Sociedad

De cachorro a jubilado: la vida de compromisos del perro guía de la ONCE

Gloria, invidente, junto a su pastora alemana guía Xaky, y Natalia, que ha adoptado durante un año al labrador Goofy

Gloria, invidente, junto a su pastora alemana guía Xaky, y Natalia, que ha adoptado durante un año al labrador Goofy Ignacio Encabo

“Me olvido de mi discapacidad visual”, afirma contundente Gloria Vizárraga contando su primera experiencia con un perro guía. Esta sevillana que vive en Madrid perdió la vista con 17 años por una infección de quirófano. Reside en Barajas y trabaja en la glorieta de San Bernardo, en el centro de Madrid, donde lleva un quiosco de la ONCE. Entre ambos puntos hay un viaje de 40 minutos en transporte público que hace con su inseparable Xaky, su perra guía. Una imponente pastora alemana de ocho años que no se separa de su lado. 

Hasta que Xaky ha llegado a su vera la perra ha tenido un largo proceso educativo por parte de la ONCE que, según calculan en la organización, cuesta unos 45.000 euros. Un entrenamiento que arranca con su nacimiento en las instalaciones de Fundación Once Perro Guía en Boadilla del Monte. El primer centro de la UE por tamaño y capacidad de cría. Unos 148 canes salen de este centro, anualmente, para vivir el resto de su vida con una persona invidente. 

La vida de estos perros está rodeada de compromisos. Primero el de la ONCE con su bienestar y el de sus dueños, seguido del de sus cuidadores, formadores y cuantos voluntarios y familias les acompañan a lo largo de su existencia y, el mayor compromiso, el de los perros guías con las personas con discapacidad visual. Un compromiso recíproco que crea un vínculo único que ninguna innovación tecnológica, como los perros guía robot, podrá sustituir.

Natalia posa con Goofy, un cachorro de labrador que está entrenando para ser perro guía
Natalia posa con Goofy, un cachorro de labrador que está entrenando para ser perro guía

“Todo comienza aquí, en el laboratorio de crianza”. Mónica Montero responsable de perreras del centro nos conduce por las distintas etapas de la vida de estos perros. “Aquí se investigan y realizan los cruces más apropiados para conseguir los mejores perros guía”, explica. Tienen un banco de semen congelado que intercambian con un grupo internacional de cría de estos perros especializados. “De esta forma abrimos líneas nuevas de crianza y evitamos la consanguinidad. Aquí jugamos con los garbanzos marillos y sacamos unos perros fantásticos”, afirma.

Con toda probabilidad son los perros mejor atendidos y tratados de España, sus espacios cuentan con suelo radiante en invierno y aire acondicionado en verano y llevan dietas individualizadas. No se puede estar más pendiente de un perro como se está en este centro. “Se estudian a nivel genético, comportamental, físico, emocional, etcétera, para ir renovando -poco a poco- esa cabaña de hembras y machos de cría que tenemos- , los machos son fértiles durante mucho tiempo a lo largo de su vida, pero las hembras acaban muy trabajadas muy gastadas con los partos”. explica. “La perras sólo tienen una camada anual y no siempre se quedan embarazas”, añade. El centro cuenta en torno a 65 hembras y 10 machos dedicados a la crianza. 

Goofy, un cachorro de labrador que está entrenando para ser perro guía
Goofy, un cachorro de labrador que está entrenando para ser perro guía

Razas y carácter de los perros

La mayoría de los perros guía son de raza labrador, “por su carácter bonachón, juguetón y amable; les gusta mucho agradar a los propietarios”, explica Montero. En menor medida también crían golden retriever y pastores alemanes. Además están introduciendo una raza más específica que es el cruce de labrador y caniche que no suelta pelo destinado a personas que sean alérgicas. 

Los pastores alemanes no se suelen asociar a la guía de personas con discapacidad visual y suele generar cierta confusión cuando Gloria aparece con Xaky en lugares nuevos. Pero los pastores alemanes fueron los primeros en la historia en ser educados como lazarillos. “Fue durante la I Guerra Mundial, cuando el doctor Gerhard Stalling que atendía heridos de guerra, observó que algunos pacientes se ayudaban de los perros para moverse con mayor seguridad”,  explica Alan Halad autor de la novela La luz de la esperanza (Planeta) ambientada en ese momento histórico. ”Me cautivaron los relatos históricos sobre la primera escuela de perros guía para personas ciegas establecida en Oldemburgo, Alemania, en 1916”, añade.

Un siglo después, los pastores alemanes son considerados los Ferrari de los perros guía, según Montero su carácter se adapta muy bien a personas muy activas. “Son muy ágiles, muy rápidos, toman decisiones muy fácilmente”, afirma. Deportistas de élite y personas con una vida social muy activa como Gloria son las personalidades que mejor encajan con esta raza que es más complicada de educar.

Elisenda Stewart, entrenadora del centro de Boadilla, confirma esa dificultad. “Los labradores se adaptan muy bien a los cambios pero los pastores alemanes son más complejos porque crean mucha vinculación con su guía o con su dueño y necesitan más tiempo para adaptarse”, afirma. La capacidad de adaptación del perro es importante porque la vida del perro en su formación tiene cambios de contexto y de propietario.

Un cachorro en tu vida

Natalia es una propietaria temporal de uno de los cachorros de perro guía. Goofy lleva en su vida pocas semanas, es el tercero que acoge, estará con ella hasta que cumpla un año. El primer perro que cuidó ya vive en Sevilla con su dueño y el segundo está en fase de entrenamiento. Todos son labradores. 

