Lillian Fishman (Nueva York, 1994) se topó con los códigos generacionales de Sally Rooney, el malestar urbano de Ottessa Moshfeghy y la carnalidad de Raven Leilani, antes que con la escala de grises de una sexualidad aferrada a un "problema de heterosexualidad": la suya. "Sentí una enorme contradicción, mi contradicción, que había experimentado durante años y que me parecía difícil comunicar. Necesitaba salir de la estructura de la heterosexualidad para explorarla", explica la autora desde Estados Unidos en una rueda de prensa virtual. "Empecé a preguntarme sobre cómo vivimos el sexo y la manera en que conciliamos nuestros deseos profundos con lo que creemos que deberíamos desear. El deseo, cuando no se reprime, cuando se libera de inhibiciones y censuras autoimpuestas y/o adquiridas, puede jugar con nuestros límites morales".
Y de esa necesidad surge Los favores, la novela debut de la escritora, a través de la cual explora los límites del deseo sexual y la pasión, y cómo esto se concilia con las creencias socialmente adquiridas a lo largo de estos años. En la novela que publica en España Reservoir Books, Eve desafía sus creencias cuando decide involucrarse en un trío con Nathan y Olivia pese a tener una relación estable con una mujer a la que admira. Y "forcejea con lo consciente y lo inconsciente" cuando se enfrenta a situaciones que la interpelan y que no sabía que era capaz de desear. "La experiencia que ella tiene con Nathan pretende subrayar hasta qué punto influye la educación. Es un sistema de creencias sumamente profundo que no es fácil que desaparezca e incluso podría decir que es imposible desaprenderlo. Lo que ella está buscando en su relación con Nathan debería ser fácil de descartar en su marco político, pero llega mucho más hondo de lo que mucha gente está dispuesta a aceptar porque estamos hablando de una satisfacción que no es superficial, sino tremendamente profunda", explica.
Así, Los favores es una puerta abierta a las vidas de tres personajes esclavos de sus impulsos y sus placeres, y un acto de voyerismo que nos confronta "con los rincones más inhóspitos de nuestros anhelos". Dividida en dos bloques -atención e interrogación-, la novela transporta al lector a un viaje por aquello que creía a salvo en un cajón oculto y da respuesta a preguntas como: ¿Nos hemos atrevido alguna vez a ser libres? ¿Hasta dónde hemos sido capaces de llegar? ¿Nos lo permitiríamos? ¿Habremos sido los verdugos de otros? ¿De qué seríamos capaces para alcanzar nuestro placer más extremo?
"Es una novela donde la sobreexposición de los cuerpos a la luz del deseo ciega a los amantes, incapaces de ver el mundo que hay más allá de las ventanas de las estancias compartidas por los tres", señala Fishman.
Pero la escritora puntualiza que su libro "no es un manifiesto" sobre la libertad sexual, sino una obra que relata "un tipo de experiencia real. Y cómo esa experiencia a veces no encaja o no concuerda con la sociedad". "Para mí el libro habla de la posibilidad de libertad y descubrimiento, incluso en la cultura en la que vivimos. Yo creo que eso es posible y está en el centro del libro. Pero no considero que debe haber una revolución para encontrar esto en la vida personal de cada cual. Creo en un futuro en el que el impacto de la socialización heterosexual sea menos extrema. Creo que es posible que para muchos y muchas jóvenes esto ya sea así, pero al mismo tiempo es difícil imaginarlo porque creo que el paisaje intelectual está influenciado por lo que te han enseñado. Yo no veo cómo puedo concebir una sexualidad que no tuviera el impacto de la socialización".
Los favores también trata cuestiones como el consentimiento o la manipulación en las relaciones sexuales. Algo que la autora celebra que se esté "empezando a explorar" en la literatura. "Hay literatura impresionante respecto a los matices del consentimiento dentro de la erótica y la intimidad en situaciones que vienen marcadas o gobernadas por un poder que está desequilibrado. Lo que está en juego en el libro y lo que me parece interesante explorar ahora mismo es que es imposible definir o identificar una línea entre manipulación y consentimiento".
Sobre las reacciones que ha recibido Lillian tras la publicación de su primer libro, la autora reconoce que está siendo una experiencia "muy variada y placentera". "Para mí es una marca de éxito respecto a lo que yo perseguía con el libro. Es imposible escribir un libro como este y que todo el mundo lo entienda. Los favores es una novela provocadora y sólo por eso despierta el interés de la gente. Al principio pensé y di la razón a los que han calificado mis páginas como un libro radical que reescribe el sexto, pero ahora eso no me parece cierto".
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