Hay un término muy concurrido que hace referencia a la relación visual que muchos usuarios de Netflix tienen con gran parte de su contenido: el hate-watch, la fusión de las palabras ver y odiar en inglés, o lo que viene a ser una aceptación de la dudosa calidad de los materiales que copan su parrilla virtual.

La plataforma suele recibir críticas constantes acerca de cómo otorga más peso a la cantidad que a la calidad, aunque nunca a nadie le amargó un dulce. En las tardes de domingo existencialistas en las que te apetece raparte la cabeza y junto a tu manta tienes el Olimpo de la diabetes, nada entra mejor que una historia básica en la que dos protagonistas blancos se enamoran bajo la luz de la luna.

Pero cuando 90 minutos que pretendían brindar entretinimiento en el fino margen entre la desesperación y la depresión se convierten en la única vertiente para el gigante del streaming, comienzas a cuestionar por qué seguir haciendo películas que son más de sobremesa alemana que de plataforma que busca engrandar su audiencia. Si nos centramos en el contenido preparado en exclusiva para estas señaladas fechas, la historia se complica.

La películas sobre Navidad disponibles en Netflix son un halo de esperanza, alegría y horterismo que abraza la vergüenza ajena como la cuenta bancaria los 20 euros que restan en la última semana del mes. Historias cursis, relatos vagos y siempre un obligado cumplimiento a ser la mejor persona del mundo para que te acepte la población del minúsculo pueblo de Massachusetts en el que se ha rodado la cinta.

Si esta introducción no resulta suficiente, recopilamos las películas que la aplicación ha estrenado en este 2020 y que harán las delicias de todo aquel que necesite una buena dosis de risoterapia.

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'Navidades en California'

Vacas, tractores y pan casero, el sueño de todo ciudadano en Navidad. Joseph -Josh Swickard- es un fucker, un malote de toda la vida que se aprovecha de las chicas, que no tiene ningún tipo de remordimiento sentimental y que vive de no hacer nada en la empresa familiar. Un caso para nada conocido en la contemporaneidad.

Viendo que no da palo al agua, su madre le pide que acuda a un rancho californiano para intentar convencer a una tozuda y cabezota joven a vender los terrenos en los que ordeña a las vacas. Al muchacho, que no ha cogido una pala y un martillo en su vida, se le ocurre hacerse pasar por una especie de granjero millennial que intenta ganarse la confianza de Callie -Lorynn York-, para así poder clavarle el contrato de venta entre una cenita romántica a la luz de las estrellas.

Los actores, además de casados en la vida real, parecen dos modelos de Abercrombie incapaces de interpretar un guion de forma natural. Lo que sorprende es que alguien en las reuniones diarias de Netflix haya comprado una historia en la que un millonario encuentra a la chica que (por fin) le comprende en medio del campo.

¿Conseguirá salvar Joseph a Callie del abismo campesino, o continuará la senda de semental que solo piensa en sus cosas? Creo que todos conocemos la respuesta, porque si algo ha demostrado la plataforma americana, es que la sorpresa no es precisamente su fuerte.

 

Dolly Parton
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'Dolly Parton: Navidad en la plaza'

Cuando pensabas que la plataforma no podía caer más bajo con la temática navideña, va y decide recrear una plaza de plastilina y cartón y poner a Dolly Parton como el espíritu navideño que habita en ella. Lo esperpéntico coge forma en este hortera musical con tintes festivos en el que una señora con intereses económicos quiere convertir un pequeño y recóndito pueblo en un enorme centro comercial.

Sus habitantes se rebelan así ante la que consideran como el Grinch de la Navidad -quién no conoce a alguien que por intereses económicos ha pisoteado a los demás, ¿verdad?- y comienzan a cantar canciones para demostrar su resistencia. Entre esta celebración de lo cursi, Dolly Parton aparece rodeada de brilli brilli para recordar a los ciudadanos que no hay nada mejor que ser buena persona.

Dolly Parton: Navidad en la plaza es como engullir una tarta de tres chocolates de golpe, un acto empachoso y poco placentero. Al ver los primeros cinco minutos de la cinta piensas que es una broma y que acabará pronto, sin embargo, poco a poco empeora hasta que te das cuenta de que no hay escapatoria y te preguntas de manera existencial si a Netflix le vale cualquier cosa con tal de ganar la guerra del streaming.

