El criptoarte se abre paso en el presente de los creadores de obras como negocio del siglo XXI, frente al alma bohemia de épocas pasadas, dejando ahora en manos de la tecnología blockchain la garantía de autenticidad del talento y acercando el ambiente íntimo y personal del estudio al metaverso.
Este mundo virtual, aún muy inexplorado en España, generó el pasado año 3.500 millones de dólares (en criptoarte y NFT) y todavía es "un bebé que no sabe gatear", a falta de que muchos artistas se den cuenta de que sus pequeños estudios pueden abrir la ventana de internet, según explica en una entrevista con EFE el artista y profesor Antonio García Villarán, uno de los primeros del país que se ha lanzado a comercializar sus obras como NFT.
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