En toda película de espías que se precie tiene que haber micrófonos ocultos, misterio, y niebla, mucha niebla. En el documental Mudar la piel hay de todo ello y, además, verdades y mentiras.

Este documental, ovacionado en el Festival de San Sebastián, cuenta la historia de una amistad: la de Juan Gutiérrez, un mediador que en los años 90 intermedió entre el Gobierno y ETA para buscar la paz, con Roberto, un amigo íntimo de su familia que pasaba con ellos las tardes en su casa de Donosti. Y es también la historia de una mentira, porque Roberto resultó ser un espía de los servicios secretos que traicionó a Juan filtrándole información sensible a la prensa en los momentos más delicados de la negociación.

Descubrir que su familia ha convivido con un espía infiltrado que resultó ser un agente del CESID llevó a Ana Schulz, guionista y codirectora del documental, a contar la historia de esa amistad, traición incluida y, sobre todo, de una identidad escurridiza.

Ana Schulz y Cristóbal Fernández en el rodaje de Mudar la piel

Junto al codirector Cristóbal Fernández, Schulz se adentra en la historia familiar mientras los años más duros del terrorismo etarra transcurren como telón de fondo. Impresiona ver las imágenes de archivo de las multitudinarias manifestaciones de HB de los años 80 con miles de personas en la calle gritando Gora ETA.

Hay que en el País Vasco una necesidad de que salgan estas historias más personales y más matizadas"

"Es importante que no se olvide que ETA tuvo ese apoyo social", cuenta Ana Schulz en entrevista con El Independiente. "Nuestra intención es que la gente que lo ha vivido conecte con su memoria y sus recuerdos, lo que fueron aquellos años en las calles que caminábamos todos los días para ir al colegio. Esas calles llenas de pintadas, ese ambiente oscuro eran las calles de mi infancia", recuerda. Y añade: "Hay que en el País Vasco una necesidad de que salgan estas historias más personales y más matizadas. Que la sociedad empiece a contar sus vivencias con todas sus contradicciones. Por eso este es un relato con más grises. Ha llegado el momento de entrar en matices para no anular la reflexión".

El punto de partida de Ana Schulz y Cristóbal Fernandez es el acceso a "dos personajes geniales", reflexiona en alto. "Mi padre y un ex agente de los servicios secretos dispuesto a hablar con nosotros. ¿No es extraordinario poder hablar con un espía que ha pasado por la cárcel acusado por traición?".

La negociación con ETA

En 1987, al poco de volver de Alemania donde se instaló durante el franquismo y nació su hija, este profesor de Filosofía santanderino fundó el Centro de Investigación por la Paz Gernika Gogoratuz. Después del fracaso del primer intento de diálogo entre el gobierno español y ETA en Argel en 1989, Juan Gutiérrez comenzó una labor de mediador entre ETA y el Gobierno español de Felipe Gonzalez, con Rafael Vera de secretario de Estado. En 1991, Gutiérrez sienta en una misma mesa en Washington a miembros de todos los partidos vascos en un encuentro único que aparece en el documental reflejado en una fotografía donde casi todos sonríen. El gobierno estaba a favor de las negociaciones; los servicios secretos parece que no.

Entonces es cuando llega a su vida Roberto. Poco a poco se va ganando la confianza de Juan hasta que acaba convirtiéndose en su mejor amigo durante más de una década. "Los espías lo llaman cultivar una fuente", explica Ana Schulz, que en sus entrevistas con Roberto durante el rodaje del documental le fue enseñando los secretos de la profesión. "A veces era extraño, porque al dar detalles de lo importante que es aprenderte los hobbies y el bar donde la fuente se toma los potes para irte ganando su confianza, en realidad me estaba contando cómo engañó a mi padre, cómo se infiltró en nuestra familia. Todos somos varias identidades pero el espía lo es por trabajo", reflexiona.

