Cuando existen incidentes o tensiones entre países, es común que los embajadores de se vean concernidos. Son los representantes del gobierno en otra nación y por ello son los primeros que han de dar explicaciones por actividades concretas. En el lenguaje diplomático se distingue entre convocar a un embajador y llamar a consultas. Veamos las diferencias:
Convocar a un embajador
Para convocar a un embajador, el Ministerio de Relaciones Exteriores de un país tiene que pedir al representante diplomático de otro que se desplace a su sede para tratar el caso, expresar una queja o el tema que quiera exponer. Es lo que ha hecho Venezuela con el embajador español en Caracas, Ramón Santos. Estas reuniones sirven para mostrar desacuerdos o comunicar malentendidos de forma directa y diplomática, pero sin que eso conlleve a una escalada mayor del conflicto. Cuando se convoca al embajador se le informa de cuáles son las preocupaciones del gobierno. Lo habitual es que esta queja se comunique de forma verbal, aunque también es común que se realice un escrito para que quede constancia. Por tanto, una convocatoria sirve para aclarar posturas sobre algún hecho determinado que no ha gustado o ha sido inapropiado.
Llamar a consultas a un embajador
También puede entrar en juego el embajador del país que se considera víctima del agravio, en este caso Venezuela. El gobierno agraviado puede llamar a su embajador a consultas. En ese caso regresa a su país de origen de forma temporal. Sucedió recientemente con la embajadora israelí en España, Rodica Radian-Gordon, en mayo pasado cuando España reconoció a Palestina.
Venezuela ha llamado a consultas a su embajadora, Gladys Gutiérrez. Si un embajador es llamado a consultas, su retorno inmediato no suele estar garantizado, puede durar, días, semanas o meses. La embajada sigue operativa y los servicios consultares, que son de vital importancia para los ciudadanos residentes en el país con el que se mantiene el conflicto diplomático.
Caso de Venezuela
En la actualidad, dada la situación de Venezuela, España llamo a consultas a su embajadora después de que Margarita Robles, ministra de Defensa, tachara el régimen de Nicolás Maduro como "dictadura". Estas palabras han soliviantado al líder chavista, ya que considera que se ha producido una intervención en sus asuntos internos. Aunque llamar a consultas no conlleva de forma unilateral a la ruptura de la relación diplomática, suele ser el principio para que dicha ruptura acabe siendo un hecho.
Un caso similar ocurrió entre España e Israel en noviembre, cuando la embajadora de Israel en España fue llamada a consultas a Jerusalén para discutir la creciente tensión diplomática entre ambos países. Israel tomó esta decisión después de que el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, manifestara dudas sobre si las acciones militares israelíes en Gaza respetaban el derecho internacional. En este caso, la llamada a consultas subrayó la gravedad de las tensiones y abrió la posibilidad de una retirada permanente de embajadores o incluso una ruptura formal de relaciones.
Ambas acciones tienen un propósito en común: resolver conflictos antes de que escalen. Sin embargo, mientras que la convocatoria se percibe como un mecanismo de diálogo más inmediato y directo, la llamada a consultas denota un nivel de conflicto más alto y puede desencadenar consecuencias diplomáticas de mayor alcance.
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