En el metro, en la prensa, en los aledaños del estadio y en cualquier lugar. La palabra más repetida por los aficionados madridistas estos últimos días para referirse a las semifinales de Copa que les enfrentaban al Barça era "oportunidad". Y ciertamente lo era. No sólo de ponerse a un paso de la final y de confirmar un gran momento de forma, sino también de hundir al Barça en un mar de dudas que quién sabe si podría haber conseguido incluso que perdieran una Liga que tienen prácticamente ganada. Pero no sucedió así finalmente.

En un partido muy pobre, pero que el Madrid dominó casi en todo momento, el Barça decidió por primera vez ceder el control del juego y competir a través de una defensa que volvió a recordar a la que sólo ha encajado ocho goles en lo que va de Liga. El equipo culé ni brilló ni quiso brillar, y aprovechó su único tiro a puerta para marcar el solitario gol del partido. Lo hizo con ayuda de Militao, que fue finalmente el que introdujo el balón en propia puerta, y del VAR, que revisó la posición de Kessié para dar el tanto como válido.

Un resultado que sabe a gloria para los culés tanto por el momento en el que llegaban como por cómo ha transcurrido el partido. La vuelta, que tendrá lugar dentro de un mes en el Camp Nou, cobra ahora otro significado para ambos equipos, que podrán recuperar a jugadores importantes y que, quizás, lleguen en estados de forma muy diferentes a los del primer partido.

El Clásico copero ha sido también la oportunidad elegida por los aficionados madridistas para protestar por el caso Negreira y mandar un mensaje a su propia directiva, que hasta el momento ha decidido mantenerse al margen de la polémica. Antes del partido un grupo de aficionados merengues se manifestó frente al Bernabéu con una pancarta donde podía leerse el lema "¡Corrupción en la Federación!" y mientras repartían billetes de 500 euros con la cara del presidente culé, Joan Laporta. Un cántico que durante el partido se repetiría varias veces.

Previa

Ambos conjuntos afrontaban el partido en dinámicas completamente distintas. Los blancos llegaban crecidos tras la goleada en Anfield y con la mirada de esta temporada puesta otra vez en la Champions. Aunque sin descuidar una Liga que casi daban por imposible y en la que aún siguen estando lejos, pero que aún no está sentenciada después de la derrota del Barça frente al Almería. Ancelotti, que no podía contar con los lesionados Alaba y Mendy, alineó un once de gala con Nacho como lateral izquierdo, cuatro centrocampistas y Benzema y Vinicius arriba.

Por su parte, el Barça llegaba al Bernabéu tocado después de la eliminación de la Europa League y la derrota en Liga, en un día que parecía propicio para asestar el golpe definitivo al título. A ello había que sumar cuatro bajas capitales para los azulgranas: Lewandowski, Pedri, Dembélé y Christensen, que arrastraba molestias en el tobillo y estuvo en el banquillo todo el partido. Contando con que Busquets acaba de salir de una lesión y Araújo arrastraba en los últimos días molestias, la mitad del once de gala blaugrana estaba tocado o, directamente, fuera de juego. Xavi reconfiguró la alineación introduciendo a Marcos Alonso como central y a Ferran Torres como delantero, más Kessié y Raphinha, que vienen siendo habituales últimamente.

Primera parte

El Madrid no tardó en avisar. A los 30 segundos del pitido inicial un balón filtrado desde la izquierda puso a Modric con vía libre hacia Ter Stegen. El croata, que estaba un poco escorado, se terminó entreteniendo y sólo pudo disparar al lateral de la red después de que Koundé le encimara.

En los primeros compases el Madrid estaba claramente más cómodo, a pesar de no poner a prueba al guardameta culé. El desequilibrio blanco llegaba o bien mediante alguna internada de Vinicius, que comenzó el partido muy activo, o bien mediante fallos culés, que erraban mucho en la salida de balón y dejaban mucho espacio en su banda izquierda, defendida por Balde, Kessié y Gavi.

