Su familia tuvo que salir corriendo cuando los alemanes invadieron Rusia. Liudmila Ulístkaya (1943) vive ahora en Berlín, huyó de Moscú al invadir Rusia Ucrania. Ahora vive allí exiliada. “Es grotesco”, afirma. Nos recibe en el Hotel Santa Catalina donde ha recibido el Premio Formentor 2022 de las Letras

Creció leyendo los libros prohibidos que guardaban escondidos sus abuelas en la Unión Soviética. Estudió biología, pero su carrera científica se truncó porque la KGB la investigó por copiar libros prohibidos. No tuvo otra opción que hacerse escritora y escribir se ha convertido en una salvación para ella. 

“El ser humano es lo que realmente me interesa, cuando era bióloga lo que me interesaba era el tema de la herencia biológica que lleva el ser humano en su interior. Cuando me he convertido en escritora este tema siguió conmigo. El ser humano es lo que me interesa por encima de todo”, explica. “Para mí, como bióloga, no hay duda de que el ser humano es un animal en sentido biológico. Qué hace al hombre tan distinto del resto de los animales, qué hace esta especie distinta. El hombre se estudia a sí mismo. Es la única especie biológica que investiga y se estudia a sí misma”, añade. 

La guerra de Ucrania le ha cambiado su vida y le ha robado, además de su espacio, su tiempo. “Las noticias sobre la guerra ocupan mucho tiempo de mi vida, desde que me levanto hasta que me acuesto. Hace unos días hablé con una mujer rusa que dijo que desde que empezó la guerra, cinco de sus ex compañeros de clase de la escuela se habían muerto. En este momento he comprendido que la guerra para mí ha dejado de ser abstracta, porque sé los nombres de estos cinco hombres que murieron en la guerra”.

Como intelectual de prestigio rusa no puede escapar de la situación, los periodistas le repetimos preguntas sobre su país y Putin. “La responsabilidad es algo que apetece mucho quitarse de encima, a duras penas nos las arreglamos con la responsabilidad de nuestros propios hechos. Pero en la situación actual, en la situación de una guerra en Europa, me veo obligada a sentirme responsable en parte por este conflicto bélico. No me apetece nada. Pero da igual que lo quiera o no lo quiera, no me puedo quitar este sentimiento de cierta culpa compartida. Estos hechos van a marcar y mucho los próximos años de mi país.  Porque las sombras que el presente proyecta hacia el futuro son muy oscuras, muy largas y muy importantes”.

En la novela Los alegres funerales de Alik, que ahora publica Lumen, el protagonista es un artista moribundo exiliado en Nueva York en verano de 1991. Desde allí contempla como hay un golpe de Estado en su país. Alik, el artista, asegura que Rusia no va a arreglarse nunca. Le preguntamos si la autora piensa como él. “Nada ha cambiado desde entonces”, afirma contundente. “Tengo la tremenda y horrible sospecha de que somos testigos del fin del gran proyecto de Rusia, sería muy feliz si me equivocara”, añade.

El régimen de hoy en Rusia tiene un único objetivo, una única misión: mantenerse.

Liudmila Ulítoskaya

Putin está en sus pensamientos más tiempo del que le gustaría, apenas lo nombra cuando se refiere a él. “El régimen de hoy en Rusia tiene un único objetivo, una única misión: mantenerse. Cuando hablo del régimen de hoy, evidentemente estoy hablando de que todo este régimen se personifica en una persona que quiere y pretende hacer lo posible para mantenerse ahí donde está”.

Su nombre está siempre en la baraja de los premios Nobel, pero no lo desea. Ni siquiera para que su voz contra Putin se escuche más. “No, no quiero ganar Nobel. No, no, no, no, no, no, no y no, estoy más que contenta con mi carrera literaria, más que satisfecha. Lo que más me gustaría es acabar el libro que había empezado. No sé si lo podré acabar, no sé si seré capaz de escribirlo. Es lo que realmente quiero y no ganar un Nobel”.

No, no quiero ganar Nobel. No, no, no, no, no, no, no y no, estoy más que contenta con mi carrera literaria, más que satisfecha.

Liudmila Ulítoskaya

Asevera que ya tiene suficiente atención por parte de medios y responde a todas las preguntas y cree que en lo referente a su responsabilidad ya tiene todos los cupos cubiertos “El premio del Premio Nobel no es responsabilidad, es vanidad, es ajetreo y es pérdida de tiempo. Una gran pérdida de tiempo personal, mucho honor, sí, pero tanto ajetreo. Tengo suficiente, tengo suficiente fama, reconocimiento”.

Además de terminar su próxima novela, la gran preocupación de Ulítskaya está en la duración de su exilio. “Ahora mismo no sé si podré volver a mi casa en Moscú simplemente porque estoy aquí hablando con la prensa y diciendo lo que estoy diciendo”. Ella no se mete en política; "no quiero, lo que pasa es que la política se mete en tu la vida lo quieras o no".