Un gesto tan habitual como tender la ropa puede llegar a ser un verdadero problema. La regulación de las ciudades ha transformado un hábito tradicional en un asunto sancionable. La tensión entre el aprovechamiento del espacio del que se disponga y la fuerza de la normativa urbanística es un debate que sigue muy vivo.
La normativa para tender
Desde hace décadas, ayuntamientos como los de Madrid y Barcelona han ido incorporando normas de un contenido tal que limitan la existencia de tendidos de ropa que sean visibles desde la vía pública. Con la finalidad de regular la imagen de calles cada vez más cargadas y turísticas, estas disposiciones nacieron en un contexto preciso. Actualmente, se encuentra en aplicación una regulación que también incluye sanciones económicas para quienes tiendan la ropa que cuelga del balcón o la pared. Las ordenanzas han acompasado también la transformación que han tenido los cascos urbanos y han determinado directamente cómo organizan la vida doméstica las personas que habitaban la ciudad.
Cambios en la forma de habitar
La construcción de edificios y el aumento de viviendas en altura transformaron la forma de pensar los espacios al aire libre. Balcones y terrazas, que habían sido considerados como espacios donde se desarrolle la vida cotidiana, se convirtieron en objetos regidos por severas normas de estética, al mismo tiempo que tender la ropa en el exterior dejó de considerarse una práctica neutra, y comenzó a convivir con los debates en torno la higiene, el orden y la homogenización de la imagen del paisaje urbano.
Por qué tender ropa puede suponer una multa
Las ordenanzas entienden que la humedad en la ropa influye en la imagen de la zona y hace perder la uniformidad estética de ciertos espacios. La búsqueda de una imagen cuidada en las zonas de turismo, o la imagen de zonas vintages, han llevado a implantar normativas que conllevan la mala imagen de la presencia de prendas en exteriores visibles. Normativas que, pese a ser muy discutibles, forman parte de la tendencia de numerosas ciudades europeas, preocupadas por la imagen del espacio público.
Un conflicto entre tradición y modernidad
A pesar de las normas, tender la ropa en el exterior sigue siendo algo arraigado en la cultura mediterránea; los hogares llevaban a cabo la ventilación y el secado por incidencia de sol como método eficaz desde hace siglos; esta tradición todavía está presente en barrios donde las casas no tienen espacio interior. Aquí la lucha entre norma y necesidad alimenta un debate urbano que no termina.
Tender sin infringir la norma
En la mayoría de comunidades autónomas se establece un ámbito en el que tender la ropa, como patios interiores, terrazas que queden fuera de la vista, o lugares habilitados y delimitados para su uso. En viviendas más grandes, la normativa obliga a reservar una zona especial para el secado, por lo que la disposición del hogar sufre algunas adaptaciones. Se trata así de encontrar una solución de compromiso entre la necesidad cotidiana y las exigencias de un urbanismo regulador y con pretensiones estéticas.
Repensar el uso del espacio doméstico
Las terrazas y los balcones tienden a funcionar como extensiones improvisadas del hogar y a llenarse de objetos o, incluso, a convertirse en improvisados tendederos, pero las nuevas tendencias arquitectónicas están, a su vez, intentando restablecer a estos lugares su condición de espacios abiertos y funcionales, lo que implica también especificar dónde se puede tender sin infringir ninguna norma. La reordenación del espacio del hogar se presenta como una alternativa útil para evitar las sanciones al mismo tiempo que se intenta adaptarse a un modelo urbano en permanente transformación.
En suma, la regulación parece una lucha eterna entre urbanismo moderno y costumbres arraigadas para la vida cotidiana. Por un lado, hay quienes defienden una estética continua; por otro, quienes defienden el derecho a utilizar el espacio en función de las necesidades básicas de la vida diaria. El debate sigue abierto y continúa dibujando el paisaje de muchas de las ciudades españolas.
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