Existen varias especies que destacan por su resistencia y pueden ofrecer valores añadidos más allá de lo estético en la jardinería sostenible, como la santolina, un arbusto mediterráneo muy rústico, que destaca por su belleza y por su curioso efecto repelente de los mosquitos además de tener un porte compacto, facilitar materia amplia, esta planta ha resultado ser una elección muy buena para jardines al calor y falta de agua.

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El arbusto mediterráneo que transforma el jardín

Características de la santolina

La Santolina chamaecyparissus crece en suelos secos y soleados de la cuenca mediterránea; sus hojas plateadas tienen un olor intenso que recuerda a la manzanilla, y durante el verano se viste de pequeños botones amarillos que tiñen de color el jardín, además de atraer a polinizadores como abejas y mariposas. Una planta que crece a una altura de entre 30 y 60 centímetros, presenta matas redondeadas a partir de un tallo leñoso que tiende a hacerse espeso, resultando de esta manera muy atractiva para formar borduras, rocallas, para espacios con poco mantenimiento.

Adaptación a condiciones áridas

El éxito de la santolina se debe a su capacidad de adaptación, ya que soporta las temperaturas extremas, sobrevive con pocos riegos y se adapta a terrenos pedregosos. Esta planta tiene un follaje recubierto por unas finas estructuras pelosas que no sólo le confieren un aspecto muy bello, sino que también lo hacen resistente; además son capaces de sobrevivir con poca humedad y escasos riegos. En esto radica su éxito para el amante de la jardinería que busca un jardín bello, armonioso, eficiente y ecológico.

Un arbusto contra los mosquitos

Aroma protector

La santolina emite sustancias de aroma agradable para el ser humano, pero incomodo para los insectos; este efecto repelente ha sido utilizado desde la antigüedad, cuando se plantaba junto a casas y huertos como forma de protección frente a plagas naturales. Actualmente se hace relevante como opción ecológica a los productos químicos que pueden resultar dañinos para la salud y el medio ambiente.

Uso práctico en nuestro jardín

Situar este arbusto junto a terrazas, caminos o zonas de estancia puede dar dobles beneficios: por un lado aporta color y al mismo tiempo refresca el ambiente con una disminución de los mosquitos durante las noches. A diferencia de otras plantas ornamentales, la santolina necesita pocos cuidados, por lo que es fácil incluirla dentro de los proyectos paisajísticos más diversos, desde los patios más pequeños o jardines más elaborados.

Cómo cuidar la santolina

Recomendaciones de plantación

La santolina se desarrolla mejor en suelos muy bien drenados y con una exposición a pleno sol. Si bien puede tolerar la sequía, hay que regarla un poco de forma moderada durante el primer año con el fin de favorecer su arraigo. Cuando la planta esté asentada apenas necesitará aportes de agua. Se si planta en grupo aumentará su efecto decorativo, formando manchas de color y textura que sobresalen en un paisaje incluso árido.

Cuidados simples y sostenibles

Este arbusto no requiere fertilizantes ni podas continuas; cortar las flores muertas un poco tras la floración es suficiente para un nuevo crecimiento compacto. Es una planta muy rústica, no se ve atacada por plagas y los tratamientos que requiera serán escasos. Todo ello da lugar a una planta sostenible, apta para jardines que quieran encontrar belleza y funcionalidad a partir de una planta que exija poco mantenimiento.

Gracias a su resistencia térmica, bajo consumo hídrico y la posibilidad de mantener a raya a los mosquitos, la santolina se convierte en un recurso básico; su equilibrada estética la convierten en el arbusto ideal para transformar cualquier espacio exterior en un lugar más saludable y confortable.

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