Ray Zapata ya puede ir haciéndose un hueco para un nuevo tatuaje. La ocasión lo merece: es subcampeón en los Juegos Olímpicos de Tokio. El gimnasta español de origen dominicano ha finalizado segundo en la final de suelo con una puntuación de 14,933 y se lleva una plata que por un suspiro no ha sido oro.

El gimnasta de 28 años acabó con la misma puntuación que el campeón, el israelí Artem Dolgopyat. Ambos recibieron un 8,433 en la ejecución, pero la dificultad del ejercicio del español fue de 6,5 y la del israelí, de 6,6. Pese a que Dolgopyat fue penalizado con una décima, el oro se lo queda él por haber elegido una actuación de mayor dificultad.

Zapata decidió no arriesgar y no mostró el Zapata II, una acrobacia que le habría dado más puntuación pero mucho más difícil de ejecutar. Sin embargo, le ha valido para asegurarse la plata, la primera medalla para la gimnasia artística española desde Gervasio Deferr en Pekín 2008.

En uno de los gemelos tiene un tatuaje con el movimiento Zapata I, el que le ha valido la plata. El bronce mundial de 2015 lo lleva grabado en un pectoral y en el otro, un tigre. Un poco más abajo, a la altura de la cintura, luce los aros olímpicos. Ahora tendrá que pensar qué y cómo estampa en su cuerpo lo que acaba de lograr.

El ojo de Gervasio Deferr

Nacido en República Dominicana el 23 de mayo de 1993, su historia con la gimnasia escapa a la lógica habitual. Tras llegar a España con su madre en 2002, instalados en Lanzarote, no fue hasta los 11 años cuando se fijó por primera vez en la gimnasia, después de ver a su amiga de su hermana entrenar.

He conseguido grandes resultados gracias a que Deferr me apoyó"

Empezó a saltar, a hacer piruetas y mortales y su sueño era convertirse en un gimnasta profesional. Pero el tiempo pasaba y muchos le miraban con recelo porque todavía no había despuntado cuando tenía 17 años. Intentó entrar en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Madrid, pero le dijeron que "era demasiado mayor", según sus propias palabras. Gervasio Deferr, leyenda de la gimnasia española, había sido campeón europeo júnior con 17 años y con 19 estaba celebrando en Sídney su primer

"Llevaba muchísimo tiempo intentando entrar, pero me decían que no por la edad. Tenía 17 años. Era muy mayor. Iba un par de años tarde y mi base era muy, muy escasa”, admitió el atleta en una entrevista en el podcast Imparables. Y ahí apareció el ojo de Deferr: le dio igual la edad, él vio talento. Junto a Víctor Cano, otro atleta olímpico, Deferr viajó a Lanzarote para convencer al entorno de Zapata de que se instalara en el CAR de San Cugat.

"He conseguido grandes resultados gracias a que él me apoyó", indica Zapata sobre la ayuda que recibió de Deferr, campeón olímpico en portro en Sídney 2000 y Atenas 2004 y plata en suelo en Pekín 2008. Zapata entrenó en Barcelona tres años antes de mudarse definitivamente a Madrid.

La decepción de Río 2016

A los Juegos de Río 2016 llegó como opción de medalla para España después de firmar el bronce en el Mundial anterior, pero no logró ni meterse en la final. Fue undécimo. "Fui con opciones de hacer cosas grandes. No lo conseguí porque me acojoné bastante. Fue así", admitió recientemente en una entrevista con la agencia EFE.

Tras esa decepción, tuvo que pasar por el quirófano a finales de 2017 por una lesión en el tendón de Aquiles. Estuvo siete meses de baja y el regreso le costó mucho más de lo que había imaginado. Semanas, meses, durmiendo dos y tres horas por día dándole vueltas a la cabeza. El trabajo no daba sus frutos, pero con la ayuda de su entrenador y del psicólogo recondujo su carrera.

Zapata aprovechó el retraso de Tokio 2020 por la pandemia para realizarse una operación y retirar unas calcificaciones en un tobillo y el 31 de mayo tuvo a su primera hija, de nombre Olympia. Nada más acabar su ejercicio, sacó un babero con su nombre. Para ella va esta medalla, la del desquite.