Constance Tsang (Nueva York, 1991) creció en el barrio neoyorquino de Flushing, Queens. Para muchos, el dónde se crece es prescindible, pero para Tsang no lo es: apátrida chino-estadounidense, la futura guionista y directora miraba, con curiosidad, el modelo de interacción entre norteamericanos y personas racializadas. No lo miraba con lente crítica o mordaz, simplemente, lo hacía con curiosidad. Le salía natural. Terminó sus estudios en la Universidad de Columbia y lanzó varios cortometrajes, que ganaron cierto reconocimiento en festivales menores. Entonces, lanzó su ópera prima, y llegó a Cannes.
Blue Sun Palace llega a los cines españoles este viernes 22 de agosto. La cinta, que fue galardonada con el Premio del Jurado en la Semana de la Crítica de Cannes 2024 y se dejó ver en la SEMINCI de ese mismo año, narra la historia de dos mujeres de la comunidad china en Estados Unidos. No es una historia de giros, sino de verdad. Ambas, Amy y Didi, se enfrentan a la distancia con su hogar, a sabiendas de estar en búsqueda de un destino que parece bifurcarse por muchos caminos.
Entonces, cuando la tragedia golpea en el Año Nuevo Lunar, Amy se ve obligada a considerar su propio destino por primera vez en su vida. Así, abandona la ciudad de los rascacielos priorizando su propio espíritu de supervivencia. Porque en una ciudad tan cambiante como lo es Nueva York, es difícil encontrar un sentido de permanencia.
Clip exclusivo de 'Blue Sun Palace'
Así, entre identidades borradas, Amy se pregunta por qué no volver cuando, en realidad, se pregunta si es más china o estadounidense. ¿Por qué no dejar Estados Unidos y volver a China? O, ¿por qué no repudiar China y abrazar su yo americano? En un clip exclusivo de El Independiente, la protagonista conversa con su jefe sobre su vida pasada en Taiwán. Entonces, él se sincera.
"Hui (...) Mi empresa quebró, debo mucho dinero. Así que hui", dice él, tras admitir que dejó a su mujer en Taiwán. ¿Tiene pensado volver? "Si lo hiciera, tendría que volver a empezar". No sabe quién sería de volver allí. Pero, ¿quién es ahora, si decide quedarse aquí?
Entonces, lo que propone Tsang no es tanto un relato sobre la migración, sino sobre la identidad y la pérdida: cómo se arrastra el pasado cuando una nueva vida intenta imponerse. Blue Sun Palace respira en lo íntimo, en los silencios, en las cocinas y pasillos donde los personajes se preguntan quiénes son cuando nadie los mira. En ese gesto, Tsang hereda la sensibilidad de cineastas como Wong Kar-wai (Deseando amar), pero la traslada a un Nueva York oculto, lleno de grietas emocionales.
Quizá ahí resida la fuerza de la película, en recordarnos que nadie escoge del todo dónde pertenece. Que, en el fondo, el hogar no siempre es un lugar físico, sino una pregunta abierta. Blue Sun Palace no da respuestas cerradas, pero sí deja una certeza: en medio de la soledad y la distancia, lo que nos salva son los vínculos que decidimos construir.
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