciudadanía. Un gesto valiente que fue "un duro golpe para el régimen" y que detuvo esa maniobra inconstitucional, aunque los nicaragüenses exiliados a los que les va venciendo el pasaporte, y para los que Medina reclama a España un respaldo equivalente, se estén convirtiendo en apátridas de facto.
Para el editor de La Prensa, el caso nicaragüense debería ser un "ejemplo y advertencia para otros países" en los que se persigue con saña a los periodistas. "Nosotros comenzamos así". Pese a todo, Fabián Medina defiende que el periodismo siga instalado en la trinchera, "en primera línea de defensa de la democracia", y no pierde la esperanza en el futuro. "No renunciamos a volver, a entrar de nuevo en nuestra sede y a ver circular el periódico en las calles. En Nicaragua no hay oposición formal, pero la dictadura es técnicamente insostenible, y las personas envejecen y mueren. No sabemos cuándo, pero los cambios llegarán".
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