Se conocieron en el café Boston de Buenos Aires, gracias a una amiga en común. Por aquel entonces, Julio sólo era Julio y ella una joven más interesada en la literatura que en él. Pero el flechazo fue instantáneo, desde el primer momento vivieron con intensidad sus encuentros, sus cafés, sus charlas, su pasión compartida por los libros.
No tardaron en hacer de sus vidas una. Aurora Bernárdez se mudó a París un año después que Cortázar y no se volvieron a separar hasta 1967. Ella escribía relatos y poemas. De él no hace falta hablar, de su Maga, de sus cuentos, ya está todo dicho. Julio Cortázar alcanzó la cumbre de la literatura, Aurora no llegó a publicar nunca, se dedicó a traducir sus textos, a editarlos, mientras, según el propio Vargas Llosa, "decidió que sólo había un escritor en esa casa". Optó por quedarse en la sombra.
Su inteligencia y su cultura fueron alabadas por todos, decían que incluso era más lista que él. Ahora, casi tres años después de su muerte, la editorial Alfaguara reúne su obra y la publica este 22 de junio. Lo hace bajo el nombre de El libro de Aurora. El primero, el único.
En él se recogen algunos textos, sus poemas y sus relatos. También la única entrevista que dio en su vida, a su amigo Philippe Fénelon, que ha sido el impulsor de esta publicación. Según unas declaraciones que el compositor ha realizado a la agencia EFE, este libro es "la mejor manera de hacer un homenaje a Aurora"
Nunca quiso hacerse valer como escritora, aunque tampoco destruyó lo que hizo"
"Después de su muerte encontramos entre sus papeles unos poemas que había escrito y unos cuentos, que ella no había destruido, pues aunque nunca quiso hacerse valer como escritora, tampoco destruyó lo que hizo", añade, como si los hubiera dejado a propósito, como si pensase que alguien descubriría su valor. Quizá durante su vida prefirió no competir con el genio argentino, quizá le dio miedo perder o vencerle y perderle. "Julio fue un hombre para afuera, mientras yo seguí siendo para adentro", aseguraría ella.
Ahora, estos poemas, estos relatos, revelan algo más sobre Aurora. Sobre sus silencios, sus miedos, sus inquietudes. Nos muestran la personalidad de una mujer que, aunque ya separada del argentino, se convirtió en su albacea y le cuidó en sus último días. "Férrea guardiana de su intimidad, nos ofrece ahora en primera persona el testimonio emocionante de toda una vida dedicada a la literatura, y su propia obra", aseguran desde la editorial.
Lo hace a través de 70 poemas y ocho relatos, lo hace, sobre todo, a través de su infancia en Buenos Aires, de sus viajes y de su admiración por otros escritores, pintores, artistas. En sus cuadernos aparecen mencionados Pizarnik, Saint-John Perse, Silvina Ocampo o Andy Warhol, como si fuesen compañeros de viaje. Ahora, lo único que queda por publicar de Aurora son sus cartas, su correspondencia, quizá su lado más secreto.
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