En esos años en los que todos veían traidores y nadie se fiaba de nadie, Juan abría la puerta de su casa"

La directora tiene acceso, a través de su propia memoria, a un retrato inusual de lo que fueron aquellos años. "Cuando era niña mi casa en San Sebastián, que es el escenario central del documental, era un caos maravilloso", recuerda. "Cuando mi padre empieza a trabajar como mediador se instala el despacho en casa. Y en el salón podías encontrarte feministas alemanas amigas de mi madre [otro personaje central de la historia], un budista que se recorrió medio mundo caminando para pedir la paz, un ex presidente húngaro de la Europa del telón de acero, o políticos colombianos buscando solución para las FARC. Este era el día a día".

En aquellos años en los que todos veían traidores y nadie se fiaba de nadie, Juan abría la puerta de su casa", recuerda Schulz, testigo directo de la historia que ha convertido en película 30 años después. "En mi casa había siempre muchos políticos  y la sensación de que se cocían cosas importantes. Lo mismo había gente del entorno abertzale que del PP. Mi padre era una anomalía en aquellos años: un hombre que hablaba idiomas, viajaba mucho y no se alineaba con ningún partido pero se hablaba con todos", recuerda Schulz.

Javier Arzalluz, llamaba a Juan Gutiérrez "el ciático", porque creía que era un espía de la CIA

El que fuera presidente del PNV, Javier Arzalluz, llamaba en privado a Juan Gutiérrez "el ciático", porque estaba convencido de que era un espía de la CIA. "Creían que el infiltrado era yo", cuenta ahora Gutiérrez con una sonrisa. En el estreno de Mudar la piel en el Festival de San Sebastián, alguien del público se le acercó a pedirle perdón porque reconocía que él también pensaba que el espía era el mediador.

La traición

En 1998, El Mundo publica una filtración de unas controvertidas conversaciones que mantuvo Juan Gutiérrez con el entonces ministro del Interior Jaime Mayor Oreja, con quien Gutiérrez también trabajó. Revelaban las intenciones del Partido Popular de negociar con ETA. El mediador se da cuenta de que el único que le puede haber traicionado filtrándoselo a la prensa es su por entonces mano derecha en el centro por la paz. Solo Roberto conocía el contenido exacto de esta charla, porque a él se lo contaba todo. Juan entiende que Roberto era un espía.

Roberto utilizó a mi familia, instrumentalizó a mi padre. Puede que hubiera una amistad, pero le hizo daño"

"A mí me enfada que mi padre no vea lo mal que se portó con él, que sea un encantador de serpientes que te dice lo que quieres oír", afirma Ana Schulz, quien al elegir el título del documental tenía muy presente que las serpientes, como los espías, también mudan la piel. "A nosotros nos decía también lo que queríamos oír sobre la película cuando la estábamos rodando". Y añade: "Roberto utilizó a mi familia, instrumentalizó a mi padre. Puede que hubiera una amistad, pero le hizo daño y le perjudicó profesionalmente. Esa es mi visión. La de mi padre es mucho más hermosa, porque él ve más allá y se queda con la amistad, que era verdadera".

Para Juan, la amistad puede más que la traición. 20 años después de que descubriera que su mejor amigo no era quien decía ser, este mediador y también filósofo de 86 años sigue considerando a Roberto, ante todo, como un amigo. "Roberto es un amigo del que conozco muchas cosas pero del que no conozco todas y, sobre las que no conozco, no me voy a poner a hacer conjeturas", explica en la película. "En el otro siempre hay misterio", afirma Juan.

El perdón

Como experto en mediación que es, Juan Gutiérrez siempre busca en los conflictos "la forma de entender las razones del otro", explica en conversación con El Independiente. Y eso lo aplica tanto a la negociación con terroristas como a tratar de ponerse en la piel de quien le ocultó su verdadera identidad durante una década. "No sabía que el espía estaba en mi sala de estar, pero sí que nos estaban espiando", explica Juan, para Roberto sigue siendo su amigo por encima de todas las cosas. Incluida la traición.

