La nostalgia sigue apoderándose de nosotros. La revolución digital que cambió las industrias culturales y del ocio no ha podido con nuestro apego sentimental al siglo XX. Los últimos en resucitar son los juegos de arcade, los marcianitos, las moscas, el comecocos, el Tetris, Cadillacs and Dinosaurs: los juegos de los desaparecidos billares o recreativos. La moda viene de EEUU, donde se han extendido los clubes y los lugares donde revivir la experiencia arcade. El síntoma de que está adquiriendo importancia es que en Las Vegas se han multiplicado los lugares donde en vez (o además) de la tradicionales tragaperras se instalan máquinas de arcade.
En la céntrica plaza de La Luna de Madrid, junto a la Gran Vía, un grafiti de una máquina arcade con el nombre "Next Level" indica el lugar en el que los jugones amantes de los clásicos pueden formar parroquia en Madrid. Daniel de 31 años y Miguel de 32 son los fundadores del primer bar de copas de Madrid en el que se puede jugar gratis a las maquinitas de los ochenta tomando una cerveza. "En Estados Unidos se lleva haciendo hace varios años y se ha extendido en otros países de Europa. En Madrid faltaba una alternativa, en ciudades como Ávila o Reus sí que tienen recreativas de este estilo, pero en Madrid no había nada con este concepto", explica Miguel.
En billares o recreativos, se llamaban así indistintamente, se pasaron muchas horas los niños que crecieron durante las décadas de los setenta, ochenta y noventa. Y cuando las máquinas de arcade no estaban en estos lugares estaban en los bares y cuando uno ponía una máquina nueva desfilaban los chiquillos por el bar Pepe de turno a ver "el juego de las olimpiadas", o uno "nuevo que se llama Tetris". Podías tener siete años y permanecer horas pegado a una máquina con ducados humeantes en tu cara viendo cómo jugaban otros y aprendiendo trucos que aplicar cuando juntaras cinco duros.
El bar de la plaza de la Luna está abierto desde comienzos de marzo y ya tiene visitantes repetidores. Rubén de 27 años es de Almería y es la segunda vez que va a jugar, "vengo porque me gusta y yo he crecido con estos juegos y cerca de casa estaba una de las recreativas de Roquetas de Mar que fue de las últimas en cerrar en Almería", cuenta. Ahora se dedica a la traducción, vive en Madrid y juega feliz al Cadillac and Dinosaurs. A pocos metros de él, beben cervezas y se divierten David y Santiago, son informáticos y tienen 32 años. Juegan al Virtual Tennis. "Cuando éramos pequeños ya existían estos juegos y nos pasábamos las mañanas en los recreativos y en los bares; antes estaban en todas partes", explican.
Los juegos Arcade estaban llenos de trucos, rutinas y conocerlas te convertía en un sabio. La figura del experto siempre estaba presente cuando la chavalada se apiñaba alrededor de aquellos muebles de dos metros con unas enormes pantallas de tubo, compartiendo partidas, pasando pantallas o sólo viendo jugar a otros: “cuidado por ese lado”, “ahora dispara mucho y ponte arriba”, “patada alta, patada alta y barrido”, “dispara desde el centro”, “¿te lo paso?, ¿te lo paso?”. El niño experto a veces se llevaba una toba del jugador, el mundo de los recreativos era así. Pero por su saber hacer y adicción por las máquinas no se movía del lugar y aguantaba hasta el final “¿Lo ves pringao, te me han matao? En los billares la “d” no se estilaba ni en los adjetivos y ni en los participios.
"La cultura arcade se estaba muriendo a finales de los noventa y la entrada del euro fue un cambio brutal en el precio cuando una partida costaba cien pesetas pasó a costar un euro -era casi un 40% de diferencia- y estos juegos requieren de mucha maestría, mucho tiempo invertido que era difícil de soportar con ese precio", explica Miguel de Next Level.
