España despertó conmocionada el 30 de octubre de 2024. Una gran tormenta había descargado unas horas antes sobre Andalucía, Castilla-La Mancha y Comunidad Valenciana y había causado estragos en diferentes regiones; en especial, en la última, donde los servicios de rescate ya trabajaban entre heridos y fallecidos. La sesión de control al Gobierno se suspendió en señal de solidaridad con las víctimas, pero no así la posterior votación sobre la convalidación del Real Decreto que permitió al Gobierno situar a José Pablo López al frente de Radiotelevisión Española unas semanas después.
Casi un año después de ese momento, el pasado viernes, Pablo Iglesias acudió al plató de Malas lenguas para ejercer su función de contertulio habitual de la corporación. Lo hacía como representante de Canal Red, un medio de su propiedad que cuenta con una generosa presencia en las mesas de debate de la casa, dado que son varios representantes los que participan de forma periódica. Iglesias mantuvo un enfrentamiento durante la charla con Jesús Cintora, el presentador del programa, al considerar que su moderación era dictatorial.
El de Cintora es uno de los varios ejemplos de info-entretenimiento que se emiten actualmente en RTVE. La fórmula no era del agrado del último presidente de consenso que ha tenido la casa, José Manuel Pérez Tornero. De hecho, este catedrático llegó a votar en contra de la renovación de este presentador en 2021 -junto con los consejeros del PP-, al considerar que la televisión pública no podía tolerar que en su parrilla de programación se ofrecieran contenidos tan sensacionalistas.
Eso le enemistó con algunos de los aliados que tenía Podemos en la casa, dentro y fuera del Consejo, quienes presionaron a posteriori a José Pablo López para que Cintora fuera repescado. Su programa, Malas lenguas, se emite en La 1 y en La 2 desde la pasada primavera. Lo produce Big Bang Media, filial de Mediapro. Sin duda, una de las productoras audiovisuales más beneficiadas en esta última etapa.
Política de la mañana a la noche
Si hay algo que ha caracterizado a RTVE durante este último año es el incremento del peso de la política en su parrilla de programación. Al igual que hace un siglo podía recorrerse España a través de saltos de árbol en árbol, actualmente es posible invertir toda una jornada en los diferentes magacines de la televisión pública.
El menú empieza con La hora de La 1 -Silvia Intxaurrondo- y sigue con Mañaneros 360, de Javier Ruiz. A su conclusión, comienza el informativo de las 15.00 horas, que finaliza con la sintonía de inicio de Directo al grano. Cuando termina, se inicia Malas lenguas y, un rato después, se ofrece el Telediario 2, es decir, el de Pepa Bueno. A las 22.05 horas, Xabier Fortes empieza su programa en el Canal 24 Horas, que dura hasta la hora de irse a dormir.
El sesgo de estos programas ha generado una fuerte polémica dentro y fuera de la corporación. Este martes, diputados del PP y de Vox denunciaban la instrumentalización de la televisión pública en la Comisión Mixta Interparlamentaria de control de RTVE. José Pablo López lo negaba y ensalzaba la multitud de voces que actualmente se escuchan en las mesas de tertulia. La oposición criticaba que, a diario, en La 1, se menosprecie a sus portavoces y a sus votantes.
Mejora de la audiencia
Lo que está fuera de toda discusión son las cifras. Las de audiencia son buenas. Mucho mejores de lo esperado. López y su equipo han conseguido que la primera cadena de la corporación rara vez baje del 10%, de media, durante el día. Lo han hecho con apuestas de entretenimiento -La revuelta, Futuro imperfecto, Latexou-, pero también con los citados contenidos de info-entretenimiento, que han estabilizado la curva de audiencia durante la mañana y la tarde.
Los audímetros detectan un 'efecto arrastre' de los espectadores entre estos programas. Es decir, encienden el televisor para ver uno... y se quedan para el siguiente, explican fuentes del sector televisivo.
Desde el punto de vista económico, Malas lenguas ha supuesto una inversión de 9,5 millones de euros en lo que va de año, frente a los 6,2 millones de Mañaneros 360; y los 3,7 millones de Directo al grano. El de Ruiz lo produce La Cometa TV, mientras que el de Marta Flich y Gonzalo Miró, La OSA Producciones.
