Desde hace unas semanas la polémica sobrevuela el espacio aéreo del Gobierno de Pedro Sánchez por el anuncio del rescate de la aerolínea Plus Ultra, una compañía con solo cuatro aviones (algunas informaciones apuntan a que solo cuenta con uno), que ha sido regada con 53 millones de euros con cargo al fondo SEPI.

Desde el PP afirman que este rescate inesperado tiene mucho que ver con el hecho de que parte del accionariado de la compañía esté vinculado al Gobierno de Nicolás Maduro. De nuevo Venezuela vuelve a llenar de sombras la acción de José Luis Ábalos, quien después de la polémica recepción en Barajas, con nocturnidad, a Delcy Rodríguez, ahora ha visto cómo los medios de comunicación le sacaban los colores al publicar el informe del ministerio de Transportes que favoreció la millonaria ayuda a la compañía aérea. El propio Ábalos había negado, solo unos pocos días antes, que su ministerio hubiera tenido algo que ver con el rescate.

Plus Ultra, que conecta España con América Latina, en latín significa “más allá”, y recoge el nombre del famoso lema oficial español que empezó a utilizar Carlos I de España y V de Alemania para dar más notoriedad al gigante Imperio español. Pero, más concretamente, la aerolínea rinde tributo con esa denominación al famoso hidroavión Plus Ultra que hizo historia en la aviación española al convertirse en el primero que cruzó el Atlántico Sur, desde Palos de la Frontera  hasta Buenos Aires.

La historia de un vuelo mítico con Franco a los mandos

El 22 de enero de 1926 daba comienzo un periplo que terminó por ser un hito en la historia de la aviación española. El Plus Ultra iba a tratar de conseguir la proeza de ser el primer hidroavión español en cruzar el Atlántico Sur por primera vez. Comandando esa complicada expedición estaba un tal Ramón. Ramón Franco Bahamonde, hermano del que poco tiempo después se convertiría en dictador tras el golpe de Estado militar que desembocó en la Guerra Civil.

Junto al ‘hermanísimo’ partieron en este complicado periplo Julio Ruiz de Alda, quien acabaría años más tarde participando en la fundación de Falange Española, el mecánico Pablo Rada y Juan Manuel Durán, experto en aeronáutica militar.

Despegaron en Palos de la Frontera (Huelva) y por delante solamente les quedaban 10.270 kilómetros hasta Buenos Aires. La heroicidad se logró después de 59 horas y 3 minutos de vuelo, con varias escalas. En ese intervalo hubo miedo, tensión y mucha incertidumbre provocada por los fuertes vientos, la falta de combustible que casi acaba con la expedición al completo, la rotura de una hélice… y todo ello con la presión añadida que suponía la competencia de un aviador italiano al que Mussolini apoyaba para que lograra la hazaña antes que los españoles. Después de ir superando etapas complicadas (Palos-Las Palmas; Cabo Verde; isla de Fernando de Noronha; Pernambuco; Río de Janeiro; Montevideo), el Plus Ultra llegó triunfal a Buenos Aires, donde fue recibido entre vítores por una multitud y copó las portadas de los principales periódicos durante días. Hasta Carlos Gardel dedicó un tango en honor a los héroes del hidroavión. Ramón y el resto de la expedición fueron recibidos también con honores en España, hace ahora justamente 95 años.

El hermano anarquista, ‘indepe’ y republicano de ‘don perfecto’

La hazaña de Ramón Franco le había proporcionado una gran popularidad en el país. El aviador había incluso conseguido eclipsar a su hermano Francisco, quien también en 1926 se había convertido en el general más joven de Europa. Sin embargo, entre ellos existía esa falta de conexión tan habitual cuando hay caracteres muy contrapuestos. El carácter sobrio y, según Ramón, “estirado” de su hermano al que consideraba como ‘don perfecto’, contrastaba con un Ramón excéntrico, alegre, mujeriego, habitual de los prostíbulos y, pese a su habitual buen humor, más cambiante que el tiempo en lo ideológico, aspecto este en el que las diferencias entre los Franco aumentaban todavía más.

Ramón Franco, republicano declarado, estuvo a punto de cambiar el rumbo de la historia si hubiera prosperado su intento de bombardear a los borbones para instaurar la República. Ramón decidió cargar su avión de bombas para arrojarlas al Palacio Real de Madrid, donde vivían los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia con sus hijos. Al sobrevolar la Plaza de Oriente se dio cuenta de la cantidad de niños que jugaban y decidió abortar la misión.

Pero la fama del hermano del futuro dictador cayó en picado poco tiempo después al ser expulsado del ejército por corrupción. Su deriva revolucionaria le llevó a ingresar en prisión, de la que consiguió huir. Entonces se radicalizó todavía más y empezó a alternar con anarquistas o independentistas catalanes. Fue incluso diputado de ERC y tiempo después participó en un golpe separatista andaluz. Aún nadie hoy sabe cuáles eran exactamente sus ideas. Hay quien dice de él que era anarquista, otros, comunista y también están quienes dicen que simplemente era republicano (de hecho llevaba las tres banderas pintadas en su avión). 

Ramón y Francisco llevaban años sin hablarse por todos estos motivos… y también por el gusto por el exhibicionismo del piloto, al que le encantaba subirse a los aviones completamente desnudo para pilotar, algo que ruborizaba y provocaba un sentimiento de vergüenza ajena en Francisco.

El 18 de julio de 1936 llegó el golpe de Estado militar que situó a Ramón en una complicada tesitura. Debía decidir si luchaba por sus ideas y en contra de su hermano, o si le tiraba más la relación consanguínea en un momento histórico tan crucial.

Finalmente decidió alinearse con el bando nacional, seguramente no tanto por su hermano sino debido al asesinato de su íntimo amigo Ruiz de Alda a manos de antifascistas. Ramón entonces consideró que lo mejor para España sería una dictadura que acabara, según afirmó, “con el gran capital y los trabajadores revolucionarios”. De nuevo su avión mental daba un giro inesperado y volvía a convertirse en un traidor, esta vez para sus antiguos camaradas del bando republicano.

Mallorca fue el destino que le aguardaba, lugar desde donde comandaría toda la aviación de la isla. Allí su carácter comenzó a asemejarse cada vez más al de su hermano, entregado a la causa, ordenado, y sin los grandes escándalos que le acompañaron en su etapa anterior. “A mí lo que ahora me interesa es que se salve España”, llegó a declarar.

El 28 de octubre de 1938 fue el último en la vida de Ramón Franco, de 42 años. Ese día tormentoso llegó a la base naval de Pollença dispuesto a coger su hidroavión para bombardear el puerto de Valencia. Justo antes de subir al avión, recibió la orden de cambiar de aparato y de tripulación. Obedeció pese a extrañarle esa decisión de última hora.

En medio de la lluvia, aquella mañana, Ramón despegaba sus últimos minutos de su intensa vida. El hidroavión comenzó a perder velocidad y cayó en picado. Los mismos rumores de sabotaje que corrieron con las muertes de Sanjurjo y Mola regresaban con fuerza. Hay quien dice que desde el bando nacional pensaban que iba a pasarse al enemigo y por eso sabotearon su avión. Hay quien cree la versión oficial del accidente causada por “agarrotamiento de los mandos”.

Cientos de personas despidieron a Ramón Franco Bahamonde en el velatorio instalado en Palma de Mallorca. Cientos de personas… entre las que no estaba su hermano Francisco, quien no quiso dar el último adiós al héroe del Plus Ultra, quien no quiso despedir a su hermano Ramón en su verdadero vuelo hacia el más allá.