Precisamente en una pérdida de balón del marfileño, que se echó la bola demasiado larga, llegaría la ocasión más clara del Madrid. Camavinga robó el balón en medio campo, Valverde se la dio a Modric y el '10' merengue puso un centro medido a Benzema, que la bajó con el pecho y la mandó al fondo de la red. El francés estaba adelantado, así que el colegiado anuló el tanto y el VAR ni siquiera tuvo que revisarlo mucho.

El Barça no sufría pero no controlaba el juego y estaba siempre lejos de la portería de Courtois. Sobre todo Ferran Torres, que no estuvo nada inspirado durante el partido, fallando en los controles y pases y cayendo en fuera de juego en varias ocasiones. A falta de brillantez, los de Xavi tiraron de casta para competir, aún estando muy incómodos.

En esas estábamos mediada la segunda parte cuando un forcejeo entre Vinicius y De Jong, más propio de la lucha libre, se saldó con amarilla para el brasileño, que se perderá la vuelta por acumulación de tarjetas. La jugada encendió al extremo merengue, que se alejó haciendo aspavientos, y también al Bernabéu, que clamó de nuevo contra el árbitro y contra la Federación.

Sólo un minuto después llegaría el único tanto del partido. Camavinga perdió el balón en el centro del campo, Ferran se la pasó a Kessié y el marfileño arrancó con la bola desde el medio campo hasta ponerse en frente de la portería blanca. Courtois consiguió repeler el disparo, que finalmente golpeó en Militao y entró en su portería. El tanto no subió al marcador en primera instancia, pero el VAR, después de un par de minutos revisando la jugada, finalmente concluyó que no había fuera de juego.

A partir de entonces el partido se igualó un poco más. El Madrid tuvo una ocasión muy clara de Carvajal, que intentó empalar de primeras de bolea un centro de Kroos y la mandó a las nubes. El Barça no volvió a inquietar a Courtois, pero tuvo un par de llegadas peligrosas desde la banda izquierda que finalmente acabaron en nada.

Segunda parte

El Madrid metió una marcha más desde el inicio de la segunda mitad y de nuevo tuvo varios acercamientos peligrosos, aunque sin ninguna intervención de Ter Stegen. El Barça, que había mejorado e igualado el choque, estaba defendiendo continuamente al borde de su área.

Raphinha desaprovechó un balón largo peligroso al espacio, pero el Barça no parecía especialmente preocupado por cederle la iniciativa al Madrid. Viendo que el encuentro se comenzaba a igualar de nuevo y volvía una tónica parecida a la primera mitad, Ancelotti decidió mover el banquillo rápido. En el minuto 66 introdujo un cambio ofensivo, quitando a Nacho y retrasando a Camavinga al lateral izquierdo para meter a Rodrygo como extremo por la derecha.

Sólo un minuto más tarde Xavi reaccionó también con su primer cambio. Ansu Fati, que reaparecía en la convocatoria después de perderse el último partido por una contusión, sustituyó a Raphinha. Los cambios sentaron mejor a los culés, que en los siguientes minutos tuvieron un acercamiento peligroso por parte de Ferran Torres, que no consiguió rematar un centro desde la izquierda, y una ocasión clarísima de Kessié, que disparó completamente solo dentro del área. Su balón dio en Ansu Fati y se marchó por poco.

El Barça parecía ahora más entero y Ancelotti quiso volver a agitar el encuentro metiendo a Tchouaméni por Kroos. A partir de entonces el Madrid se instaló en tres cuartos de campo y lo fio todo a centro laterales que la defensa culé repelía sin mucha dificultad. Precisamente con la idea de poder rematar alguno el tercer cambio blanco fue Álvaro Rodríguez, el delantero de 1,92 de altura de la cantera que venía de marcar el gol del empate en el derbi contra el Atlético.

Los últimos minutos transcurrieron sin más ocasiones, salvo un tiro de Rodrygo que pasó cerca del palo derecho. Xavi quitó a Kessié y dio entrada a Sergi Roberto para oxigenar el centro del campo y el Barça dio por bueno un resultado que muchos culés habrían firmado antes de empezar el partido. Siguiente round, el 5 de abril en el Campo Nou con una final de la Copa del Rey en juego.