Liudmila Ulístkaya (1943) ha recibido el Premio Formentor de las Letras 2022 en un acto celebrado en el Hotel Santa Catalina en Las Palmas de Gran Canaria. La autora rusa vive en Berlín, donde se mudó tras la invasión de Putin a Ucrania. “Mi hijo llegó a casa y nos dijo que nos teníamos que ir de Moscú”, ha contado a los medios de comunicación en una rueda de prensa previa.

El jurado del premio ha elegido a la autora rusa por “por el poderoso aliento narrativo con que registra las más sutiles emociones del alma humana, por la sensibilidad con que cuenta la epopeya de las personas arrojadas al laberinto del mundo, por la delicadeza con que rehabilita la dignidad de los hombres y mujeres sometidos al despótico azar de la desdicha, por la soberbia índole de sus personajes y su ondulante, aguda y deslumbrante conversación”.

“Desde que era muy pequeña me gustaba escribir, escribía diarios y cartas, y después empecé a crear ficción, mi sueño era ser bióloga, pero la vida me llevó a la escritura. Desde entonces digo a todo el mundo que escriba todos los días es algo que cura el alma”, declara Ulítskaya.

Autora de quince novelas, cuentos infantiles y obras de teatro, sus textos han sido traducidos a lenguas de más de quince países y ha llegado a 4.500.000 lectores. En España ha sido publicada por las editoriales Anagrama, Lumen, Alba y Automática (en noviembre). Su nombre suena cada año para el Nobel.

En su discurso de agradecimiento la escritora ha hecho un recorrido por los libros que han acompañado su vida. Ha hablado de los libros prohibidos escondidos de sus abuelas y todos los libros a los que fue accediendo a escondidas del régimen soviético. “Mi infancia y juventud correspondieron a una época en la que en mi país se prohibió un acervo importante de literatura. En aquellos años ni siquiera se editaba a Dostoyevski por haber caído bajo sospecha”, explica en su discurso. “La censura rusa siempre ha funcionado bien”, añade.

Se han ido de Rusia muchas personas, la élite cultural, para la vida cultural y la creación, la guerra es un veneno"

La rusa explica que “no me gusta lo que ocurre en Rusia desde que nací, hubo días contados al comienzo de la época de Gorvachov que pensé que ocurría algo positivo”, ha declarado. Su vida bajo la censura fue testigo de cómo las personas iban a la cárcel por leer. Los libros prohibidos había que copiarlos para que proliferaran. Ella replicaba textos cortos poéticos.

Copiar y leer era una forma de resistencia. “A finales de la década de los sesenta cayó en mis manos el libro titulado Éxodo, de Leon Uris. Obviamente era una novela prohibida por considerarse sionista…”, ha relatado en su discurso. “Una obra bastante mediocre que trataba sobre la fundación del Estado de Israel. Me interesó y quise tenerla. Hallamos una mecanógrafa, le prestamos mi máquina de escribir porque no disponía de una propia, y le encomendamos la transcripción de Éxodo. Esperamos mucho tiempo y luego nos enteramos de que tanto la máquina como el libro y sus copias fueron confiscados por el KGB. Con ello terminó la carrera de biología no solo para mí, sino para varios colegas más: el laboratorio fue clausurado”.

Liudmila Ulítskaya en Gran Canaria.
Liudmila Ulítskaya en Gran Canaria.

Instalada en el desencanto por culpa de la guerra de Putin, Ulítskaya exiliada en Berlín ve con tristeza y dolor los acontecimientos de Rusia y Ucrania. “Se han ido de Rusia muchas personas, la élite cultural, para la vida cultural y la creación, la guerra es un veneno”, afirma.

En su relato sobre la evolución de su país, contenido en su discurso recuerda como “el pueblo votó claramente por un personaje formado en las viejas tradiciones del KGB. De ahí crecen las raíces del estalinismo que renace en nuestro país. Es cierto que hoy en día no se detiene a nadie por un libro. A nadie le interesa ya la hazaña de leer. La lectura misma, después de constituir un elemento esencial de la vida, parece haberse transmutado en un placer opcional. Cada vez que veo en el metro a personas leyendo me doy cuenta de que solo uno de cada diez pasajeros sostiene en sus manos un libro tangible de papel, mientras que los demás leen en sus teléfonos o Kindle” cuenta la ganadora del Formentor.