Las Médulas, el mayor complejo minero a cielo abierto del Imperio romano y Patrimonio Mundial desde 1997, afronta estos días el riesgo de que parte de su legado natural y cultural se pierda por las llamas. El incendio declarado en plena ola de calor en la comarca leonesa de El Bierzo ha afectado a varios de sus castaños centenarios, mientras la Junta de Castilla y León evalúa el alcance real de los daños.
El enclave, de más de 2.000 hectáreas, está considerado uno de los paisajes culturales más espectaculares y singulares de Europa. Sus crestones rojizos, lagunas, laderas cubiertas de vegetación y la red de canales que recorre las montañas son fruto de un encuentro prolongado entre naturaleza y acción humana. En este escenario, los ingenieros romanos desarrollaron, a partir del siglo I, la técnica de la ruina montium: un sistema que derribaba de golpe laderas enteras mediante potentes corrientes de agua, arrastrando el sedimento hasta balsas de decantación donde se separaban las pepitas de oro.
El agua se traía desde más de 100 kilómetros de distancia por una compleja red de presas, diques y canales excavados en la roca. Durante dos siglos, Las Médulas y otras minas del noroeste peninsular suministraron buena parte del oro que Roma necesitó para acuñar monedas, principal instrumento de pago y de propaganda política del Imperio. La explotación cesó en el siglo III, cuando las reformas monetarias redujeron el valor del metal y la actividad dejó de ser rentable.
Bosques protectores
Con el tiempo, el territorio fue colonizado por castañares. Los romanos introdujeron el cultivo del castaño como fuente de madera y alimento, y esos árboles han marcado el carácter de la zona hasta hoy. Los soutos y ladeiros –bosques cultivados y laderas arboladas– son una seña de identidad de Las Médulas, y su presencia ha contribuido a preservar el yacimiento frente a expoliadores, gracias a la vigilancia de los agricultores locales.
El lugar cuenta con varias figuras de protección: Bien de Interés Cultural desde 1998, Monumento Histórico desde 1931 y Monumento Natural desde 2002, con una ampliación de su área protegida en 2007. La gestión recae en la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Junta de Castilla y León.
Hasta antes del incendio, Las Médulas había logrado mantener un delicado equilibrio entre el turismo –que recibe a miles de visitantes cada año–, la conservación de su frágil ecosistema y la continuidad de actividades agrícolas y forestales tradicionales. Las rutas señalizadas y los centros de interpretación permitían recorrer el yacimiento sin poner en peligro su integridad, mientras los vecinos mantenían viva la explotación sostenible de los castañares. Ese equilibrio, trabajado durante décadas, se enfrenta ahora a una prueba decisiva.
El fuego pone en riesgo no solo un entorno de gran valor ecológico, sino también un testimonio único de la capacidad técnica de la ingeniería romana y de la interacción histórica entre el ser humano y el paisaje. Lo que fue un tesoro codiciado por Roma lucha, dos mil años después, por sobrevivir a un enemigo mucho más imprevisible que las legiones.
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