Encendido de las luces de Navidad en Granada.
El Covid carga contra todo, sin comprobar qué o quién puede caer. En abril, impidió que se celebrasen las tradicionales procesiones de Semana Santa; en verano, España se ha quedado sin sus fiestas patronales y la hostelería ha experimentado pérdidas históricas por la escasa llegada de turistas extranjeros; los eventos culturales, entre ellos los festivales, funciones de teatro y exposiciones, han tenido que adaptarse a esta nueva realidad. Y dentro de tres meses, le toca a la Navidad.
Las postales habituales se quedan este año obsoletas. A las cenas familiares y de empresa, si se pueden celebrar, acudirán menos invitados que en las pasadas fiestas. 2020 es un año sin ilusión, esperanza ni alegría, y sus Navidades seguirán la tónica de estos meses. Sólo queda desear un próspero año nuevo y pedir que la vacuna llegue lo antes posible.
Como ya se ha comprobado, el Covid-19 actualmente no tiene límites, y, si la situación epidemiológica continúa empeorando, no se podrán repetir las imágenes que hemos visto estos últimos años, desde la Nochevieja universitaria de Salamanca hasta las cabalgatas de Reyes Magos.