Es el gran documentalista de las tradiciones y los oficios del mundo rural español. Hace cuarenta años comenzó a recorrer Aragón, y después el resto del país, para fijar con su cámara los quehaceres, el folclore, las fiestas y la gastronomía en peligro de extinción. Mucho de lo que, a base de constancia baturra, Eugenio Monesma (Huesca, 1952) ha recogido en los más de 3.200 documentales que ha producido hasta la fecha hoy ha desaparecido, pero permanece intacto y al alcance de cualquiera a través de su canal de YouTube. De Huesca para el mundo. La plataforma de vídeo online acaba de concederle el Botón de Oro por haber superado el millón de suscriptores.
Todo empezó cuando tenía 25 años. "Yo trabajaba en una fábrica de cosechadoras, tenía piso, calefacción, agua, luz y gas gratis. Era un privilegiado", explica por teléfono a El Independiente. "Pero era muy aficionado al cine y en el año 79 me compré una cámara Super 8. Empecé a motivarme viendo los cortos polacos y checos de animación que traían al Festival de Huesca". Enseguida hizo su primer corto, Jaque de reyes, una alegoría antibelicista en la que "los blancos y los negros riñen y montan una gran batalla, los peones mueren, el tablero se va llenando de sangre, y sobre ella los reyes se ponen a bailar intercambiando sus parejas felizmente".
La otra gran afición del joven Monesma era visitar los pueblos vacíos de Aragón. "Me vinculé con el Instituto Aragonés de Antropología, y su fundador y presidente, Angel Gari, me sugirió que me ocupara de los oficios tradicionales. Hice una primera película importante, Navateros", sobre el descenso de troncos por el río Cinca, que ganó varios premios y marcó un punto de partida para el cine etnográfico hecho en España. "La hice en Super 8, pero la hinché hasta 16 milímetros para presentarla en el festival de aquí".
De aficionado a profesional
En ese momento, Monesma tomó la decisión de dejar su trabajo y meterse en la aventura del cine. "Con mi mujer y mi hijo a cuestas, en una ciudad de 40.000 habitantes como Huesca, era una locura", reconoce. Lo suyo hubiera sido "coger el montante e irte a Madrid o Barcelona", pero él decidió quedarse.
Para ello, montó un videoclub de nombre ampuloso, Centro de la Imagen Eugenio Monesma, que delataba las intenciones de su propietario. "Era un videoclub muy raro. No estaban ni Stallone, ni Schwarzenegger ni cosas así, tenía películas de Buñuel, de Truffaut. No venía casi nadie. Pero fue una puerta abierta para hacer bodas y comuniones. En esos años no había casi competencia, así que se ganaba bien y me podía costear el videoclub, la familia y el cine etnográfico".
Entre 1989 y 1992 profundizó en su pasión etnográfica documentando oficios rurales para la Diputación de Huesca. Por ello, cuando a comienzos de los 90 se pusieron las bases de la televisión autonómica aragonesa, le llamaron para que realizara una serie sobre cultura tradicional. Pero poco después, una moción de censura contra el presidente aragonés de entonces, el regionalista Emilio Eiroa, tuvo éxito gracias al voto tránsfuga de un diputado del PP, Emilio Gomáriz, y el proyecto de aquella televisión autonómica quedó desmantelado.
"Me quedé colgado con cinco personas contratadas y un equipo de producción que me había costado 30 millones de la época. Tiré de amigos, del director del banco, y fuimos paliando hasta que TVE me compró la primera serie de oficios perdidos, que tuvo bastante éxito. La vendieron internacionalmente como un producto de ellos. Llegaron a doblarla al persa", recuerda.
Vida y costumbres de las comarcas
Poco después, las comarcas españolas financiadas por las iniciativas europeas de desarrollo rural Leader y Proder se pusieron en contacto con él para que produjera y realizara documentales sobre la vida y las costumbres en sus territorios. Comenzaba de manera sistemática su gran obra audiovisual. "Entre 1993 y 2006 produjimos muchísimo, unos 200 documentales anuales, variadísimos". Gracias al convenio que firmó con las comarcas, por el cual Monesma les entregaba un número estipulado de vídeos en VHS, ha conservado los derechos de los programas. Eso es lo que le ha permitido ahora rescatar todo ese material y ofrecerlo poco a poco en YouTube.
