El 20 de mayo de 1890 se abría al público. Un recital de piano daba la bienvenida al Salón Montano, una sala de música construida en los bajos de un particular edificio de Madrid. En el lugar donde desde hacía décadas se fabricaban unos de los pianos más conocidos del país, que se vendían incluso en gran parte de Europa.

Sobre sus paredes y sus techos, frescos de Germán y Daniel Zuloaga. Sobre su 'escenario', al poco tiempo, Pau Casals o Daniel Fortera como artistas consolidados y, haciendo su estreno, José Luis Lloret, Francisco Granados o Rogelio Villar.

Incluso en 1910 se subieron Pio Baroja y Valle Inclán celebrando la primera junta de la Juventud Artística. Fue un sitio de reunión, un lugar de cultura que dio a muchos músicos el acogimiento que les hacía falta en la capital y la oportunidad para darse a conocer y ser escuchados. Una sala que conseguía transportar a sus asistentes a otra época, a un planeta de instrumentos y bailes, de notas y maestros.

Estuvo abierto varias décadas pero cerró en 1918, no sé sabe muy bien por qué. Desde entonces su cuidado ha sido casi inexistente. Ahora son las productoras de cine la que alquilan el lugar para rodar películas: Las Brujas de Zugarramurdi, de Alex de la Iglesia; Malasaña 32 o Torrente han utilizado este lugar como plató de rodaje.

Hoy, tras varios cambios de dueño (uno de ellos investigado por la justicia dentro del caso Afal Futuro), tiene un expediente abierto por el Ayuntamiento por su falta de mantenimiento. A pesar de contar con la máxima protección como bien cultural de un edificio privado, los frescos y el alma del Salón Montano se van cayendo año tras año.

Así comenzó su historia:

En 1853 un pequeño edificio en la calle San Bernardino 3 de Madrid se convertía en la fábrica de uno de los pianos que llenarían muchos salones de España. El dueño, Vicente Montano, decidió trasladar allí, desde el nº6 de la plazuela de San Martín, la elaboración de este instrumento que ya vendía, desde 1838, no solo en este país sino en gran parte de Europa.

Fue un negocio boyante en una época en la que para escuchar música había que tocarla y donde los pianos eran requeridos por las familias acomodadas para alegrar sus tardes.

Sus pianos podían competir y aun sobrepujar a los construidos en los países extranjeros

Tuvo un pequeño contratiempo a los dos años de este traslado, cuando la fábrica sufrió un grave incendio y, aunque parecía que iba a ser difícil recomponerse de aquello, como quedaría plasmado en un artículo de prensa de ese año, hasta fue algo positivo: "El 27 de julio (1855) se declaró un violento incendio que duró algunas horas causando daños considerabas de los que fue resarcido por la compañía aseguradora La Urbana, que le indemnizó con una exactitud y lealtad digna de todo elogio".

A los pocos años otro texto de la época aseguraba que sus pianos podían competir "y aun sobrepujar a los construidos en los países extranjeros pues, al estar mucho tiempo en su poder antes de ser elaborados, las maderas de que están construidos resisten nuestro clima cálido y el de las Antillas con más seguridad que los fabricados fuera de nuestro país".

Su fama ya era inmensa (ahora uno de ellos ha sido parte de la exposición sobre Galdós en la Biblioteca Nacional) e incluso en 1865, cuando la venta de pianos nacionales comenzó a descender a favor de los exportados, la fábrica Montano siguió creciendo y se mantuvo como uno de los cuatro fabricantes que lograron sobrevivir en Madrid.

Piano Sistema Montano. Madrid, Patrimonio y Ciudadanía.

Cuando en 1876 murió Vicente Montano fueron sus hijos los que se hicieron cargo del negocio y cambiaron el nombre a Hijos de Montano para englobarse a todos. A principios de los 80 habían cambiado el modelo y así hablaba la prensa de ellos: "Han exhibido (en los palacios de Cristal y Velázquez, en el Retiro) siete magníficos pianos, puestos sobre un tablado. La atención se ha centrado en el sistema de tornavoz, una nueva invención conocida como Sistema Montano que permite observarse todo el mecanismo interior que produce los sonidos a través de un cristal".

Su éxito fue grande y apostaron por crecer. El 21 de febrero de 1883 uno de los hijos, Ricardo, que era arquitecto, presentó unos planos para construir un nuevo edificio en el solar que lindaba con la fábrica, en la calle San Bernardino, y así se hicieron con toda la esquina. Y es aquí donde nace el salón.

Proyecto del edificio. Madrid, Patrimonio y Ciudadanía.

El edificio que construyeron incluía viviendas, mantenía perfecta la fábrica, creaba un almacén para el "abastecimiento de todas las materias empleadas en la fábrica" y, además, abría un espacio para la música en directo.

La decoración quedó en manos de los hermanos Zuloaga, siendo la única que se conserva íntegramente de toda su producción, y se inauguró el 20 de mayo de 1890, tal y como informan Madrid, Ciudadanía y Patrimonio en un estudio de 2014 con motivo de su decadencia, con "un recital a cargo de las artistas señoritas Massanet y el pianista y compositor Felipe Espino y el violonchelista Victor Marecki".

