Alfred Hitchcock estrenaba Psicosis; Billy Wilder, El Apartamento; Elvis Presley animaba caderas con su álbum Elvis is Back; Puskas y Di Stéfano daban al Madrid su quinta Copa de Europa; y el coche más deslumbrante era el Citroën DS Tiburón, con 83CV de potencia. Ubicados en las coordenadas históricas de 1960, en octubre de ese mismo año, ya en su ocaso, el presidente de Estados Unidos Dwight D. Eisenhower impulsaba un embargo económico a Cuba.

Desde entonces han pasado por la Casa Blanca Kennedy, Johnson, Nixon, Ford, Carter, Reagan, Bush, Clinton, Bush (hijo), Obama y Trump, y ese embargo no solo ha seguido vigente, sino que ha ido en aumento. Se cumplen 60 años del bloqueo económico más largo de la historia moderna, una complicada travesía para toda una generación de cubanos que trata de sobrevivir sin ahogarse entre las aguas de un régimen comunista y las de un bloqueo infinito. A esa misión casi imposible se une ahora el tsunami de la pandemia.

Fidel Castro y su hermano Raúl celebran el éxito de la Revolución a inicios de 1959.
Fidel Castro y su hermano Raúl celebran el éxito de la Revolución a inicios de 1959.

Historia de un deseo y un bloqueo

Estados Unidos, a lo largo de su historia, ha mirado siempre con ojos de deseo hacia Cuba. Incluso cuando la isla era una colonia española realizó, entre 1812 y 1897, varias ofertas de compra que fueron desechadas, según apunta el historiador Germán Rueda. La Guerra de Independencia de Cuba frente a España fue el momento perfecto para que Estados Unidos diera caza a su presa. Después de señalar a esa España debilitada como culpable de la destrucción y el hundimiento del acorazado Maine, le declaró la guerra y se hizo con el anhelado control de Cuba.

Cuba era en ese momento el coto privado de la lujuria de unos pocos ‘yankees’ que hicieron suya"

Pese a permitir la independencia de la isla en 1902, los tentáculos de Estados Unidos siempre llegaban a la nueva República, más aún tras el golpe militar que llevó al poder en 1952 a Fulgencio Batista. Desde ese momento, y hasta su derrocamiento en 1959, Cuba se convierte en un lugar perfecto para el exceso de miles de adinerados norteamericanos. Casinos, clubes privados, mafia, alcohol, tabaco, droga, dinero, prostitución… Cuba era en ese momento el coto privado de la lujuria de unos pocos ‘yankees’ que hicieron suya La Habana y el barrio de Miramar, un lugar en el que en muchos edificios tenía prohibida la entrada el propio dictador Batista por su color de piel.

Tanta era la impunidad que, según relata el periodista Edwin Harrington en su libro Así fue la Revolución Cubana, cuando un alto cargo de la embajada estadounidense fue detenido por conducir ebrio y a gran velocidad por una de sus grandes avenidas, lo primero que acertó a balbucear a gritos al agente cubano fue: “¡soy ciudadano norteamericano y ninguna autoridad de un país de indios puede detenerme!” Efectivamente, no fue detenido.

Castro apareció con sus guerrilleros, previamente entrenados por el español Alberto Bayo, derrocó a Batista y desmontó todo aquel chiringuito"

En este contexto de sumisión en el que ya se había prohibido a Cuba vender armas y se la había encadenado económicamente a esa brutal dependencia de la exportación de arroz hacia EEUU, llegó el turno de Fidel y el comunismo. Castro apareció con sus guerrilleros, previamente entrenados por el español Alberto Bayo, derrocó a Batista y desmontó todo aquel chiringuito. Expropió y nacionalizó los casinos, mansiones y empresas estadounidenses… y fue ahí cuando la verdadera hostilidad económica, política y militar hacia la isla comenzó.  

El presidente Eisenhower, como respuesta a estas expropiaciones, no solo mantiene la prohibición de vender armas, sino que da un paso más y aumenta la presión con un embargo económico en 1960, que culminó con la ruptura oficial de relaciones diplomáticas en enero de 1961. Su sucesor, John F. Kennedy, incluso utiliza la fuerza para intentar volver a controlar Cuba pero, tras el fracaso del desembarco en la Bahía de Cochinos, se tiene que resignar con firmar en 1962 una orden presidencial que declaraba un bloqueo total contra la isla.

Desde entonces y hasta hoy se han sucedido las prohibiciones desde EEUU en forma de leyes para aislar Cuba. En esa escalada también se incrementó la presión diplomática internacional para que los demás países redujesen o eliminaran cualquier relación comercial con Fidel, ni le ofrecieran apoyo logístico, ni sanitario, ni turístico ni, por supuesto, militar. Se llegó a restringir el envío de divisas, el suministro de petróleo, la posibilidad de abastecimiento de medicinas y, recientemente, se asestaba un golpe al turismo, su línea de flotación, con la prohibición de vuelos directos o cruceros hacia Cuba desde EEUU.

Hijos de un embargo

Hoy, a finales de 2020, una gran mayoría de cubanos no ha conocido otra realidad que no sea la de coexistir bajo el yugo de un embargo económico exterior que, unido a un fallido régimen interior, ha llevado a sus ciudadanos a naturalizar el hecho de sobrevivir en un entorno de pobreza crónica.

La Habana 500 años
El malecón de La Habana, la ciudad americana con una huella española más profunda.

Un ejemplo de ese sentir lo refleja Raúl, quien también lleva camino de cumplir 60 años. Tiene 58, tres hijos, y trabaja como taxista en La Habana. Está convencido de que después de pasar toda su vida bajo esa realidad “la única solución, tristemente, sigue siendo la de escapar. Tenemos un sueldo fijado por el estado, no hay esperanza de prosperidad individual, el bloqueo… Mi hermano ya lo hizo, se fue a Miami en busca de una vida mejor, y yo no lo hago porque mi madre es mayor y alguien tiene que cuidarla. Con la muerte de Fidel y con la visita de Obama en 2016 sobrevino la esperanza, al menos entonces llegaban cruceros con turistas americanos. Con Trump todo volvió a cambiar y… ¡ahora la pandemia!, que ya es el remate final, no llegan turistas de ningún lugar. La situación es muy compleja”, afirma resignado.

La esperanza Biden

Si se cumplen las encuestas y el próximo 3 de noviembre Joe Biden se convierte en presidente de EEUU podría volverse a abrir una rendija de ilusión para Cuba, al menos si atendemos a las declaraciones de la candidata a vicepresidenta Kamala Harris, que afirmó que si llegan al poder pondrían fin a “esa política fallida” y adoptarían “un enfoque más inteligente que empodere a la sociedad civil cubana y estimule su progreso a fin de determinar libremente su propio futuro”. También la ONU ha sido clara recientemente con un informe en el que pide el fin del bloqueo a Cuba, al menos, “para salvar vidas en medio de la crisis del Covid-19”.

La ONU pide el fin del bloqueo a Cuba, al menos, “para salvar vidas en medio de la crisis del Covid-19”.

Si por el contrario es Donald Trump el que renueva mandato, es muy probable que el embargo económico a Cuba se mantenga, o incluso se endurezca. En 15 días conoceremos si la sombra de ese bloqueo infinito seguirá, o no, acompasando los resignados paseos de los cubanos por el Malecón, tal y como lleva haciendo 60 años.