Entre bailes esotéricos en círculo que dejan a Midsommar a la altura del betún, Dolly Parton emerge como la figura que hará que todo lo malo desvanezca. Cuando investigas sobre la película y te das cuenta de que las reseñas de Filmaffinity le dan un 4,3 de 10 te parece demasiado para una película en la que lo grotesco se convierte en el personaje principal de la trama.

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'(Re)cambio de princesa'

Si no tuvimos suficiente con Cambio de princesa, Netflix vuelve a la carga con (Re)cambio de princesa, una historia en la que Vanessa Hudgens seguramente no haya sido pagada más que su compañero masculino por interpretar tres papeles en uno. Qué versátil es la chica.

Para los que no hayan visto la primera parte de esta apasionante historia, Stacy De Novo es una pastelera de Chicago que decide apuntarse a un concurso de dulces en la recóndita ciudad de Belgravia -aunque el director meta entre toma y toma un vídeo recurso de la Grand Place de Bruselas-. Allí, conoce a la duquesa Margaret Delacourt de Montenaro, una joven calcada a ella con la que intercambiará los papeles en un acto de solidaridad que parece no asustar a ninguna de las dos a pesar del turbio parecido entre ambas.

En esta nueva entrega con pastelosas dosis de amor fabricado, Stacy y Margaret se enfrentarán… ¡a una prima lejana que, curiosamente, es igual que ellas y que intentará sabotear la coronación de la duquesa como reina de Montenaro! No recomendada para menores de 18, porque el lío que se han montado los de Netflix es considerable.

Entre actuaciones cuestionables, dosis extremas de decoración navideña y un guion que pone a los de Pocoyó como carne de Óscar, esperamos que la plataforma no esté planeando volver a cambiar a las princesas en una futura entrega.

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'Amor de calendario'

Si hay algo que el gigante del streaming ha demostrado con el paso de los años es que hacer comedias románticas no es precisamente su fuerte. Aunque es entendible que la gente no quiera sentarse ante la televisión a ver una historia de amor en la que los personajes no acaban juntos, o en la que se suceden cosas normales que la audiencia no consiga predecir en cuestión de minutos, Netflix sigue produciendo un estercolero de sentimientos en el que los protagonistas se declaran su amor en un centro comercial de Chicago. El sueño de toda chica, ¿verdad?

Sloane -Emma Roberts-, está harta de que su familia considere su soltería como una etapa depresiva y entre intentos de juntarla con un médico que no le interesa, conoce a Jackson -Luke Bracey-, un apuesto joven con el que llega a un trato: que sea su cita en los días especiales del año.

Ante esta sinopsis, muy poco iluminado habría que ser para no descifrar que Sloane y Jackson, que van de duritos del amor -ese tipo de personas que dicen ser una roca, pero que luego no dejan de pensar en el tío o tía de Tinder con el que han quedado una vez- terminen colados el uno por el otro. ¡Ojo, spoiler! La escena en la que él se declara en el supermercado, los niveles de cortisol por las nubes.

En definitiva, la idea del romance que tiene Netflix es casi tan tóxica como tragar chapapote en una playa recóndita.

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Netflix

'La Nochebuena es mi condena'

Brasil, y una Navidad empañada de calor, sandalias y sudor. Su protagonista, Jorge -Leandro Hassem-, no soporta estas marcadas fechas en el calendario tras haber nacido el 25 de diciembre. Lo típico de que nunca nadie te hace sentir protagonista porque están pensando en cómo ingerir las sobras del pavo de la noche previa. Eso sí, cuidadito con la mayonesa de la ensaladilla rusa, que luego nos pasamos el día de Navidad tomando tés digestivos. En definitiva, su mal humor e incomodidad se hace notar desde el minuto uno, y su desapego a estas fiestas, durante toda la película.

En una torpe caída desde el tejado mientras intenta suplantar a Papá Noel, Jorge recibirá un golpe que le hará despertarse el día 24 de diciembre del año siguiente, en una especie de Día de la marmota (1993) de Mercadona. Lo de que la Nochebuena es su condena no podría ser más real, porque será la única noche del año en la que consiga despertar mientras ve la vida pasar por delante de sus ojos.

Al principio te identificas con el pobre señor porque, a los que no nos gusta la Navidad como a él, nos sentimos como los bichos raros de esta época llena de luces, Papás Noel de la tienda de ‘Todo a 100’ y árboles de silicona. Sin embargo, como toda película navideña que intenta meter con embudo la moraleja final de que no estás viviendo tu vida a full, te vuelve a recordar que si no valoras la importancia de pasar estas fechas con familiares con los que no te llevas del todo durante el resto del año, eres una piedra emocional.