Asociaciones de arcade
La cultura arcade se salvó del olvido por asociaciones de jugones que gracias a foros de Internet se mantenían en contacto. Ese es el caso Arcade Vintage, una asociación de Petrer, Alicante, formada en 2013 y que fue la primera en contar con un local propio con máquinas. "Se trata de un asociación cultural que gestiona un salón recreativo privado en donde hacemos muchos eventos durante todo el año. El más importante para nosotros y la cultura arcade de nuestro país: la Arcade Con. Es un evento en el que reunimos a todas las asociaciones y programadores de juegos arcade de toda España y parte de Europa durante un fin de semana de convivencia donde, a parte de ese gran momento social de estar todos juntos compartiendo ideas y proyectos, además realizamos talleres, charlas, torneos aparte de muchas cosas mas", explica su presidente José María Litarte.
En esta asociación se han especializado en máquinas originales made in USA, muchas de ellas únicas en España, de finales de los 70 principio de los 80, la primera época dorada de los juegos arcade. Cuentan con máquinas como el PONG, Space Invaders, juegos de Atari como Asteroids o Centipede y de la empresa Namco/Midway como Pacman, Galaxian o Galaga. Muchas de las máquinas que tiene son de fuera de España. "Hace tan sólo unos días nos recorrimos más de 4.000 kilómetros para recoger un par de máquinas muy especiales en Francia, pero también tenemos una buena representación de las máquinas típicas que encontrábamos en los recreativos españoles durante los 80 y la década de los 90", explica Litarte.
"En Arcade Vintage cuidamos mucho la experiencia del jugador, por ello lo que más nos gusta es jugar en su formato original ya que muchos de los arcades llevan diferentes periféricos y combinaciones de botones o joysticks que son muy difíciles de reproducir hoy en día en paneles genéricos. Por eso, restaurar las máquinas a su formato original es sumamente complicado, hay que pedir piezas a Estados Unidos o Japón, incluso estar años a la espera de que salga una pieza en particular para alguna de las máquinas", cuenta el presidente de la asociación.
Daniel, la parte más técnica de Next Level, coincide con Liarte en la dificultad del mantenimiento de las máquinas: "Es complicado encontrar repuestos y no hay gente especializada en arreglarlas. Todo el mundo está jubilado, así que tienes que buscarte un poco la vida viendo fallos que has arreglado antes y en foros en Internet en los que te explican fallos y cómo arreglar averías". La paradoja de estas máquinas, que raramente llegan al mega de capacidad, es que son más difíciles de arreglar que un ordenador de nuevo porque no hay recambios y los que hay son caros.
Un mercado vintage
Alrededor del arcade está surgiendo un pequeño mercado que ha dado para que José Luis Moreno lleve tres años con su empresa Rex Arcade. "Escogimos ese nombre en honor a los dinosaurios, el producto arcade se había extinguido y nuestra intención era poder llegar a revivirlo", explica el CEO de esta empresa de Sabadell. Su negocio es, además de la restauración de máquinas clásicas, el de la fabricación y personalización de máquinas recreativas nuevas. "El producto en sí respeta unas formas originales y podemos seguir viendo el mismo producto de antaño, pero con muchos más juegos, hasta 15.000. Se trata del producto arcade de nueva fabricación que sigue cogiendo forma con las nuevas tecnologías hardware y software en lo que respecta al interior de la arcade". Los compradores finales del producto suelen utilizarlo para decoración, entretenimiento particular y empresarial con diseños de marcas.
La cultura arcade no se queda en el mero juego, iniciativas como la web Recreativas.org que muestra la cara enciclopédica del fenómeno con una base de datos sobre el mundo arcade o la editorial Héroes de Papel, sello sevillano especializado en cultura gamer que cuenta con títulos dedicados al Tetris o a la historia de Nintendo nos dan la medida de lo serio que se toman los amantes del arcade el asunto. “Podríamos decir que las máquinas arcade son el germen de la cultura gamer. Los salones recreativos fueron aquellos lugares a los que ahora pintamos canas acudíamos ilusionados a descubrir otros mundos en las pantallas de esas máquinas. Muchos de los recuerdos de nuestra infancia tienen que ver con esos juegos y han dejado una huella imborrable en nuestra memoria", explica Isaac López de Héroes de Papel. La infancia, de nuevo, a flor de piel. Así no hay manera de crecer.
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