La atracción de Picasso por la cultura clásica, el esplendor de los cuerpos, la celebración mitológica y sobre todo la tauromaquia son los ejes sobre los que gira la exposición Picasso y el Mediterráneo, presentada hoy en la Fundación Canal, donde permanecerá hasta mediados de agosto. La muestra se compone de un total de 91 obras, la mayoría grabados, y algunas ilustraciones y cerámicas, procedentes de la Fundación Picasso Museo Casa Natal de Málaga. Casi la mitad de las piezas reflejan la pasión del pintor malagueño por la tauromaquia.

"Picasso fue un gran aficionado a los toros y sentía fascinación por todo lo relacionado con la tauromaquia", ha recordado Mario Virgilio Montáñez, jefe de promoción cultural de la fundación Picasso. Montáñez ha subrayado que esa afición le venía de niño, cuando jugaba con muñecos de plomo que representaban toreros y por influencia de su padre, que desde pequeño le llevó a corridas de toros y le permitió conocer a figuras de la época como el torero Cara Ancha.

"Para Picasso la tauromaquia no es sólo un espectáculo de amor y muerte sino también una manera de volver a los orígenes", ha destacado Montáñez en un recorrido con periodistas. Las obras expuestas, que abarcan buena parte de su vida, desde 1905 a 1971, evidencian, además de la importancia de la tauromaquia como motivo creativo, la evolución artística del autor del Guernica, partiendo de la representación realista hacia una paulatina simplificación de las figuras.

Picasso era un artista siempre inquieto y nunca sometido a una sola escuela estética"

Hay litografías de corridas junto a cabezas de toro, animales de cuerpo entero o convertidos en seres alados e ilustraciones como las que realizó en 1929 para el libro de Balzac La chef d'oeuvre inconnu. El segundo apartado de la exhibición, mucho más escueto, se centra en el desnudo, en un estilo heredero de la iconografía griega y romana. Es una representación sin prejuicios, que rompe códigos de la época, y que está impregnada de libertad y sensualidad.

Destacan aquí obras como el plato de cerámica Escena de playa (1956) que evoca los veranos pasados por el artista en la playa de La Garoupe, en Antibes y en Juan Les Pins. A continuación entran en juego faunos, minotauros y centauros, criaturas imaginarias de la mitología clásica que en la obra de Picasso pueblan a menudo escenas de vitalidad, exaltación y disfrute y que demuestran, según Montáñez, que "Picasso era un artista siempre inquieto y nunca sometido a una sola escuela estética".

Una serie de grabados que recogen referencias en la obra de Picasso de la Biblia, el mundo árabe y la antigüedad clásica"

El recorrido concluye con una serie de grabados que recogen referencias en la obra de Picasso de la Biblia, el mundo árabe y la antigüedad clásica. Grabados como Salomé y La danza bárbara, de 1905 -las más antiguas de la muestra- en los que aparece una bailarina y un desnudo masculino tomado de los modelos griegos. O tres variaciones de David y Bethsavé (1947), basadas en una pintura de David Cranach que destacan por su sensualidad encubierta.

La referencia a la antigüedad clásica también tiene cabida a través de la pequeña figura togada que contempla el paso de la carreta siciliana en Degas soñando. Pareja en carro siciliano y hombre joven con toga (1971). En cuanto al mundo árabe, sus huellas están impresas en las cuatro versiones de Las mujeres de Argel, según Delacroix (1955), que también demuestra la admiración que sentía el maestro cubista por el pintor romántico francés.

La exposición se abre al público mañana y podrá visitarse hasta el 15 de agosto. La Fundación Canal ha programado en este periodo visitas-taller para niños de entre 3 y 12 años, así como visitas guiadas para adultos.