Las mejores películas de 2025 según la revista 'Rolling Stone'

Comenzamos con Weapons. Este thriller dirigido por Zach Cregger sigue la misteriosa desaparición de 17 niños de una misma clase en una sola noche. La historia se muestra desde distintos puntos de vista (padres, maestros y policía) mientras la comunidad enfrenta miedo y paranoia</strong>. Se estrenó en agosto de 2025 y combina suspense psicológico y horror sobrenatural.

Guillermo del Toro firma en el puesto 19 una Frankenstein que respira gótico puro, fusionando terror visceral con drama humano. Imagina al monstruo no como villano, sino como espejo de nuestra soledad. Del Toro inyecta emoción y profundidad psicológica, convirtiéndola en un homenaje emocional que te eriza la piel y te hace llorar.

El maestro chino Jia Zhangke captura en Caught by the Tides las corrientes emocionales de un mundo en cambio, con personajes atrapados entre nostalgia y modernidad. Su cine lento pero hipnótico explora migraciones internas y sociales, dejando una melancolía que se pega como la marea.

Wes Anderson despliega su estética simétrica en The Phoenician Scheme, un capricho excéntrico lleno de intriga y diálogos afilados. Aunque algunos la ven como menor en su filmografía, su humor peculiar y visuales impecables&lt;/strong> la hacen adictiva; perfecta si te gusta ese toque de comedia británica elevada a arte.

Rungano Nyoni brilla con esta joya zambiana sobre transformación e identidad femenina. On Becoming a Guinea Fowl mezcla sátira social, humor absurdo y poesía, mostrando cómo las tradiciones chocan con la liberación personal. Es fresca, conmovedora y te hace cuestionar tus propias raíces.

Raoul Peck actualiza la «distopia orwelliana» en Orwell: 2+2=5, un alegato contra la vigilancia digital que resuena en nuestra era de fake news. Con imágenes potentes, alerta sobre verdades manipuladas y control estatal; si te preocupa la privacidad, esta te pondrá los pelos de punta.

Yûta Shimotsu teje en Best Wishes to All un tapiz delicado de deseos humanos y conexiones efímeras. Es cine japonés introspectivo que explora la soledad urbana con ternura, quedándote con frases que resuenan incluso días después de haberla visto.

Matthew Rankin experimenta con el idioma como puente universal en esta rareza canadiense. Universal Language juega con sonidos, culturas y absurdos lingüísticos, desafiando convenciones; si buscas algo que rompa moldes, aquí tienes vanguardia pura y divertida.

Ari Aster regresa al terror psicológico con Eddington, donde explora sombras internas en un western moderno teñido de horror. Su precisión inquietante genera paranoia colectiva; no apta para sensibles, pero inolvidable para fans del mal rollo existencial.

Ira Sachs rinde tributo al fotógrafo Peter Hujar en este retrato íntimo y nostálgico. Peter Hujar’s Day celebra el arte queer y la efímera belleza de la vida, con una sensibilidad que emociona y te invita a hojear fotos imaginarias.

Joachim Trier indaga en Sentimental Value el peso emocional de objetos y recuerdos, en un drama noruego que te parte el alma. Con actuaciones vibrantes, borra fronteras entre pasado y presente; Trier confirma su estatus como cronista de lo humano.

Josh Safdie carga de energía Marty Supreme, un retrato frenético de ambición y ping-pong como metáfora de supervivencia. Timothée Chalamet vibra con tics al estilo Pacino joven, fusionando lo que sabemos de él con un rol explosivo; puro nervio neoyorquino.

Eva Victor mezcla humor negro y sátira en Sorry, Baby, diseccionando relaciones tóxicas y cultura millennial. Es incómoda, hilarante y punzante, con Marisa Abela robándose escenas; ideal para quien ríe de lo políticamente incorrecto.

Park Chan-wook eleva el thriller coreano en No Other Choice, un torbellino de dilemas morales y suspense maestro. Su elegancia visual y giros te dejan sin aliento; si amas Oldboy, esto es su evolución.

Jafar Panahi, desde su exilio creativo, filma It Was Just an Accident con esperanza cruda. Rodada con valentía, habla de humanidad en tiempos oscuros; su honestidad te restaura la fe en el cine militante.

Jean-Luc Godard, en un guiño póstumo o reinventado, lanza Nouvelle Vague como manifiesto vanguardista. Rompe con lo clásico, desafiando al espectador; para puristas, es la ola nueva que nunca muere.

Clint Bentley adapta Denis Johnson en Train Dreams, un poema visual sobre memoria y pioneros olvidados. 100/100 en críticas, honra vidas ordinarias con poesía; te deja con un nudo en la garganta por lo simple que es ser extraordinario.

Soderbergh repite podio con «Black Bag», un spy thriller político adictivo. Acción inteligente, elenco estelar y giros que mantienen la energía; un B-movie maduro que te saca sonrisas y te hace amar el popcorn elevado.

Chloé Zhao emociona en Hamnet, visión personal de la pérdida shakespeariana. Íntima y visualmente hipnótica, homenajea familia y duelo; su sensibilidad te envuelve como un abrazo necesario.

Paul Thomas Anderson corona con One Battle After Another (Una batalla tras otra), un thriller épico sobre padres, revoluciones fallidas y nuestro caos actual. Resistencia política, dirección thundering y actuaciones memorables la hacen la película del año.