Kim Novak, una de las últimas figuras vivas del cine clásico estadounidense, ha vuelto este lunes al foco internacional en el Festival de Venecia. A sus 92 años, la actriz ha recibido el León de Oro honorífico y ha presentado fuera de competición el documental Kim Novak’s Vertigo, que reconstruye su carrera y su relación con la película que la convirtió en icono: Vertigo (1958).

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En el Palacio del Cine, vestida de negro con un pañuelo verde sobre el pecho, las manos cubiertas por unas largas mangas de gasa y un remozado y felino rostro, Novak ha recibido la ovación del público con humor y energía. Ha dedicado su premio a sus padres, su "brújula" en la vida, y ha lanzado un mensaje inesperado a los presentes: un llamamiento a "salvar las democracias". Con voz firme, ha recordado la importancia de unir esfuerzos, mantenerse creativos y atentos a lo que sucede en el mundo. Guillermo del Toro, encargado del elogio de la actriz, ha subrayado su capacidad para transmitir misterio y delicadeza, cualidades que la han hecho inolvidable.

Novak también ha hablado de cómo gestiona la presión en momentos como este: "Yo soy bipolar y por eso para mí es muy difícil gestionar la presión. Quiero daros un consejo a quienes os encontréis en mi situación: el arte es una gran ayuda", ha dicho, animando a practicar disciplinas como la pintura para mantener la calma y la concentración.

Rutina de pesas y animales en su rancho de Oregón

El documental, dirigido por Alexandre O. Philippe, combina entrevistas recientes con imágenes de archivo. Novak habla de su infancia, de su paso por Hollywood y de la disciplina que mantiene en su rancho de Oregón, donde vive desde que abandonó el cine en 1966. Cada día hace pesas y recorre su propiedad con caballos y perros, una rutina que demuestra su decisión de no dejarse vencer por la edad.

Entre los momentos más emotivos del filme está la apertura de una caja cerrada durante seis décadas que contenía el traje gris de Vertigo, que Novak recuerda con ternura y cierta nostalgia. También reflexiona sobre su familia y los conflictos que afrontó en Hollywood: la presión de los estudios, el cambio de su nombre y los juicios de quienes la rodeaban marcaron su carrera. Su salida repentina se explica, según su representante, por un incendio que destruyó su casa en Los Ángeles en 1965 y que Novak interpretó como una señal.

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