Si en marzo dijimos que de la pandemia salíamos mejores, y no ha sido así tras ver tal tragedia, ¿qué nos hace pensar que un sueño esotérico de un señor que está hasta el moño de las Navidades le hará cambiar su perspectiva hacia unas fiestas que nunca ha tolerado?

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'Operación Feliz Navidad'

Entre tanto subidón amoroso, Netflix ha conseguido meter una película propagandística sobre las Fuerzas Armadas estadounidenses y su solidaridad humanitaria. Lo que podría haber intentado es cubrirlo con una historia decente.

Erica -Kat Graham- es una joven que busca dar impulso a su carrera política en el Capitolio. Su jefa, que necesita armar recortes en las bases militares esparcidas por territorio americano, la manda a Guam para que investigue sobre las actividades que allí se desempeñan. El capitán Andrew Jantz -Alexander Ludwig-, se encargará de enseñarle las delicias de su trabajo para evitar que su informe tenga un impacto negativo y termine cerrando su planta.

Operación Feliz Navidad son 90 tediosos minutos que consiguen camuflarse dentro del género de comedia romántica al introducir un beso entre ambos protagonistas de manera forzada. Erica y Andrew pegan menos que la fórmula que el programa Art Attack empleaba para juntar sus manualidades.

De nuevo, el gigante del streaming obvia por completo la posibilidad de que alguien pueda no ser un alma caritativa en este mundo. Cualquier jefe común que hubiese visto con sus propios ojos el funcionamiento de la base la hubiese cerrado sin rechistar, pero quizá pedir un poquito de realismo a Netflix sería como pedirle al 2019 que rebobinase para evitar tanta tragedia: misión imposible.

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'El caballero de la Navidad'

De la Inglaterra medieval al Ohio contemporáneo, y sin usar el Delorean de Regreso al futuro. La única película del listado perteneciente al glorioso 2019 tenía papeletas para llevarse la crítica más obscena en el catálogo de Netflix, sin embargo, la bizarra historia que narra juega a su favor… en parte.

Brooke -Vanessa Hudgens- es una profesora que conoce a Sir Cole -Josh Whitehouse-, un caballero de Norwich que abandona el S.XV para completar una misión que una bruja le ha otorgado en el presente. Entre selfies, supermercados y su incapacidad de usar un Alexa, Sir Cole se mete de lleno en la vida de Brooke y comienza a irradiar amor e ilusión entre los vecinos. La felicidad de ambos supera la de los anuncios de Casa Tarradellas.

Aunque todos piensan que se ha dado un golpe en la cabeza y que tiene delirios acerca de ser un verdadero caballero, Sir Cole sigue emperrado en hablar como Shakespeare y en salvar a las damiselas en apuros.

Aunque parte de una idea diferente con respecto al resto de relatos de la plataforma, termina siendo un símil de la bollería industrial: ya sea un croissant, un pan de leche o una magdalena, todos desprenden el mismo sabor rancio a sobredosis de azúcar y maltodextrina. La moraleja de la historia es que no hay nada más importante que el amor, sobre todo en Navidad. Si solo la plataforma fuese igual de insistente con otros mensajes como la igualdad de género o la abolición del racismo…

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'Nochevieja en el Magnolia'

Para empezar, a la protagonista le gusta la pizza con piña, el guion ya flojea, pero ¿no estáis cansados de que Netflix siempre se cargue una longeva amistad entre dos personas de sexo opuesto metiendo sentimientos de por medio?

Maggie -Natalie Hall- y Jack -Evan Williams- comparten programa en una radio local de Chicago en la que dan consejos amorosos a sus oyentes a pesar de ser desastres emocionales fuera del estudio. Con el objetivo de conseguir más audiencia y un contrato con una emisora nacional, deciden fingir ser pareja.

De repente resulta que ambos estaban colados el uno por el otro desde el instituto, algo para nada predecible en esta original historia. Para más inri, ella todavía tiene clavado entre pecho y espada que él la dejara tirada en la siempre polémica prom americana: un episodio adolescente del que solo se recupera uno de cada diez estadounidenses, según datos oficiales.

Él, un sieso emocional al que le asusta el compromiso. Ella, una intensa que no sabe pasar página. Chapeau a los roles de género. La relación entre ambos parece impostada incluso para los actores, cuya credibilidad en la historia es entre nula e inexistente.

En definitiva, ir al catálogo de Netflix estas Navidades buscando algún relato con sentido es como intentar encontrar un bolso de Gucci en el escaparate de Bershka.