Retratar la muerte con respeto al que se va y a los que se quedan requiere de un extraordinario talento y una excepcional calidad humana. Sabe que la muerte habita en la vida y así lo refleja en sus imágenes. Ricardo García Vilanova (Barcelona, 1971) intenta agitar las conciencias. La tuya, la mía, la de todos los que tenemos, o teníamos, la suerte de vivir con comodidades jamás soñadas por personas como tú y como yo que han sufrido el infortunio de nacer en un lugar en guerra. Llámese Irak, Siria, Libia, países adonde el fotógrafo va y vuelve siempre que puede porque concibe su trabajo, que es casi una misión vital, como una tarea de documentación gráfica de lo que sucede, sobre todo, allí donde no se puede acceder. Porque es allí donde se cometen las mayores tropelías, donde no hay testigos. Después de esta crisis, aún será más difícil que los haya, pero Ricard, como es conocido en la profesión, confía en seguir. 

García Vilanova es freelance porque sin libertad no concibe su trabajo, ni la vida. Ha publicado en gran número de medios internacionales y nacionales, acaba de conseguir el tercer premio en la categoría Actualidad de los World Press Photo. Este galardón se suma a otros muchos como el Bayeux Calvados Award, Moscow International Foto Awards, el Mika Yamamoto International Journalist Award y el Premio de Periodismo de El Mundo (con Javier Espinosa y Marc Marginedas) y el International Press Club. En la categoría de video ha logrado el Rory Peck. 

La imagen del World Press Photo, que nunca fue publicada y con la que abrimos esta crónica, muestra a un herido en las protestas en Bagdad. “Por la noche se intensificaban las protestas. Ese día hubo fuego real y gases. Estaba muy cerca. Empezaron a caer heridos. En un par de segundos pude hacer la fotografía porque rápidamente salieron en el tuctuc hacia el hospital”, nos cuenta García Vilanova por teléfono. Ofreció una galería a varios medios pero no la compraron. “Irak no está en los picos informativos. No importa nada lo que allí pase”. Pero a Ricard le importa.

Espera que el premio sirva para “explicar problemas o situaciones que quedan totalmente difuminados, como lo que ha pasado en Bagdad en las protestas. No nos llega casi nada y han matado a más de 600 personas. No está dentro de las agendas informativas”. A partir de ahora va a ser aún más difícil que se informe sobre lo que pase en países en conflicto.

Por primera vez está cubriendo, sin que aún tenga un comprador de su trabajo, una crisis humanitaria en España, la crisis del coronavirus, una crisis en la que se ha evitado mostrar la muerte.

"He asimilado la muerte desde que empecé a trabajar como fotógrafo. Forma parte inherente de lo que sucede en la vida. Ahora lo vivimos muy de cerca", explica desde algún punto de España donde realiza fotografías dentro de hospitales, en las calles vacías, o en los sepelios más tristes que jamás hayamos imaginado.

Sostiene García Vilanova que "hay que mostrar la muerte que provoca el coronavirus porque forma parte de nuestra memoria histórica. Si de nuestra guerra civil, no tuviéramos imágenes, habría solo relatos que siempre pueden distorsionarse. Un documento gráfico no. Es una responsabilidad de cara a la sociedad. Es un compromiso con las nuevas generaciones. Además, los ciudadanos tenemos derecho a que nos traten como adultos".

Ricardo García Vilanova es testigo de la historia. Ahora, de la nuestra.