Tenía 22 años cuando murió, cuando se suicidó por una depresión. Su obra consta de 800 fotografías, aunque sólo tomó fotos durante nueve años. Suficientes para que Francesca Woodman (Denver, 1958 – Nueva York, 1981) sea una de las artistas más estudiadas e influyentes de la fotografía actual.

“Woodman fue un genio en el sentido de que se anticipó a su tiempo. Y también porque tuvo una precocidad y un desarrollo de su carrera de gran coherencia y madurez. La artista partió de su propio cuerpo para crear metáforas universales sobre la existencia. Y creó en tan solo nueve años -desde su adolescencia hasta su temprana muerte a los 22 años- un maravilloso corpus de obra”, explica Efrain Bernal, director del Espacio Bernal, que acoge la muestra Francesca Woodman: Ausencia/ Presencia, hasta el 30 de mayo.

Su obra tiene más valor aún si tenemos en cuenta que "en su época la fotografía no tenía aún el estatus artístico que tiene hoy en día. Y al cual indudablemente Woodman contribuyó con su genial preciosidad y su gran talento", destaca Bernal.

La articulación Ausencia / Presencia es "uno de los ejes del trabajo de Francesca Woodman", explica el galerista. En este espacio se podrán ver 30 obras de la fotógrafa siguiendo esta temática. "La exposición incluye obras desde su temprano autorretrato a los trece años hasta sus últimas fotografías de comienzos de los años 80, y tanto la selección de las obras como la temática de la exposición han sido aprobadas por los propios padres de la artista: Betty y George Woodman", explica Bernal.

Para el juego de estar y no estar la fotógrafa utilizó su cuerpo como parte fundamental de su obra. "Con su trabajo, Woodman reivindica la conciencia del cuerpo femenino y la importancia de la representación. La mujer como artista y como sujeto de la obra, una modelo en movimiento que rompe con el rol que le ha sido históricamente asignado, haciendo una disyunción entre el ser y su representación", señalan desde la galería. Una ausencia y una presencia que trasciende su planteamiento visual para hacerse biográfico y para marcar a la fotografía contemporánea. Porque fue su ausencia, cuando arrojó su cuerpo desde su piso en Manhattan, lo que consolidó su presencia, y dentro de la fotografía, su omnipresencia.

Una obra por misteriosa

El trabajo de Woodman también se puede ver hasta el 7 de mayo en el Museo Patio Herreriano de Valladolid, donde se expone Francesca Woodman. Obras de la Colección Sammlung Verbund. Viena. En esta muestra se pueden ver otras 49 obras de la fotógrafa. Los números importan al hablar de esta fotógrafa ya que todavía no se han publicado o expuesto la mayoría de sus fotos, que siguen siendo un misterio. La manera más completa de acercarse a ella es a través del monográfico de Phaidon dedicado a su figura, que contiene 200 imágenes de su archivo.

En este ensayo se aporta una amplia visión a la compleja personalidad de la fotógrafa ya que cuenta con la participación de su familia y de su amiga y artista Betsy Berne, quien asegura que tiene sus propias teorías de por qué su amiga, con quien pasaba tanto tiempo riéndose y haciendo bromas, se suicidó. Pero no las comparte porque no aportan nada; ella se queda con su humor. Asegura que si no se hubiese suicidado habría triunfado y habría encajado en el mundo del artisteo, de la retórica de la críticas y el mercado del arte, porque, según su amiga, a ese juego sabía jugar, pero sobre todo se habría reído de todo. Quién sabe si no era esa la idea.