"Digna, por su capacidad y belleza, de la capital de España. Un vasto espacio rectangular que presenta un soberbio golpe de vista, pues está artísticamente concebido y primorosamente decorado con exquisito gusto con preciosas pintura imitando tapiz que representan la Armonía, la Composición, la Música, la Mecánica y multitud de atributos emblemas e instrumentos de todas las épocas y todos los pueblos además de retratos de compositores célebres", relató entonces la prensa.

Frescos de los hermanos Zuloaga. Rustika Decoración.
Frescos del techo. Rustika decoración.

Por allí pasaron todos los grandes compositores del momento. Los mejores pianistas, violonchelistas, flautistas; el público acudía a aquel lugar maravilloso para escuchar música y siempre estaba lleno.

Así estuvo décadas, hasta albergó la junta de La Juventud pero los hermanos Montano fueron muriendo y nadie se hizo cargo de aquello a partir de 1914.

Tras la Guerra Civil se le dieron varios usos al edificio. Fue la biblioteca de la Escuela de Peritos Industriales, también el Instituto de Enseñanzas Profesionales de la Mujer y en 1970 la tienda de decoración Rustika se hizo con los salones de abajo.

En ese momento el edificio ya era propiedad de María Jesús Moreno, heredera de los hermanos Montano. En 1997 este se catalogó con protección Integral (la más alta) y el salón con protección exterior estructural e interior Integral, que se extendía a los elementos de carpintería y mobiliario.

Estafa de Afal Futuro

La tienda Rustika, que se situaba en este edificio desde los años 60, ya llevaba entonces años protegiendo los frescos y todo lo que contenía aquel lugar tapándolos con sábanas. Pero en 2007, con Moreno ya con demencia y dentro de una fundación, la Afal Futuro, para mayores con esta patología, el Ayuntamiento abrió un expediente "para hacerse cargo por acción sustitutoria de las obras de consolidación necesarias", aunque no llegó a ejecutarlas porque la propiedad se había comprometido a ello.

Frescos con humedades. Rustika decoración.

En 2011 todo empeora. Tal y como consta en el informe mencionado anteriormente, "ese año el edificio fue malvendido por la Fundación Afal Futuro, que no dudó en falsificar el testamento de la legítima heredera para enajenar la propiedad por 2.900.000 euros, aunque se valoraba en 7.7 millones".

Aseguraron que la bajaba de precio se debía a las exigencias de que "era necesario echar a los inquilinos e indemnizarles y realizar una reforma integral del bloque". Madrid, Patrimonio y Ciudadanía aseguraron en su estudio que incluso asumiendo esos costes el edificio valdrían más de 4 millones de euros.

La fundación Afal Futuro está investigada por esta causa y otra decena de cambios de testamentos manipulados en ancianos que formaban parte de ella. En este caso se creó una sociedad ad hoc para esta compra. "Pasó así a manos de la sociedad San Bernardino, constituida ex profeso por Gonzalo López y su madre Araceli Arroyo que cerraron con Afal una cómoda compra que se pagaría con 1,2 millones en efectivo y 1,7 millones en pagares en diferentes plazos".

El dueño de Rustika, que desde 2013 no tiene la tienda en este edificio, asegura que esa sociedad vendió el edificio a otro individuo. "El dueño de la escuela de idiomas Enforex, Antonio Anadón, que lo compró con la intención de montar una residencia para sus estudiantes. No sabría que el edificio tenía el expediente abierto por el Ayuntamiento", sostiene.

Los frescos son únicos y su historia también y se estaba cayendo todo por las humedades"

"Después de la estafa de la Fundación Afal, que afectó a muchísima gente y que llegó a todos los periódicos, empezaron a echar poco a poco a todos los inquilinos. Tenían que indemnizarles porque eran de renta antigua. Nosotros salimos en 2013 y ya habíamos pedido que alguien se hiciera cargo de aquello. Los frescos son únicos y su historia también y se estaba cayendo todo por las humedades", añade.

También explica que tanto los anteriores propietarios, como cree que también los nuevos, alquilaban el edificio para rodajes. "Se han filmado algunas películas allí y creo que ese es el único uso que tiene. Está totalmente abandonado", explica.

El l Área de Gobierno de Desarrollo Urbano del Ayuntamiento de Madrid explica que en 2018 se le concedió una licencia de rehabilitación por acondicionamiento general. Y en octubre de 2019 se concede una prórroga para el inicio de estas obras.

Además, añaden, que consta un expediente de denuncia en 2014, "que se derivó a la Junta de distrito por ser un tema de su competencia". También que en 2020 tenían que haber presentado un Informe de Evaluación de Edificios (IEE). "Como no lo hicieron, el Aérea va a requerir su presentación en el plazo de dos meses, con amenaza de sanción si persiste en el incumplimiento", informan.

Tal y como aseguran, si presentan el IEE la sanción por retraso se quedaría en 1.500 euros pero si no lo hacen ascendería a 10.401 euros.

Desde Enforex, la nueva propiedad, no responden a la situación de la sala ni del edificio. Ahora mismo se encuentra totalmente cerrado y sin nadie viviendo en su interior ni haciendo uso del local.

El 20 de mayo de 1890 se abría al público. Un recital de piano daba la bienvenida al Salón Montano, una sala de música construida en los bajos de un particular edificio de Madrid. En el lugar donde desde hacía décadas se fabricaban unos de los pianos más conocidos del país, que se vendían incluso en gran parte de Europa.

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