Luis Francisco Esplá (Alicante, 1957) ya tiene su habano. Montecristo, vitola Edmundo para más señas. Casi nada.

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"La Medalla de las Bellas Artes la disfrutaron mi familia, mis amigos, pero esto es especial, es un premio personal, íntimo", remató tras los aplausos por su intervención en el Club Pasión Habanos este lunes al caer la tarde, sin mayores medidas de protección al entrar en un acto privado de connotación tabaquera. Y taurina. Casi nada.

Se trataba de presentar la séptima edición de Habanos & Tauromaquia, y Bambino ("así es como me llaman", para asombro de la audiencia) es el segundo torero vivo en concelebrarla tras Morante de la Puebla. O sea, para que lo entendamos, hay habanos Morante, habanos Joselito, habanos Belmonte... y ahora habanos Esplá, que dio las gracias por cosas como ésta a "la memoria del aficionado, sin la que los toreros no somos nada".

Antes, micrófono en mano, Esplá había disertado como acostumbra. Diciendo cosas. Casi nada.

Por ejemplo, que gracias a su etapa "en Canal Plus" se convirtió y empezó a "sentir las faenas", no sólo a "medirlas técnicamente".

Un Montecristo Luis Francisco Esplá de la colección Habanos & Tauromaquia.
Un Montecristo Luis Francisco Esplá de la colección Habanos & Tauromaquia. | CLUB PASIÓN HABANOS

Por ejemplo, que en esta etapa ya retirado ha gozado con las Puertas Grandes e incluso se ha acordado de algún presidente que no ha dado la segunda oreja. "Pero antes me daban envidia las Puertas Grandes de mis compañeros; ahora siento que el beneficio es para el torero que triunfa y para el espectáculo".

Citó como figura histórica a Pepín Martín Vázquez, rememoró como artista total a Ignacio Sánchez Mejías -"al que ahora la 'nueva Historia' lo quiera omitir como creador de la Generación del 27 en su finca de Pino Montano"-, se acordó de Espartaco o Paco Ojeda -"recuperó la tauromaquia obsoleta de Belmonte"- y, cómo no, tuvo palabras de cariño hacia Morante: "Tiene mucho mérito y valor fumarse un puro antes de torear". Casi nada.

Él nunca fue capaz, y para una vez que se encendió un habano en una novillada en Écija en la que toreaba su hijo, en cuanto hizo el paseíllo aquello le supo a "acíbar". A apagarlo.

Se acordó de su apoderado don Manuel [Cisneros] que le inició en este mundo: "Don Manuel, deme un Montecristo". Hasta ahora, cuando fuma en soledad y se recrea en las volutas "de la flotabilidad" o, por supuesto, con los amigos, con su cuadrilla de entonces "recordando batallitas". Porque "el tabaco es por y para la amistad".

Le gustan los Romeo y Julieta pero a veces "me echo la muleta a la izquierda" y prende un Cohiba, eso es un victorino". Acompañado de un brandy Luis Felipe -de las Bodegas Rubio de La Palma del Condado- desde que lo probó en la finca de Litri. Todo queda en Huelva.

Habló también orteguianamente de que lo que él ha vivido en una plaza es lo que estaba pasando en España en ese momento; la histórica corrida de los victorinos del histórico 1982 claramente: "Nos adelantamos a los políticos en una nueva versión del espectáculo".

Pero que nadie se venga arriba: "La posteridad me importa un pepino. A veces solo llega cuando palmas. A mí me importaba divertirme, comprometido con el público. Me liberé muy pronto de la carga de posteridad , no la necesitaba para nada". Casi nada.

No se acuerda del número ni del nombre de los toros que ha lidiado: "No sé cómo se llamaban, pero me acuerdo perfectamente de cómo se movieron, de los detalles de la faena. El escritor no se olvida de una línea que ha escrito".

Rehúye también de hablar de las cornadas, "sólo sé que no me puedo hacer un tatuaje porque no tengo sitio"; y de ponerse un vestido verde: "Turba con su presencia los tonos cálidos". Casi nada.

Su mujer guardó la cabeza de uno de aquellos toros de Victorino Martín de 1982, "pero no me gusta; cuando paso por debajo le pido perdón. Un animal disecado es una momia, es un esperpento y un insulto".

"El toro huele a habano"

"El toro huele a habano. Todo, un tentadero, el patio de cuadrillas, el tendido", se gusta. "El humo forma parte de todos los ritos, el incienso, los solsticios, la pipa de la paz", se gusta más en ese vínculo de la tauromaquia y los habanos, por lo que estaba ayer en Madrid hablando a las 8 de la tarde, ante un auditorio corto pero atento, casi clandestino, con los nubarrones que ya están aquí. "En el torero siempre aparece el 3: los tres tercios, los tres pares de banderillas; en los puros también, las tres hojas, la tripa, la capa y el capote". Deleitándose.

También se ha dedicado a pintar pero, por si acaso alguien le pregunta por el topicazo de cómo se siente como torero pintor, tiene la contestación: "Si quieres una mona, cómpratela".



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