Mery Shelley dio vida a Frankenstein. Lo hizo a través de la electricidad. Lo hizo a través de un hombre. Cuando la escritora se puso a escribir lo que se considera la primera obra de ciencia ficción ya se había dado cuenta de que la única forma que tenía de crear era a través de la literatura, quizá a través de la ciencia. Su cuerpo había perdido a sus dos primeros hijos, otro había nacido muerto y la última apenas sobrevivió un año. Además, nunca conoció a su madre. Mery Shelly llegó al mundo en el mismo momento en el que su madre se iba. La maternidad como algo violento, duro, difícil. Como algo que podía costarte la vida.

Muchos analizan ahora la obra de Shelley desde ese prisma. En 1800 hablar de embarazos, abortos, depresiones y más hacerlo en forma de literatura era impensable. Ella usó sus miedos, sus angustias, sus pérdidas y sus anhelos para crear y lo hizo en forma de monstruo. Dicen que al repasarlo, ella que venía de una educación privilegiada y abierta, eliminó muchas partes que podrían no resultar agradables para el gran público. Lo hizo más masculino.

Mucho se sorprendería la escritora al ver el rumbo de la literatura actual. Al observar como las mujeres hablan de sus hijos, de su maternidad, quitándole el color blanco y la luz; tiñéndola de ese gris que tanto hacía falta. Incluso cómo las editoriales apuestan cada vez por este tipo de libros, los que hablan de que ser mala madre quizá ya no sea tan malo.

Autoras que se cuestionan los roles clásicos, que incluso reniegan de la maternidad, que hablan de abortos, de falta de naturalidad de lo que se considera lo más natural del mundo. También de porqué ser madre nunca ha sido una gran historia de literatura.

"Las madres no escriben, están escritas"

"No hay nada más aburrido para una mujer inteligente que pasar mucho tiempo con sus hijos", aseguró la escritora Doris Lessing después de abandonar a los dos niños que había tenido con su primer marido. "Si fuese un hombre no me haríais estás preguntas", añadió. Más tarde, sería Susan Rubin Suleiman la que aseguraría que esa visión es por la falta de historias, "las madres no escriben, están escritas", alegó y Jane Lazarre lo completó afirmando que "para los hijos, para los hombres ausentes y para nosotras mismas, solo somos madres", como si al dar a luz una autora dejase de serlo.

Por eso, quizá el boom que estamos viviendo sobre los libros de maternidad, más bien de las maternidades. Una de las autoras que más repercusión ha tenido en este último año ha sido Nuria Labari. Su libro La mejor madre del mundo se mete de lleno tanto en el embarazo con en los primeros años del niño. Labari ha querido escribir lo que ella no encontró para leer cuando fue madre.

"Durante mucho tiempo se ha abordado el tema pero no de una manera tan total como ahora. Encontrabas cositas. Cuentos, partes de diarios, pero no había obras completas sobre este tema", asegura y añade que "la maternidad actual es nueva y por eso está más presente. La mujeres que ahora tienen 35-40 años han sido educadas para ocupar un lugar en el mercado laboral, para ganar dinero, para ser iguales que los hombres y de pronto se han visto con deseo de tener un hijo y con unos problemas que antes no existían, también muchas ventajas".

¿Cómo es posible que unas prácticas tan esenciales para la reproducción humana como son gestar, parir y amamantar sean profundamente ignoradas?

Labari también analiza el fenómeno desde la educación, "cuando sólo el 5% de los alumnos de la universidad eran mujeres, claramente las reglas de las instituciones culturales eran masculinas, el asunto de ser mujer, con todo lo que eso conlleva, esta infrarepresentado". Una opinión que comparte Esther Vivas, autora de 'Mamá desobediente, que relaciona este tipo de literatura con el movimiento feminista. "Se está analizando la maternidad y te está modificando. Antes, era una instrumentalización de la mujer y ahora estamos en una época en la que la mujer no es utilizada para tener hijos sino que los tiene si quiere y cuando ella quiere. En los años 70 apareció una corriente feminista de mujeres que decidieron no someterse, a través de los embarazos, a los niños. Ahora estamos en un término medio, podemos tener hijos sin que la sociedad nos diga que tenemos que dedicarnos por completo a ellos".

Ambas buscaron referentes antes de escribir sus libros. Para Labari Maternidad y creación, de la editorial Alba, es uno de los más completos. "Una selección de lo que se había ido escribiendo. Pero al final se te queda antiguo porque nada tiene que ver la sociedad de antes con la de ahora. Ahora las mujeres no necesitan la habitación propia de Virgina Woolf, necesitan mucho más", añade.

Por otro lado, "la semilla de Mamá desobediente está en la pregunta: ¿cómo es posible que unas prácticas tan esenciales para la reproducción humana como son gestar, parir y amamantar sean profundamente ignoradas? E ignoradas no solo a nivel social o político sino incluso en los espacios de activismo social", explica Vivas, que considera que es necesario "salvar la maternidad  del patriarcado".

La sociedad ha cambiado pero siguen siendo las mujeres las que más responsabilidad asumen con la crianza"

Ambas ven un cambio en el modelo social y una necesidad de contar cómo es ahora y cómo debería ser. Ambas hablan de maternidades en plural, porque son muchas y muy distintas. Ambas destruyen ese concepto de la maternidad idealizada, perfecta, de la madre que asume y no se queja. Están en contra de los vientres de alquiler y a favor de unos permisos y responsabilidades similares entre padres y madres.

"La sociedad ha cambiado pero siguen siendo las mujeres las que más responsabilidad asumen con la crianza. Está claro que si un hombre tenía 3 días de permiso, y con eso se lo quitaba, y una mujer 4 meses, la involucración no puede ser la misma", señala Labari. Vivas también ve un cambio social y un cambio esencial, el movimiento feminista. "Es gracias a este que las mujeres vivan la maternidad de otra manera y que se escriba más abiertamente del tema. Ha dejado de ser un tema de nosotras, de mantener todo lo que conlleva en la intimidad y asumir que la maternidad es social, ocurre y hay que hablar de ella".

Tanto Labari como Vivas son sólo dos ejemplos de una decena de libros que invaden ahora las librerías y que ponen sobre la mesa algo tan común como la maternidad y tan poco contado.