Si Reino Unido tuvo a las Spice Girls, Estados Unidos tenía a las Destiny's Child. El grupo, por el que entre idas y venidas llegaron a pasar hasta seis integrantes durante la década que se mantuvo en activo, fue un referente de las girlbands noventeras y de comienzos de los 2000, cuando el girl power era un mantra y sinónimo de amistad duradera entre mujeres. Una "hermandad", como se referían a sí mismas, que las hizo recibir, entre otros, 2 premios Grammy (de nueve nominaciones), vender 60 millones de discos en todo el mundo y ser consideradas una de las bandas femeninas —y, en concreto, de mujeres negras—, más exitosas de la historia. Pero, en esta confraternidad, hubo siempre una integrante que destacó por encima del resto: la por entonces jovencísima Beyoncé Knowles.
Que su padre fuese el fundador y manager de Destiny's Child quizá tuviese algo que ver con el posterior éxito en solitario de Beyoncé, pero lo cierto es que la banda tuvo cierto renombre casi que desde sus inicios. Empezaron siendo un cuarteto para, al final, reducirse a tres las componentes principales —que no originales— del grupo: la ya mencionada Beyoncé, Kelly Rowland y Michelle Williams. Y, a pesar de anunciar su separación un 11 de junio de 2005, su camaradería es tal que, a día de hoy, la única razón por la que sabemos que no están juntas es por el hecho de no sacar música nueva bajo la etiqueta de hijas del destino. Aunque, más bien, algunas fueron hijas del destierro.
Tres hijas del destino y una niñita de papá
Beyoncé tenía solo nueve años cuando su padre, Mathew Knowles, decidió hacer realidad su sueño de ser una estrella. Arrejuntó a la pequeña con su amiga LaTavia Roberson, con una amiga de esta última (Rowland, que se mantendría hasta el final), y con LeToya Luckett, y las presentó a un concurso nacional. No obtuvieron el primer puesto, pero la plata del segundo generó en Knowles la necesidad imperiosa de dejarlo todo y convertirse en el guía espiritual del grupo.
El cuarteto necesitaba un rebranding. El nombre escogido por Knowles, Girl's Tyme, no tenía gancho, y aquellos que se le ocurrían (Cliché o The Dolls), no terminaban de hacerle tilín. Fue su mujer Tina la que, hojeando su ejemplar de la Biblia, encontró el término Destiny's Child y le pareció una idea acertada que su hija y sus amigas fueran las herederas del destino. Así, con dieciséis años y con un beneplácito casi divino, el grupo firmó en 1997 su primer gran contrato discográfico con Columbia Records.
Lanzaron un tema para la película Men in Black, se colaron, discretas, en alguna que otra alfombra roja y apostaron todo para su primer álbum, que publicaron un año después. Entonces, todo explotó. Destiny's Child fue todo un éxito: vendió un millón de copias en Estados Unidos, tres millones en el resto del mundo y alcanzó el estatus honorario de disco de platino. Un éxito tan sólo fiue superado por el segundo, The Writing's on the Wall, lanzado en julio de 199 y con el que vendieron 15 millones de copias. Entonces, las cosas empezaron a complicarse.
LaTavia y LeToya mostraron su descontento al percatarse de que Knowles no era claro con las cuentas. Tras descubrir que este les pagaba menos que a su hija y a Rowland, exigieron un nuevo agente e igualdad de condiciones. Pero Mathew no estaba dispuesto a ceder y optó por quitárselas de en medio. Literalmente. Cuando la MTV estrenó el videoclip de Say my name, una de las canciones más célebres del grupo, ni LaTavia ni LeToya aparecían en él, sino que habían sido sustituidas por Michelle Williams y Farrah Franklin. Ni siquiera las habían avisado.
¿Qué ha sido de las Destiny's Child?
Batallas legales (y mediáticas) a parte, Say my name sonaba en todas las radios y discotecas de todo el mundo. Farrah no pudo con la presión que conlleva la fama y abandonó el grupo a los seis meses. Las Destiny's Child se convirtieron así en un trío inquebrantable, y éxitos como Survivor o Bootylicious no hacían sino prometer un futuro extenso en el complejo mundo de las girlbands. Fue entonces cuando la ambición entró en escena.
Tenían veinte años y el anhelo de hacer proyectos propios. Fue Rowland la que, hace veinte años, anunció la separación de Destiny's Child en un multitudinario concierto en Barcelona. Sacaron algún disco más, entre remixes y especiales navideños, pero en 2006 cada una gozaba ya de una independencia propia, si bien se reunieron en la Superbowl de Beyoncé de 2013 y en el festival de Coachella en 2018. Y, pese a que la de Houston es la más popular —y la mujer con más Grammy de la historia—, sus amigas han hecho también sus pinitos en el mundo de la música en solitario.
Rowland rompió con Knowles como agente y sacó temas con David Guetta, Lil Wayne o Nelly. Williams, por su parte, se centró en hacer música religiosa, con algún que otro tema en colaboración con sus amigas de Destiny's Child. Al final, resulta que es verdad eso de que estaban unidas por el destino.
Las desterradas, en cambio, no corrieron la misma suerte. LeToya y LaTavia trataron de crear su propio cuarteto en venganza a aquel del que habían sido expulsadas, pero no gozaron del éxito de sus archienemigas. Tras separarse (de nuevo) LeToya abrió una boutique de moda y lanzó algún que otro álbum en solitario, pero poco más. La vida de LaTavia, en cambio, dio un giro de 180 grados para reconvertirse en una respetada representante de boxeadores. Esta última, por lo menos, mantiene una buena relación con Beyoncé, habiéndose dejado ver juntas en varias ocasiones. Por su parte, Farrah Franklin, la efímera y olvidada hija del destino, trató de hacer carrera artística, ya fuera en la música o en el cine. En 2016 fue detenida por conducir bajo los efectos de la marihuana.
Te puede interesar
Lo más visto
Comentarios
Normas ›Para comentar necesitas registrarte a El Independiente. El registro es gratuito y te permitirá comentar en los artículos de El Independiente y recibir por email el boletin diario con las noticias más detacadas.
Regístrate para comentar Ya me he registrado