De Betsabé Espinal se sabe muy poco. Es una de esas heroínas que ha dejado la historia en las notas al pie de página de los libros. Se sabe cuándo nació, en Bello, Colombia 1896; y cuándo murió, en Medellín en el año 1935. Se conserva una foto suya y se recuerda su figura porque fue una de las líderes de la primera revuelta laboral protagonizada por mujeres en su país y en Latinoamérica. Fue en 1920, trabajaban en el sector textil, pedían disponer de tiempo para comer, trabajar calzadas y que se terminaran los abusos, incluidos los sexuales, de sus capataces. Derechos fundamentales, más que laborales.
Medio centenar de mujeres se plantaron ante la situación, sin contar con el apoyo de los trabajadores varones de la fábrica, y ganaron. Una huelga de 24 días que saltó a los medios de comunicación y que se saldó con una subida salarial, mejoras en la condiciones de trabajo y reducción de jornadas de trabajo a nueve horas y media. Las trabajadoras que ratificaron su acuerdo en Medellín, entre ellas Betsabé Espinal, fueron recibidas como heroínas. Pocos días después de reincorporarse al trabajo el dueño de la fábrica despidió a varios trabajadores, incluida Espinal. Las conquistas sociales no son cuentos en los que su protagonistas terminan felices.
Con el tiempo Betsabé Espinal “entró bajo un manto de olvido. Este personaje me llega de forma casual, un día viendo la televisión en la que hablan de una marcha de pies descalzos dirigida por una joven de 23 años”, cuenta a El Independiente Ángela Becerra autora de Algún día hoy (Planeta). La novela de Becerra se apoya en los pocos datos existentes de esta luchadora para construir una ficción que quiere ir “más allá de un canto a la reivindicación de los derechos de la mujer, es una novela que habla sobre la amistad que hay entre dos chicas que nacen en el mismo momento”.
La Betsabé que relata Becerra es una campesina que "viene de la nada, es una niña bastarda que en esa época, en 1896, estaban muy marginadas. Había muchas chicas que terminaban siendo madres solteras de adinerados que tenían una doble vida”, asegura les escritora colombiana.
“De este personaje podía crear absolutamente todo, menos el momento de la huelga, así que arranca el libro con su nacimiento, en el que emerge prácticamente del barro cuando está casi muerta y, desde ese momento, se convierte en una superviviente con una fuerza salvaje y una rebeldía que la llevan a sobrepasar todas las dificultades”, añade.
Dentro de la ficción Becerra le da a Betsabé una amiga, Capitolina, que nace en el mismo momento que ella, se trata de la hija de la familia rica para la que trabaja su madre a cuya casa llega como ama de cría.
Las dos amigas lucharán por rebelarse contra un sistema “una desde la clase social alta, pero en la que también está sometida, y la otra desde la miseria, donde ha estado también sometida y explotada”.
Latinoamérica está ahora muy despierta en el feminismo, estamos prácticamente a la par con Europa
La escasez de información sobre Betsabé Espinal la escritora lo considera “un regalo ya que la he podido vestir de actitudes y de un espíritu en el cual me he fundido mucho y, al final de la historia, no sabía si la que hablaba era yo o el personaje”. Algún día, hoy está cargada de naturaleza y elementos mágicos que se manifiestan de manera casi desapercibida, en el relato. “La magia tiene mucha presencia en la novela, el personaje está confabulado con la naturaleza que se manifiesta acompañando los momentos emocionales de la protagonista hasta llevarlos al límite para que el lector pueda sumergirse incluso percibir los olores”, explica la autora.
El relato Ángela Becerra, que le ha valido el premio Fernando Lara 2019, muestra cómo las olas del cambio social que se extendían por el mundo en el siglo XX alcanzan un lugar recóndito de Colombia hasta transformar la vida de las mujeres que se cansan de estar sometidas.
La realidad en el siglo XXI es muy diferente para la autora colombiana. “Latinoamérica está ahora muy despierta en el feminismo, estamos prácticamente a la par con Europa, por ejemplo en Argentina hay un movimiento importantísimo para aceptar el aborto con manifestaciones feministas y la cantidad de mujeres que están ocupando cargos en Colombia es equivalente a la que cantidad de mujeres que hay ocupando cargos de responsabilidad en España, estamos bastante equilibrados”, asegura. Becerra considera que ahora vivimos un momento histórico del feminismo “que no tiene marcha atrás, que acaba de empezar, solo se está viendo la punta del iceberg y esto va a ser una revolución”.
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