"En la escuela reina el silencio", se dice en La acusación, la película de Teddy Lussi-Modeste que llega a los cines el próximo viernes 11 de julio. Y ese silencio –el que impone el miedo, el rumor o la desconfianza– es el que recorre esta historia inspirada en una vivencia real del propio director, también profesor en los suburbios de París.

Julien (François Civil) es un joven docente comprometido con sus alumnos. En su intento por proteger a Leslie, una estudiante tímida y retraída, acaba desencadenando una espiral de sospecha y acusaciones que amenaza con destruir su vida y la estabilidad de todo el centro. El rumor de un posible acoso prende como pólvora en el instituto, mientras la institución se revela impotente, o temerosa, para proteger a los implicados. Lo que comienza como un malentendido crece hasta convertirse en tragedia.

Una denuncia sin maniqueísmo

Rodada como un thriller emocional que no da tregua, La acusación evita el maniqueísmo y construye una galería de personajes complejos y heridos: no solo Julien y Leslie, también el hermano y tutor de la alumna, el claustro, el director del centro y los propios compañeros de clase. Todos arrastran sus propias cargas, todos son, en alguna medida, víctimas.

Coescrita con Audrey Diwan (L’événement), la película es una denuncia del deterioro del sistema educativo y la creciente fragilidad de quienes intentan sostenerlo. En palabras del director, "mi película es un grito. Y si hay un grito, es porque hay esperanza".

El actor François Civil aporta carisma y vulnerabilidad al personaje central, en una interpretación matizada que evita la santidad para mostrar a un hombre que quiere cambiar el destino de sus alumnos y acaba desbordado por su propia ambición. La acusación es una película urgente sobre la educación, la sospecha y la necesidad de escuchar antes de juzgar.