“Mi madre no me dejaba tener perros así que fue la mejor forma de convencerla, con algo temporal.  El proceso es muy bonito, aunque todo el mundo diga que es triste, ver que se queda en una buena familia con alguien que realmente les necesita y que les va a cuidar es tan gratificante que merece la labor con ellos. Merece la pena cada minuto”, asegura Natalia. 

Un cachorro de labrador de dos semanas de vida en las perreras de la Fundación Once
Un cachorro de labrador de dos semanas de vida en las perreras de la Fundación Once

Es tan gratificante que merece la labor con ellos. Merece la pena cada minuto"

Natalia, voluntaria ONCE

Su primer perro lo tuvo en casa de sus padres y los dos siguientes en su propia casa. Es traductora e intérprete y teletrabaja, lo que facilita mucho la educación del perro que debe estar siempre acompañado. No puede acogerse un perro y dejarle ocho horas en casa solo, porque eso no puede pasar con un perro guía. “Hay que estar muy pendientes de ellos y sacarles con mucha frecuencia”, afirma la voluntaria.

La ONCE corre con todos los gastos del perro de acogida, envía la comida, paga el veterinario, hasta la cama y los juguetes. “Es un perro de la ONCE”, afirma. Reconoce que limita un poco su vida, si bien asegura que se adapta a sus condiciones personales. “No siento que mi vida sea muy diferente de cómo sería sin él”, afirma. Puede dejar el perro en casa de su hermano cuando lo necesita y si se va de viaje cuenta con una guardería de la ONCE, “pero nunca la he usado”.

La sala donde se preparan las comidas de los perros en la Fundación Once
La sala donde se preparan las comidas de los perros en la Fundación Once

De vuelta al centro

Tras su vida de cachorros de acogida los perros regresan al centro para su trabajo educativo. “Cuando llegan les hacemos test temperamentales y físicos, para saber si los perros van a ser idóneos como futuros perros guías. Según superan las pruebas empezamos a entrenarlos para ser los ojos de alguien en su día a día, a poder caminar por las calles resolviendo todas las dificultades que nos encontramos, tanto de obstáculos que van cambiando día a día, como de los peligros del tráfico, localizarnos las puertas de un establecimiento o incluso hacer recorridos rurales que con un bastón sería muy difícil de realizar”, explica la entrenadora del centro de Boadilla.

De esta manera los perros se convierten en los ojos del propietario, se paran si hay un obstáculo que normalmente no está en el camino, hacen una desobediencia inteligente, se niegan a caminar para avisar de un peligro y maniobran para reconducir a su acompañante.  Unas habilidades que adquieren en una media de seis meses de trabajo.

Si los perros no superan esta fase, si no resultan óptimos como perros guía pasan a adopción. Hay lista de espera de adoptantes, pero los primeros de la lista que pueden quedarse con el perro son quienes fueron su primera familia de acogida. “No sé si me quedaría el perro si no supera la fase de entrenamiento, es una responsabilidad muy grande. No me he visto en la situación y no sé lo que haría”, afirma Natalia.  

Un adiestrador de perros guía da indicaciones a un labrador en las perreras de la Fundación Once
Un adiestrador de perros guía da indicaciones a un labrador en las perreras de la Fundación Once

Con los perros aptos para guiar se inicia una fase singular para dar con el propietario adecuado. “Desde que nació el perro hasta este momento hemos dibujado un perfil de sus sensibilidades y su carácter. Si es un perro urbano, si es rural, si le gustan los niños o no.. Con los informes del Servicio Multidisciplinar de ONCE de la persona que ha solicitado el perro hacemos un emparejamiento”, explica Stewart. Es muy importante que se produzca la vinculación y la simbiosis entre perro y humano para que puedan ser compatibles el resto de su vida. 

Es el caso de Gloria ella es inquieta y lanzada, anda muy deprisa , es muy decidida y necesitaba una perro como Xaky, su pastora alemana que encaja con su carácter. 

Una retirada segura y digna

Gloria no se imagina su vida sin un perro guía. Ha vivido con ella los días del gran confinamiento de la pandemia, unos meses que trastocaron el comportamiento de todos los perros y muchos dejaron de ser válidos como perros guía. Cuando esto ocurre, cuando un perro pierde “el estándar de trabajo, por un problema de salud o por lo que sea, se jubilan antes. Pero a partir de los diez años aproximadamente, ya hay un control anual para que no se nos escape y haya por ahí trabajando un perrete que no está en condiciones bien”, explica Montero. 

Gloria, invidente, posa junto a su perro guía Xaky, una pastora alemana
Gloria, invidente, posa junto a su perro guía Xaky, una pastora alemana

Es el caso de Gulpa, una labrador negra que pasa unos días en el despacho de la responsable de perreras. Las oficinas del centro de Boadilla son un no parar, aparecen por todas partes perros que están por allí temporalmente. Gulpa va a ser adoptada, está retirada y su propietario no se ha podido hacer cargo de ella. Es el protocolo, tienen prioridad para adoptar los usuarios y sus familiares que han convivido con el perro, pero eso no siempre es viable. 

“Tengo muy claro que se queda conmigo” asevera Gloria hablando de Xaky. “No me planteo entregarla. No, no, no, no, ya que se queda conmigo hasta que pueda, hasta que se vaya, independientemente de que me pida otro perro. Hay personas que por circunstancias personales no pueden tener dos perros, pero en mi caso tengo muy claro, se va a quedar”. En caso de retornar como jubilado al centro, el perro guía no tarda en llegar a una familia de acogida. Hay lista de espera, a los perros guía no les falta cariño y gente dispuesta a comprometerse.

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