Las cámaras de Hollywood se enamoraron de ella, durante 60 años no le quitaron los ojos de encima. Dejaba rastro por donde pasaba, siempre bajo los focos, tanto por su trabajo como por su vida privada. Todo lo que le rodeaba suscitaba interés. Su rostro protagonizó varias de las películas más famosas del siglo XX. Llegó a ganar dos Premios Oscar a mejor actriz, además de los Globos de Oro y demás galardones. Fue la primera actriz que firmó un contrato por la suma de un millón de dólares. Y más allá de su deslumbrante belleza y su pasión por las joyas, el icono pasó a la historia por ser pionera en el activismo del sida.

Para algunos fue la primera actriz mediática, sobre todo por sus amoríos. "Mi madre dice que no abrí los ojos hasta ocho días después de nacer, y que cuando lo hice fue para engancharme a su anillo de casada", contaba la propia actriz. Llegó a tener 7 maridos, aunque con Richard Burton, con el que formó uno de los romances más grandiosos de Hollywood, se casó dos veces. Se conocieron en 1961 en Roma durante el rodaje de la polémica Cleopatra (1963), que casi supone la quiebra de Twentieth Century Fox. Precisamente con este papel Taylor se convirtió en la primera actriz en firmar un contrato por un millón de dólares.

Hija de actriz, a pesar de las primeras reticencias, su madre le llevó a todos los castings. Todo comenzó con There's One Born Every Minute (1942). Dio sus primeros pasos en los estudios Universal Pictures, con apenas 9 años, y con 11 protagonizó otros dos filmes, Alma rebelde (1943) y Lassie, la cadena invisible.

Con el tiempo se acabaría convirtiendo en una estrella, sobre todo a mediados de los años 40, con National Velvet (1944). Llegó a participar en 80 películas, entre las que destacan La gata sobre el tejado de zinc (1958), Cleopatra (1963) o Who's Afraid of Virginia Woolf? (1966).

Elizabeth Taylor y Monty Clift

Decían que sus ojos azules se convertían en morados por el efecto que el tecnicolor imprimía en los filmes. Y no solo eso, una deformación natural, fruto de la mutación en el gen FOXC2, le hacía tener una doble fila de pestañas y una mirada única.

La mujer de los "ojos violeta", se convirtió en la nueva diva del cine de la época. Ganó tres Premios Oscar (uno de ellos honorífico), cinco Globos de Oro, tres premios BAFTA británicos y el David de Donatello. Recibió el título de Dame, de la Orden del Imperio Británico, el equivalente del masculino Sir

Devoción por las joyas

Fuera de la gran pantalla, a Elizabeth Taylor se le conocía por su debilidad por las joyas. Después de su muerte, su colección fue valorada en 100 millones de euros, una de las colecciones más valiosas del mundo. En alguna ocasión dijo que "nunca podrás encontrar consuelo en un diamante, ni tampoco los diamantes te arroparán por las noches, pero son espectaculares cuando brilla el sol".

Desde su muerte en 2011, han sacado a la venta algunos de los objetos más famosos de la actriz. Algunas de sus piezas han llegado a ser vendidas por un valor de 5,9 millones de dólares, entre las que protagonizaban marcas como Boucheron, Cartier, Tiffany y Van Cleef & Arpels. Como dejó escrito la actriz en sus memorias, de esas subastas se recaudan fondos contra el sida.

Lucha contra el sida

Taylor fue una de las primeras estrellas que se volcó para concienciar a la sociedad y para recaudar millones de dólares contra la enfermedad, que por entonces estaba vinculada con la marginación, el estigma o la homofobia.

Lo hizo a mediados de la década de 1980, tras la muerte en 1985 de su amigo Rock Hudson, uno de los primeros famosos en reconocer que padecía la enfermedad. "En ese momento la furia se apoderó de mí y me dejó temblando de rabia. Pensé que todo el mundo en la ciudad estaba hablando acerca del sida, dando un estigma muy marcado a esta enfermedad. Me enojé mucho porque nadie estaba haciendo nada. Y en vez de ponerme a despotricar, pensé, '¿Qué puedo hacer?'", comentó en una ocasión Taylor.

Desde entonces y hasta el día de su muerte con 79 años por un fallo cardíaco el 23 de marzo de 2011, hoy hace 12 años, no dejó de luchar por la enfermedad. Fue cofundadora de la Fundación Estadounidense para la Investigación sobre el Sida (amfAR) y de la Fundación Elizabeth Taylor del Sida (ETAF). Incluso llegó a ganar un galardón honorífico de la Academia de Hollywood por su compromiso con la lucha. Además, fue reconocida con el premio Princesa de Asturias en 1992, el mismo año en que participó de un show tributo a Freddie Mercury, para concienciar sobre la enfermedad.