Es una forma de mirar, de ver el mundo. Ella lo hizo a través de una cámara, intentando plasmar a través de ella sentimientos, mundos interiores, belleza y crudeza. La vida, en definitiva, mostrada en luces y colores, en blancos y en negros. La callejera, la institucional y la que la violencia asoló durante décadas su tierra y otras muchas. Isabel Azkarate sabía que la suya era una excepción, que vivía en un mundo de hombres en el que la mirada femenina de la realidad que ella podía aportar le reportaba un valor singular. Nacida en 1950 en San Sebastián, fue la primera fotoperiodista mujer en Euskadi. Hoy, a sus 73 años, el legado de toda una vida tras el obturador se acumula en los 175.000 imágenes, negativos, diapositivas, publicaciones y cámaras que ha donado a la Fundación Kutxa.

Es un repaso por su vida y por la de muchos vascos y ciudadanos de los lugares que ha visitado a lo largo de las cuatro últimas décadas. Una parte de ese tesoro de imágenes y vivencias que ha cedido a Kutxa Fundazioa se mostrará a partir de este sábado y hasta el 25 de febrero en Tabakalera, el centro expositivo de la capital guipuzcoana. La exposición, titulada Isabel Azkarate, reúne 300 fotografías, muchas de ellas inéditas, realizadas entre 1978 y 2006, además de dos vídeos en los que se podrán ver otras 155 imágenes.

No será la única muestra dedicada a la fotoperiodista vasca. El 26 de enero del próximo año el Museo San Telmo de San Sebastián inaugurará “Arte y parte”, una exposición de tres series de fotografías relacionadas con el mundo del arte. Se trata de retratos de artistas en sus estudios, de imágenes de obras artísticas o una serie sobre bustos afroamericanos y ameridios que permanecían guardados en el Museo de Historia Natural de Nueva York y ella retrató. A todo ello se sumará la publicación de un libro dedicado a Azkarate en la que se muestran doscientas imágenes de la autora, muchas de ellas nunca publicadas.

ETA, la 'guerra sucia' y la crisis industrial

La exposición que este sábado se abre al público está clasificada en siete etapas de su vida. En la primera se muestran sus primeros trabajos tras trasladarse a Barcelona para estudiar en el Centre Internacional de Fotografía de Barcelona. Fue en esa época donde comenzó a retratar las distintas formas de vivir que encontraba en las calles. En la década de los 80 inició una etapa importante en su vida. Tras seguir su formación en el Visual Studies Workshop de Rochester (New York), continuó evolucionando en su formación como fotógrafa de la calle. Una ciudad como New York fue el estímulo perfecto para indagar a través de su cámara las distintas identidades de las personas. La intensa vida nocturna neoyorkina o la actividad de la comunidad LGTBI se convertirían en ámbitos propicios para su fotografía.

De su etapa norteamericana son las fotografías sobre el mundo del circo, donde descubrió un universo atractivo para plasmar con imágenes. Los carromatos, los personajes tras los focos se convirtieron en un elemento que siempre le atrajo captar.

A su regreso a Euskadi en 1981 encuentra una sociedad en plena crisis económica y social. Al desmantelamiento del tejido industrial y la irrupción de la droga con efectos muy negativos en la sociedad vasca se sumaba el impacto brutal del terrorismo de ETA y la ‘guerra sucia’ del Estado para combatirlo. Fueron años en los que intentó reflejar con su cámara aquella sociedad convulsa y agitada. En 1984 viajó a Perú para retratar la actividad de otro grupo terrorista, Sendero Luminoso.

Ultimas imágenes de Bette Davis

Oficialmente Azkarate fue la fotógrafa oficial de Diputación de Gipuzkoa entre 1985 y 2009, una posición que le permitió asistir a algunos de los eventos más relevantes de la sociedad guipuzcoana. Sin duda esta posición también le ayudó a convertirse en la fotógrafa oficial del Festival de Cine de San Sebastián durante dos décadas. Entre sus series más conocidas figura la que hizo a la diva del cine, Bette Davis, quien acudió a la capital guipuzcoana a recibir un premio pocos días antes de fallecer. Aquellas imágenes serían las últimas hechas a la actriz.

Los promotores de la exposición la presentan como una mujer “valiente y honesta” que ha sabido satisfacer a través de la fotografía su necesidad de “búsqueda y autoafirmación constante”. Apuntan a que en realidad su profesión se convirtió en “una forma de estar en el mundo” y de llevar adelante “un sincero anhelo de reconocer la identidad del otros para así poder ser ella misma”.