Excesivo, corpulento, enorme, tanto por su físico como por su voz. Se cumplen 10 años de la muerte de Luciano Pavarotti, el tenor más grande de todos los tiempos. Bueno, para no ofender a los expertos, uno de ellos. Pavarotti falleció en Módena el 6 de septiembre de 2007 víctima de un cáncer de páncreas.

Puede que por respeto no pueda ser bautizado como el más grande, pero lo que resulta indiscutible es que fue el tenor que popularizó la ópera. De hecho, la compañía discográfica Decca ha editado un cofre recopilatorio que ha bautizado como El tenor del pueblo para conmemorar el décimo aniversario de su muerte.

Una década después, el trono continúa sin dueño. En la pole anda Juan Diego Flórez al que la crítica siempre califica como su heredero. El peruano rehúsa y prefiere verse reflejado en Alfredo Kraus. “Coincidimos viviendo en Pésaro, fue un privilegio conocerle, no olvido sus consejos y sus charlas. Nuestro repertorio es similar, pero mi voz se encuentra más cercana a la de Kraus”, confiesa el cantante peruano.

Pavarotti fue un tenor incombustible que poseía una bella voz de brillantes agudos y elegante estilo

El niño Luciano soñaba con ser futbolista. Su padre, panadero, aficionado a la ópera, con voz de tenor y pánico a las multitudes, fue el encargado de inocular el veneno musical al pequeño. De hecho, la primera vez que pisó un escenario lo hizo de su mano en el coro de Módena, su ciudad natal. Desconfiado, el futuro tenor, antes de entregarse en cuerpo y alma a la música, decidió convertirse en maestro, profesión que ejerció durante dos años.

Pavarotti cantaba con soltura, sin esfuerzo, con la facilidad de quien se dirige al prójimo. El óxido del tiempo transformó al niño enfermizo de la posguerra en un torbellino de pasión.

Debutó como tenor lírico con el Rodolfo de La Bohème, el 29 de abril de 1961 en la ciudad italiana de Reggio En 1963, en el Covent Garden de Londres, sustituyó a Giuseppe di Stefano para el mismo rol, interpretación que le valió un gran éxito de crítica y público. Desde ahí, el resto ya es Historia, triunfó en los grandes teatros de ópera del mundo con roles como Nemorino (L'elissir del amore), Cavaradossi (Tosca), Enzo (La Gioconda), Fernando (La Favorita), Arturo (I puritani) y Manrico (Il trovatore), entre otros.

El 24 de febrero de 1968, en el Palacio de la Ópera de Berlín, Pavarotti logró el que fue, durante mucho tiempo, el aplauso más largo de la historia. Interpretando El elixir de amor, el tenor arrancó al público un aplauso de 67 minutos, ovación que hasta ahora sólo ha sido superada por Plácido Domingo.

Acercó la ópera al pueblo con el espectáculo Los tres tenores, en el que contó con un recuperado Carreras y con Plácido Domingo

Con los años, Luciano Pavarotti cruzó los escenarios europeos para triunfar en todo el mundo. Acercó la ópera al pueblo con el espectáculo Los tres tenores, en el que contó con un recuperado Carreras y con su, hasta entonces, irreconciliable Plácido Domingo. Juntos pasearon el espectáculo en todas las ciudades del mundo con resultados de audiencia espectaculares.

Fusionó su arte con estrellas del pop como Elton John o Liza Minnelli. En 1997 inauguró en Mostar (Bosnia-Herzegovina) el centro musical Pavarotti Music Centre, gracias a los beneficios obtenidos en las giras del espectáculo Pavarotti & Friends en 1995 y 1996. Además, se involucró en proyectos solidarios en Guatemala y Kosovo (1999), y en Camboya y el Tibet al año siguiente.

Pavarotti fue un tenor incombustible que poseía una bella voz de brillantes agudos y elegante estilo, que apenas perdió color con el óxido del tiempo.