Dicen que no le dieron el Nobel porque tras una primera petición, firmada por 500 periodistas y escritores, llegaron a la Academia miles de firmas en contra de que Benito Pérez Galdós (Las Palmas de Gran Canaria, 1843 - Madrid, 1920) se alzase con el mayor premio de la literatura. También, que fue un autor de masas, muy leído pero muy criticado por los grandes intelectuales que le consideraban un escritor vulgar.

A Mario Vargas Llosa (Perú, 1936), que antes de la pandemia sólo había leído Fortunata y Jacinta, le obsesionó tras la celebración de su centenario, en 2020, y se propuso estudiarlo a fondo. En dos años se leyó concienzudamente todas sus novelas, obras de teatro... en total más de 100 obras, y ahora presenta un ensayo, La mirada quieta (Alfaguara), sobre todo lo que descubrió entre líneas.

"Este libro es el resultado de una pandemia. Tenía muchas ganas de leer a Galdós y no ha sido fácil porque es uno de los autores más extensos", ha asegurado durante la rueda de prensa que se ha celebrado en el Ateneo de Madrid, en honor al autor que se inscribió como socio 2.792 en 1865 y que consideró ese lugar como "la Holanda española".

Su obra más notable, los Episodios Nacionales, son analizados por el peruano como unas "novelas ligeras, modernas, cómodas y simpáticas de los grandes acontecimientos del siglo XIX. Fija el sentido histórico de España hasta la época moderna. No los acabó porque el teatro le distrajo".

Porque fue como dramaturgo cómo consiguió el éxito y el dinero. Galdós venía de una familia acomodada, era el último de 10 hijos, y nunca tuvo que preocuparse por vender o no sus libros. "Estaban muy orgullosos de él y lo mantuvieron durante mucho tiempo pero él vio en el teatro una forma de independizarse", explica.

No era como Flaubert, que deshacía y rehacía. Él tenía una idea para una novela y la transmutaba en textos y palabras y él así se quedaba contento"

Para Vargas Llosa, Galdós fue un gran escritor, "pese a todo lo que se dijo de él en la época, de escritor con olor a cocido o garbancero", pero fue un escritor irregular. "No rehacía sus textos, sólo los corregía. No era como Flaubert, que deshacía y rehacía. Él tenía una idea para una novela y la transmutaba en textos y palabras y él así se quedaba contento. Por eso escribía obras desiguales, algunas muy buenas y otras malas. Eso sí, cuando acertaba, acertaba de una manera muy notable".

Él pone de ejemplo Misericordia, publicada en 1897, "una de las grandes novelas que se han escrito en España". Para el Nobel en este libro consigue describir la diferencia entre la minoría privilegiada y la gran mayoría que no lo es. "El mundo de Galdós es el de los personajes de clase media, aquellos que viven de acuerdo a su estatus con la conformidad social. Ahí es donde se siente más cómodo, aunque es verdad que también tenía una mirada hacia los pobres o los miserables. Aquí, por ejemplo, refleja el Madrid pobre, que era la gran parte de Madrid, y lo describe de una manera maravillosa, con muchos detalles, te lleva al lugar, a la época, a lo que ocurre", ha asegurado.

También ha añadido que ese es el gran talento de Galdós, el de dejar su mirada a un lado y describir la realidad tal y como es. "El Episodio que narra la muerte de Prim es brillante, igual que las guerrillas. Él ha sido muy criticado por sus ideas políticas, de absoluto liberal, y no era tampoco de esa manera. Criticaba mucho a la Iglesia, pero no como institución sino por su influencia dentro de las casas, de las familias", explicaba.

El escritor controvertido

Galdós fue leído por muchos pero muy criticado por otro. "Generó mucha controversia en España por su novelas. No era considerado un gran escritor, le tildaron de vulgar y se le veía como el típico escritor de obras entretenidas, para el gran público", ha explicado.

También que estas críticas llegaron hasta la Academia del Premio Nobel de Literatura. "No sé si merecía el Nobel y nos vamos a encontrar muchas posiciones contradictorias sobre este tema. En general, La Academia es bastante coherente y da el premio a escritores con mucha influencia y consagrados. A veces puedes sobreestimar o subestimar a alguno, puedo equivocarse, pero forma parte de la condición humana", ha añadido.