Hace seis años se celebró el primer Día de las escritoras. Fue gracias a la colaboración de tres instituciones: la Biblioteca Nacional, la Federación Española de Mujeres Directivas, Ejecutivas, Profesionales y Empresarias (FEDEPE) y la Asociación Clásicas y Modernas. La intención, la causa de celebrarlo, era reivindicar a las mujeres que llevaban años escribiendo y publicando y que parecían quedarse siempre en un segundo plano. Devolver a la vida textos que llevaban años en la sombra y aportar luz sobre tantas y tantas obras que se habían perdido por no haber sido consideradas aptas en un mundo en el que había que firmar en masculino.

Mujeres con novelas, ensayos, cómics... tan buenos como los de sus compañeros pero con la mitad de público y un cuarto de las ventas. La reivindicación era, y es, totalmente legítima. Y, lo mejor, efectiva. Las editoriales notan ya como hay bastante menos discriminación a la hora de comprar o leer un libro por el género del autor que lo firma. Ya no son mujeres que escriben de cosas de mujeres sino autoras que publican, son leídas, escuchadas e incluso pueden vivir de la literatura. Incluso se atreven a llamarlas protagonistas de un boom literario.

Así lo describe Carolina Reoyo, que se encarga de la edición de obras latinoamericanas en Alfaguara y Lumen. "Nosotras estamos seguras de que estamos ante un nuevo boom latinoamericano y que este está protagonizado fundamentalmente por escritoras. Dolores Reyes, Mariana Enríquez, Fernanda Melchor, Brenda Lozano, Pilar Quintana... Igual que el boom de los 60 y 70 fue mayoritariamente masculino, en los últimos años han ido surgiendo un montón de voces femeninas que están contando el mundo y la realidad desde su perspectiva", asegura.

Aunque añade que este nuevo boom "sigue estando bajo la influencia de los padres del siglo XX. Siguen resonando en sus páginas García Márquez, Vargas Llosa, Rulfo y la gran literatura norteamericana pero con una perspectiva novedosa. Sus historias son poderosas y su voz resuena fuerte y libre y comprometida con la realidad que estamos viviendo".

Algo similar a lo que lleva viendo varios años Raquel Gisbert, editora de Planeta. Ella piensa que la tendencia ya lleva tiempo en el sector editorial, que las mujeres pisan ahora con fuerza y suenan alto, por lo menos más alto que antes. "Muchos nombres de mujeres se unen a la lista de grandes autoras que teníamos en la casa pero ahora son más que antes. Ahora se puede decir que un 50% de lo que publicamos son escritoras y que cada vez el lector mira menos quien escribe y más qué escribe", explica.

Blanca Cambronero Manzano, editora de Capitán Swing, está de acuerdo en el fondo aunque no en la forma. "Creo que cuando son especialistas en una temática se atreven a escribir más. Es decir, el imaginario de la mujer todavía es poco asumido por el hombre lector", asegura.

Hay un apoyo de grupo, si te atacan, algo a lo que tenían miedo y tienen al escribir, hay una comunidad que las respalda"

Aunque es muy positiva ya que se encuentra muchísimas propuestas de mujeres y lo asocia a una acceso mayor, y que antes no había, a muchos ámbitos sociales. "El cambio de percepción, como el feminismo se ha convertido en algo que está en el centro de la conversación, ha hecho que ese miedo, ese síndrome de la impostora, desaparezca. Hay un apoyo de grupo, si te atacan, algo a lo que tenían miedo y tienen al escribir, hay una comunidad que las respalda. Eso te da una confianza a la hora de abordar temas con los que antes no te atreverías", añade.

Menos positiva es la poeta y filósofa Marifé Santiago Bolaños, comisaria de esta edición del Día de las escritoras. Santiago Bolaños quiere que cada año sea como el primero, que no se olvide el porqué de este día.

"Tenemos que celebrar la obra y la autora cómo si fuera la primera vez. Reivindicar algo que es una exigencia histórica porque si hubiéramos estudiado y normalizado la obra de las mujeres muy probablemente una gran parte de nuestras preguntas ya tendrían respuesta", explica.

Para ella, "el día que seamos conscientes de que nuestra vida se va haciendo con los libros y los estudios, que estudiar es ser libres, y que de una manera normal incorporamos el pensamiento o la obra de las mujeres; entenderemos que no se trata de competir sino de colaborar".

Cuando las lees te das cuenta de que entra algo de luz e ilumina rincones que no tenían color, ni forma, ni ángulo"

Por eso, este será el primer año donde se lean textos de escritoras vivas. "Siempre hemos reivindicado el pasado, porque habíamos olvidado a todas aquellas mujeres que escribiendo obras increíbles y encima al leerlas veíamos que eran textos que perfectamente podrían cuadrar en el día de hoy. Pero este año queremos incorporar a escritoras que estén en activo, nos parece muy interesante. Cuando las lees te das cuenta de que entra algo de luz e ilumina rincones que no tenían color, ni forma, ni ángulo. Empiezan a tener forma y te aportan una mirada distinta para enfrentarte a la vida", añade.

Aunque volver atrás es algo que también están haciendo las escritoras contemporáneas y los lectores. Reoyo afirma que "estamos viviendo cómo están recuperando voces de escritoras que de alguna manera habían quedado opacadas en su tiempo y estamos descubriendo que Alejandra Pizarnik cada vez tiene más lectores o Gabriela Mistral, la única premio Nobel de Literatura mujer en el ámbito del español, que había quedado relegada para darle más visibilidad a otros autores hombres. Escribieron hace 30 o 40 años novelas que se están leyendo como si se hubiera escrito ayer".

Por otro lado, Pilar Álvarez, editora de ficción española en Alfaguara, cree que todavía queda muchísimo terreno que ganar para las mujeres. "La literatura escrita por mujeres ha dado un paso adelante enorme pero está bastante restringida. Aunque estamos muchísimo mejor. Si miras los 50 libros más vendidos de esta semana estamos casi empatadas, 21 mujeres, y sobre todo en los diez más vendidos, seis mujeres", asegura.

Pero considera que se debe a que teníamos mucho que contar. "Las mujeres han empezado a contar hace relativamente poco y ahora, claro, suenan con fuerza. Mira los grandes libros de este año, son de autoras femeninas: Ana Iris Simón, Andrea Abreu...", añade.

Todas, al final, coinciden en la misma idea. Había voces que no escuchábamos, no leíamos, no intuíamos y que ahora se escriben con una fuerza abrumadora, que llegan al lector como siempre debieron hacerlo: como grandes narraciones, como historias necesarias.