No sabía que el espía estaba en mi sala de estar, pero sí que nos estaban espiando"

Porque Gutiérrez cree en la reconciliación. Es la base de la que ha sido su profesión durante décadas para ayudar a resolver conflictos armados. De Irlanda a Colombia pasando por los Balcanes. Pone de ejemplo a Jo Berry,  hija de sir Anthony Berry, el miembro del Parlamento británico que fue asesinado junto a otras cuatro personas en 1984, durante el congreso que celebraba el Partido Conservador de Margaret Thatcher en Brighton. La bomba iba para la primera ministra, pero el que murió fue el padre de Jo que pasaba por ahí. La hija del político asesinado se ha encontrado en repetidas ocasiones con Pat Magee, miembro de la célula del IRA que colocó la bomba. Ambos fueron invitados al Parlamento Británico para contar la historia de una reconciliación. "Todo lo real es posible. Y esto es real", afirma Gutiérrez, que no ve la paz como ausencia de violencia sino como los engarces que se crean en la vida de las personas.

Escena en el teleférico de Mudar la piel

Cuando habla de víctimas del terrorismo Juan es especialmente cauto. "Este documental es un testimonio más ligero del conflicto vasco, el testimonio de alguien que no ha perdido seres queridos ni está en silla de ruedas", afirma Juan con una humildad palpable. "Pero tal vez por eso tiene una dimensión esperanzadora. Nunca me amenazó nadie. Creo que porque no creían que tenía ninguna importancia el trabajo que hacíamos".

Cuando habla de mediación diferencia entre lo que él llama "la mediación bonita, es decir, ayudar a las partes en conflicto para que juntas encuentren una solución"; y luego está la mediación interesada que obliga a "luchar contra presiones para ser una puerta de entrada elegante de gente que tiene un interés en el conflicto pero quiere aparecer como mediador.  Eso nos ocurría constantemente entre 1990 y 2000 en que trabajé como mediador. Había muchos intereses políticos que nos presionaban para que dejáramos la mediación porque querían controlarla otros".

Juan, que ahora trabaja en el proyecto Hebras de paz viva explorando vías de reconciliación en zonas de violencia, también habla de la importancia del perdón en el País Vasco. "El sufrimiento que les ha tocado a las víctimas de ETA se escribe con mayúsculas, pero hay una parte de la historia que hay que se escribe con minúsculas. Para cerrar las heridas hay que tener una paz reconciliadora y en el País Vasco falta mucho camino por recorrer para ello. Una cosa es la paz que llega cuando acaba la fase de violencia, ahora hay que abrir la vía de convivencia".

La mesa de los mediadores de los países del norte está llena de papeles, la del sur de comida y bebida"

Un buen mediador media en un tramo del conflicto "para transformarlo y luego se aparta, afirma a punto de salir de viaje a Polonia. La mediación, explica Gutiérrez, que ha trabajado en procesos de paz de decenas de conflictos armados en todo el mundo, no funciona igual en todas partes. "La mesa de los mediadores de los países del norte está llena de papeles, la del sur de comida y bebida", explicaba tras la proyección del documental en el Cine Estudio del círculo de Bellas Artes, en coloquio con Amador Savater. "En el norte el mediador debe ser un externo independiente, en el sur debe ser alguien merecedor de la confianza".

Y, a pesar de todo, él sigue confiando en Roberto. Por desconcertante que parezca su amistad, Juan sigue creyendo en ella. Él y el ex espía mantienen una relación muy especial. Para explicarla recurre al firmamento. "En la antigüedad se decía que había estrellas fijas y estrellas que se movían, que eran los planetas. Tengo media docena de amigos que son estrellas que siempre están ahí. Roberto es para mí como una de esas estrellas que se movían".

Durante el rodaje del documental, en el que Ana y Cristóbal tuvieron ocasión de entrevistar en múltiples ocasiones al ex espía (material que luego, por un giro de guión que no desvelaremos, no puede ver el espectador), "este llegó a sentir el hostigamiento de los servicios secretos", afirma Schulz. "Nosotros vivíamos con la permanente sensación de estar siendo observados y en las llamadas desde el móvil se oían pitidos. Mi padre decía que estaban actuando de forma ostentosa para que nos sintiéramos vigilados. En el momento en que los ves, es que quieren que los veas". Rodar una historia de espías es vivir dentro de una de espías.

Por eso Mudar la piel es una historia sobre lo que crees que es y no es. Y cuando las máscaras son el tema central, al quitarlas siempre hay sorpresas.