Como un fogonazo. Volviendo por la A-6 este fin de semana para no salirnos del confinamiento perimetral, ni sentirnos en él por una opípara comida campestre entre convivientes, descubrí de nuevo la señal. Era de tráfico, pero no de la DGT. Se indicaba la vuelta de la corriente alterna y corriente contínua. En el enorme rótulo ponía sencillamente AC/DC.

Me ilusionó comprobar que la industria musical vuelve a sacar dinero para lanzar un disco. Tanto como el hecho de que ahí siga intacto uno de los emblemas de una juventud, forjado a base de bolígrafo bic en las cazadoras vaqueras sin mangas de mis compañeros “heavys” de clase. Curiosamente, el uniforme escolar (elegido tras probar con varios superhéroes) forma parte del vestuario de Angus Young, dentro de una de las bandas más importantes de la Historia del Rock.

Ha vuelto AC/DC. Y sea el lector de esta cuerda (de guitarra) o no, sepa que esta banda es mucho más que un grupo de rock. Vámonos a la noche de fin de año de 1973. En nuestro país Eva María se había pasado el verano entero buscando el sol en la playa, y lo petaba Manolo Escobar. Pero estamos en las antípodas, en un local abarrotado llamado Chequers en los suburbios de Sidney. En esas paredes había resonado “la voz”. Sí, la de Frank Sinatra, por ejemplo. Unos hermanos escoceses, los Young de toda la vida, armados con los instrumentos de mayor consumo eléctrico a su alcance, se suben al escenario improvisando durante cinco horas acompañados de unos músicos que no tardarían en reemplazarse, cantante incluido.

Y es que han sido tres las voces que han sabido acompañar la potencia de los “guitarreos” más potentes del heavy mundial con sus gorgoritos rotundos. Bueno, en realidad han sido 25 los músicos que pasaron por la banda, nada menos. El vocalista legendario de las siglas de la corriente alterna y continua, Bon Scott, protagonizó uno de los polos negativos cuando el 19 de febrero de 1980, tras una gran borrachera en el Camden Town de Londres, pidió pasar la noche en el coche de un amigo para dormirla. Con 33 años de edad, se convirtió en mártir de la causa al ahogarse en su propio vómito. Algo que no tiene nada de deshonroso para Barón Rojo, que dedicó una canción para él y otros tantos muertos en acto de servicio a la vida de “rockero”.

En cada concierto de Rock & Roll.
Las campanas doblan por Bon Scott
pos Janis, Lennon, Allman, Hendrix,
Bolan, Bonhan, Brian y Moon.
pos Janis, Lennon, Allman, Hendrix,
Bolan, Bonhan, Brian y Moon.

Todo un firmamento en el cementerio. A lo nuestro: el nuevo disco de estos generadores de corriente sigue dando calambre. La voz de Brian Johnson (ojo, 73 años ya) que durante dos años se estuvo recuperando, vuelve a empastar perfectamente con un sonido tan característico como imprescindible desde 1980.

No deja de ser llamativo que de tanta marcha una banda liderada por un “colegial” de apenas 65 años y que entre los 5 ahora sumen 338. Si pusiéramos una vida detrás de la otra nos tendríamos que remontar a 1682 para llegar a este lanzamiento. Para que digan.