En el negocio de la música, no estaba bien visto ser cantante de bar. Hasta que él se convirtió en una estrella. Tony Bennett, que ha fallecido a la edad de 96 años, elevó a un arte sublime el ser el mejor tipo de cantante de esa categoría. Y lo hizo con su famoso optimismo bienhumorado, elevando la calidad de su sonido orquestado, y con su conocida y apasionada gratitud por las oportunidades fortuitas de la vida. Bueno, eso y porque siempre tuvo un apetito insaciable por tener en su repertorio un enorme saco de buenas canciones y cantarlas con la misma intensidad (y ahí se nota lo del bar) a 10 personas o a 10.000

Las máquinas de coser Singer quisieron patrocinar el primer recital televisivo de un gran “singer” como fue Tony en la televisión de 1966:

Frank Sinatra, que fue el único que realmente podía sentar cátedra sobre los demás cantantes, solía llamar a Bennett "el mejor cantante en el negocio". Este elogio fue hábilmente utilizado por sus mánagers para promocionarlo, y la estrategia funcionó. En realidad, la alabanza de Sinatra continuaba así: "ese chico tiene cuatro pares de agallas". Era un “outsider”, porque no cuadraba nada con el consabido cliché de crooner de Las Vegas, golfo y en esmoquin. Si vestía bien era por elegancia y respeto al público, no para ser un falso ser elegante. Y porque no había otra manera de presentarse en el Show de Ed Sullivan.

Hay quien ha calificado la voz de Bennett como de “barítono ahumado”, lo cual encaja muy bien en los tonos más íntimos. En los fuertes, es innegable un buen chorro de aire pasando por esas cuerdas vocales cuya forma debió ser única, irrepetible. Nadie se parece a él.

En cuanto a la intención en su forma de actuar, hay también quien dice que sus “performances” sonaban casi como agradecimientos. Cantaba con generosidad, como reclamando que en el mundo lo bueno siempre supera a lo malo. Su forma de sonreír consentía siempre a los que tuvieron la suerte de cantar con él con una enorme condescendencia y ganas de disfrutar. De ahí la suerte de sus duetos. Sí, también el más famoso de todos en la era reciente: el que hizo con Lady Gaga.

Clásico y rompedor a la vez. Por eso antes de que llegara el Rock, este señor lideraba la lista de éxitos norteamericana. “Because of you”, de 1951 era la típica balada que sonaría en la vieja radio de algún coche estilo “grease”, viendo la luna en lo alto de la montaña. 

Así comenzó su cita con el éxito, que culminó con 19 premios Grammy, legitimados cada uno de los más de 50 millones de discos vendidos en todo el mundo.

Ojo, tampoco era un ángel. No se pudo escapar de la trampa de la cocaína, esnifando con los más grandes de su sector. Fue de los que superó una sobredosis y pasó por la consecuente bancarrota. Al final, se convirtieron en razones añadidas para ser agradecido y devolver al mundo gran parte de lo recibido, recaudando millones para organizaciones benéficas y buenas causas. Nunca negó sus relaciones con mujeres muy jóvenes y sus vínculos con la mafia, pero seguía siendo el más inocente de todos. Le legitimaba ser capaz de dejar su corazón en San Francisco junto a nada menos que Judy Garland.

Siempre estuvo claro que corría sangre italiana por el artista. Y es que Anthony Dominick Benedetto era hijo de John, un comerciante que llegó a la tierra prometida desde el sur de Italia. Su madre, en la línea de los tiempos, no pasó de ser modista, pero tuvo que hacerse cargo cuando Bennett tenía apenas 10 años, de sustentar ella sola a sus tres hijos. Ahí Tony tuvo claro que debía triunfar para poner fin a las dificultades de su madre. Eso coloca el radar de las oportunidades en alerta y solamente faltó que su tío Dick, un bailarín de tap, le asomase al mundo del espectáculo. Cuando Bennett asistió a la School of Industrial Art (hoy conocida como High School of Art and Design) en Manhattan, ya despuntaba en el canto… y la pintura.

¿Tony Bennett pintor? Orgulloso mostró siempre ante las cámaras su obra pictórica. Otra cosa es que le hicieran caso. Tuvo que ser al final de su vida cuando pudo reclamar atención hacia esa otra faceta que llevaba en su radar de ayudar en casa.

Lo de artista sonaba bien, pero empezó su carrera laboral como botones, para luego convertirse en un camarero, de los que se arrancaban a cantar en un restaurante. Incluso durante la Segunda Guerra Mundial, colaboró cantando con las bandas del ejército. La misma institución que le castigó relegándole a tareas de excavación de tumbas por haber cometido el terrible delito de compartir una noche de Acción de Gracias con un antiguo compañero de escuela, un soldado negro. Esa experiencia le hizo marchar junto a Martin Luther King en Alabama. Y gracias a haber estado en el frente con su “asiento de primera fila en el infierno", se hizo pacifista convencido.

En el mundo de la crítica musical hay una mayoría de eruditos que ven que el año de su redención fue 1957, y el ángel de la guardia, Ralph Sharon, un pianista y arreglista de jazz londinense. Él le sacó del “mainstream” para llevarle hacia algo con mucha más pureza artística: el jazz. Así pudo codearse con grandes del género como Herbie Mann, Art Blakey y Jo Jones, o nada menos que publicar un disco llamado "Basie Swings, Bennett Sings", o "In Person!" en colaboración con la big band de Count Basie. Esta maravillosa combinación tuvo su punto culminante en televisión, y ya en color.

Ese es el Bennett puro. Daba igual lo que pasara, él seguiría sonriendo así en el escenario. Incluso en los 70, su peor época. Fueron los hijos de su primer matrimonio los que le salvaron cuando rozó la muerte por sobredosis. El segundo infierno de su vida después de la guerra duró hasta 1986, con un acertadísimo disco llamado "The Art of Excellence”, con una portada tan absurda como irrepetible, por tener de fondo las torres gemelas.

Sí. “El arte de la elegancia” es un maravilloso título para definir a este cantante de bar que llegó a hacer duetos, entre muchos otros, con Barbra Streisand, Lady Gaga, Paul McCartney, Aretha Franklin, Elton John o Amy Winehouse, que se fue antes que él, hace ya 12 años.

Él siguió entre los vivos para celebrar su nonagésimo cumpleaños en 2016. Fue una gran noticia en la Gran Manzana ver la icónica luz del Empire State Building brillando para él y estrellas como Stevie Wonder, Bob Dylan y Lady Gaga entre otros. El especial de la NBC se llamó "Tony Bennett Celebra 90: Lo Mejor Está Por Venir", en clara referencia a “The best is yet to come”, claro.

https://youtu.be/6jL1c05Qy9w Con él en vida siempre daba esa impresión. Que lo mejor estaba por venir. Tanto es así que trató de contagiarnos a todos de ese tremendo espíritu de superación con un libro llamado “Life is a Gift” (La vida es un regalo). En realidad es un préstamo, que él ha tenido que devolver ahora, dejándonos, eso sí, una buena carga de canciones llenas de elegancia que pueden ayudarnos a llevar mejor cualquier infierno de la vida.