Ambos exiliados en París, Fernando Arrabal y Milan Kundera trabaron una singular amistad marcada por la admiración mutua. Cuando en 2008 Kundera fue acusado de haber colaborado con los servicios secretos comunistas de Checoslovaquia, Arrabal lideró la respuesta de los intelectuales franceses contra aquella infamia.

En 1983, Kundera escribió un prólogo para la novela de Arrabal El matarife en el invernadero (1983). "Él es el último superviviente de lo que yo llamaría surrealismo hispanocéntrico, surgido de una muy vieja locura barroca, surrealismo cervantino, sombrío y cruel, surrealismo ritual empapado de liturgia que se presenta en él bajo una decena de rostros", escribía entonces el autor checo. "Arrabal no se parece a nadie y el grado de su desemejanza alcanza el límite de lo concebible". Y lo vuelve a demostrar en este poema elegíaco que ha hecho llegar a El Independiente tras conocerse la noticia del fallecimiento de Kundera

amado mío
K U N D E R A

negra y profunda 
como un ciego asalto
nada puede matar 
la pena mía  
de perder
a quien mejor 
midió la sombra de la sombra 
con la luz de la historia 
y sus episodios  
cómo vivir sin ti 
buscándote sin reposo
cuando ya llegas al Sol  
cómo duelen las horas ya 
entre inútiles sollozos

mon bien-aimé
noir et profond 
comme un assaut aveugle
rien ne peut tuer 
mon chagrin  
de perdre 
celui qui a le mieux 
mesuré l'ombre de l'ombre 
à la lumière de l'histoire 
et ses épisodes
comment vivre sans toi 
te cherchant sans repos
quand déjà tu atteins le Soleil  
comme les heures sont déjà douloureuses 
accompagnées d'inutiles sanglots