En 2006, cuando finalmente se puso en marcha Aragón TV, Monesma recibió el encargo de hacer un programa semanal, Nos vemos en la Plaza Mayor, que se emitió cada domingo durante seis años. De nuevo desde Huesca. "Me construyeron el decorado en mi nave. Traía un invitado y hablábamos sobre un tema que nos permitía recuperar los documentales fragmentados. El programa funcionó muy bien hasta que me lo quitaron en 2012". Comenzó entonces su pasión arqueológica por las piedras rituales y funcionales, y en 2013 el incansable Monesma propuso a la televisión autonómica un programa de investigación y divulgación, Los secretos de las piedras, que de nuevo tuvo bastante éxito. "Por la calle me llamaban el hombre de las piedras", rememora.
Otro hallazgo: la palabra 'monetizar'
Ese mismo año, alguien que trabajaba con él en Pyrene, su productora, le habló por primera vez de YouTube. "No le di importancia, pensé que era una cosa de jóvenes. Pero hace un par de años, cuando estaba bajando la Cañada Real de Los Roncaleses, me llamaron los de Egeda [la entidad de gestión de derechos audiovisuales] y me dijeron, oye, Eugenio, ¿has pensado alguna vez en monetizar tu trabajo en YouTube? Era la primera vez que oía esa palabra. Les dije, espérate que estoy con el ganado, cuando vuelva a Huesca dentro de una semana lo hablaré con mis hijos". Lo hizo, y fueron ellos, Darío y Eloy, quienes lo movieron y se ocuparon inicialmente de la parte técnica. En diciembre hará tres años que pusieron en marcha el canal. Eloy se pidió una excedencia de su trabajo para llevar las redes sociales. "Requiere mucho tiempo y conocimiento", constata su padre.
En 2022 alcanzaron los 100.000 suscriptores en su canal de YouTube, y desde entonces han pegado el estirón definitivo. Hoy cuentan con más de dos millones de seguidores en Facebook, 144.000 en Instagram y 200.000 en TikTok. Una empresa norteamericana les ayuda a mover su contenido en las redes y con la traducción y doblaje al inglés de los documentales. En marzo sufrieron "un hackeo muy fuerte" en Facebook que duró mes y medio. "Cuando entrabas salía una tal Lily Collins, luego una cosa de juegos online. El problema es que nos habían borrado 300 documentales. Luego aparecieron otra vez. Remontar ha sido duro".
Un fondo ingente
Pero ahora celebran el Botón de Oro con la ambición de seguir creciendo y la tranquilidad que les ofrece un ingente fondo documental. Podrían tener material para 20 años, y Monesma sigue produciendo sobre aquello "que veo yo que se pierde y que es importante recuperar". Esta primavera ha grabado a un esquilador, a unos fabricantes de fieltro en Navarra y "a uno que alambra pucheros" que se han roto. "Pero por lo que me cuentan hay que tener mucho cuidado con lo que subes. Si un documental pincha, luego cuesta dos o tres remontar": el misterio de lo que funciona y lo que no que tratan de descifrar todos los creadores digitales. "No hay manera de saberlo. El de los peines de cuerno, el de los cordeleros, el de la churrería La Mañueta de Pamplona han sido un éxito que para qué. Están en millones, es una barbaridad".
Pese a su reciente éxito como youtuber, Monesma no ha alterado su rutina diaria. Se acuesta a las ocho de la tarde y se levanta a las cuatro de la mañana para responder los comentarios en las redes sociales, escribir y adelantar trabajo. Sigue además con las grabaciones de Los fogones tradicionales, programa que recoge la cocina tradicional de fuego de leña alrededor de toda España del que lleva 23 temporadas, que actualmente emite Canal Cocina y del que el año pasado editaron un libro de recetas.
Después de años con equipos a su cargo, ahora se lo hace todo él. "Yo me grabo, yo me ilumino, yo hago las fotos". Es miembro de la Real Academia de San Luis, sanedrín de la cultura aragonesa, pero "nunca voy a las reuniones. Yo a Zaragoza bajo cuatro veces al año. En septiembre tengo que ir con mi mujer al oftalmólogo". De momento, al día siguiente de nuestra conversación se va con ocho amigos al yacimiento de Los Bañales, "a picar a 40 grados para sacar un lagar rupestre tallado en roca. Llevo documentados 304 en el norte de Aragón. Me interesa todo el patrimonio cultural que tiene que ver con lo que el hombre ha trabajado, con cómo se ha buscado la vida".
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