El café con naranja se ha convertido en una de las combinaciones más comentadas del momento, ya que ha encontrado su camino en los desayunos de cafeterías y en los hogares de nuestro país. Es algo sorprendente que tiene una explicación bien clara: resulta un contraste fresco, un sabor distinto y se mezcla con la facilidad de poder incorporar elementos nuevos a la rutina sin abandonar la comida de siempre. Su éxito refleja una tendencia a experimentar en la cocina diaria a partir de recetas sencillas, donde encontramos la apertura a nuevas combinaciones.
El café con naranja en los desayunos
Cada vez más personas sustituyen el aceite de oliva de las tostadas con jamón por una mezcla de café solo y ralladura de naranja. Aunque no deja de ser un combinado extraño, su funcionamiento se explica a través del concepto del contraste: el café es un amargo seco que limpia el paladar y la cáscara de naranja le da un toque fresco. De este modo, el jamón ibérico, que tiene su propia grasa aromática, mantendrá todas sus cualidades, ya que no queda oculto ni desdibujado por sabores que puedan ser más intensos. La mezcla resulta sorprendentemente equilibrada y consigue que una tostada tradicional se convierta en una alternativa totalmente distinta, pero sin perder el carácter que la identifica.
Una moda creciente
Las redes sociales han facilitado que esa tendencia se imponga, pero su éxito se basa en lo fácil que resulta prepararla. Solo necesita café, pan y naranja, ingredientes que podemos encontrar en cualquier cocina. No es necesaria técnica, ni añadir tiempo, precisamente por eso muchas personas se animan a probarla. Además, quienes la incorporan a su rutina tienen en cuenta que permite variar el desayuno sin renunciar a los sabores de siempre. En un contexto en el que necesitamos opciones rápidas, baratas y con un toque personal, ésta se adapta como un guante.
El café para potenciar sabores
El jamón ibérico tiene una materia grasa rica en aromas. En cambio, si se mezcla con aceite de oliva de sabor intenso se corre el riego de que se solapen los sabores. La combinación café más naranja va en el sentido opuesto: refresca, limpia y equilibra. El café añade profundidad, sin cubrir el gusto del jamón ibérico, mientras que la naranja es un ligero testigo que nos ayuda a captar cada uno de los matices. Este equilibrio podría explicar que la combinación haya tenido tantos seguidores en tan poco tiempo.
Un efecto sorprendente
Las costumbres en la gastronomía de España tienen raíces tan profundas que cambiar un gesto tan cotidiano como el de verter aceite en la tostada puede llegar a parecer un tipo de concesión poco justa. Sin embargo, con esta propuesta se evidencia que un cambio irrisorio por pequeño que sea, resulta suficiente para reformar, reestructurar, o cambiar un desayuno tradicional. Invita a revisar hábitos de toda la vida, a observar que productos que se conocen pueden ofrecer nuevas posibilidades si son combinados de forma diferente.
Nuevas combinaciones
Café con naranja implica una apertura, incipiente, en cuanto a la cocina cotidiana. Las personas buscan propuestas sencillas para romper con el día a día sin complicar la jornada. Este hecho genera igualmente una gastronomía más ecuánime en la que el sabor va de la mano con una intención de sorprender.
Cambios en los gustos actuales
El creciente interés por esta mezcla pone de manifiesto que la gastronomía también avanza con pequeños gestos, y prueba y que somos más proclives a probar mezclas que antes no hubiesen entrado en nuestro repertorio. Productos tan clásicos como el jamón ibérico abren nuevas sendas sin renunciar a su identidad, pero el café con naranja se convierte es un sinónimo de esta apertura: la propuesta más simple pero más accesible y capaz de ofrecer una vuelta a un desayuno rutinario, dándole un giro diferente y atractivo.
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