A estos costes se une el de las retribuciones que han recibido algunas de las estrellas que ha incorporado RTVE durante los últimos meses. A Pepa Bueno le corresponde una de 265.300 euros anuales; a Juan Ramón Lucas, 183.000; a David Cantero, 180.000; y a Lourdes Maldonado, 110.000. En paralelo, Silvia Intxaurrondo ha demandado a la corporación -según adelantó El Mundo- para recuperar los emolumentos que percibió durante los dos ejercicios anteriores, superiores a 200.000 euros por temporada.
El cese del anterior Consejo
Estos cambios profundos en la parrilla de programación hubieran sido casi imposibles de aplicar si el Gobierno no hubiera convalidado el Real Decreto que se citaba al principio de ese artículo.
La citada norma contemplaba el cese del anterior Consejo de Administración, gobernado por una presidenta provisional y compuesto por tres consejeros designados por el PP, tres por el PSOE y dos por Podemos. Estos últimos estaban enfrentados entre sí, y divididos, mientras que Elena Sánchez (PSOE) se había declarado en rebeldía y no garantizaba su apoyo a la línea progubernamental de cara a las votaciones que se pudieran plantear.
La solución que ideó Moncloa pasaba por destituirlos, pese a que tenían mandato en vigor hasta 2027. Para conseguir la mayoría parlamentaria necesaria para aprobar ese Real Decreto, amplió en 5 asientos el Consejo -de 10 a 15 miembros- y ofreció a sus componentes sueldos de más de 100.000 euros anuales, frente a los poco más de 12.000 que percibían hasta el momento.
Con esa estrategia, el PSOE se granjeó el apoyo de Sumar, ERC, Junts, Podemos y el PNV para consumar su maniobra en RTVE. El 30 de octubre de 2024, con las autoridades hablando de varias decenas de muertos en las calles, tras la riada, 175 diputados del bloque de investidura votaron a favor de esta medida.
Unos días después, estos partidos elegían a 11 consejeros en el Congreso, mientras que el PP -la fuerza con mayor representación en las dos cámaras- seleccionaba a 4 en el Senado.
Hasta que se consumó esa modificación legal, el Consejo de Administración tenía que aprobar, por mayoría, todos los contratos audiovisuales superiores a los 2 millones de euros. La nueva norma eliminó esa obligación, de modo que esa competencia le corresponde actualmente al presidente, que es quien decide, junto con el Comité de Dirección, a qué productora se encarga cada programa.
Un rodillo
Fuentes del órgano de gobierno de RTVE explican que la 'mayoría progresista' aprueba, por sistema, todos los puntos del orden del día que plantea su presidente, que, apuntan, es quien se ha enfrentado a una menor oposición interna de todos los que han ejercido ese puesto durante los últimos años.
Hace unas semanas, el Consejo emitía un comunicado en defensa de Sarah Santaolalla y de Laura Arroyo, dos colaboradoras habituales en las mesas de tertulia de La 1 cuyas opiniones habían merecido una reacción airada e irrespetuosa en las redes sociales y entre algunos militantes de la oposición.
Santaolalla había asegurado, unos días antes, en una intervención: "Hay que ser muy idiota o tener muy poca información para seguir creyéndote al Partido Popular y a Vox". Lo dijo en Mañaneros 360 y matizó sus palabras en Malas lenguas. Pese a esta presunta rectificación, el PP y Vox reaccionaron de forma airada contra este ataque. Los consejeros del 'bloque progresista' de RTVE pudieron ponerse de perfil, pero defendieron a su colaboradora, frente al 'acoso' que sufrió en los días posteriores.
Quizás nada de esto hubiera ocurrido si el anterior Consejo de Administración no hubiese sido destituido. Aquello sucedió el día después de la DANA. La votación no se aplazó, pese a que la sesión del control al Gobierno se suspendió. Urgía solucionar 'lo de RTVE'.
Pedro Sánchez llegó al poder en junio de 2018 y una de sus primeras decisiones fue la de iniciar la renovación de la cúpula de RTVE. Esa misma ansiedad por controlar este medio público la volvió a demostrar en 2024, aunque, ahora, sin ningún complejo, tal y como se puede apreciar al comprobar a quién eligió para comandar su proyecto; o al observar la línea editorial de sus programas de info-entretenimiento.
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