Dormir tras las comidas ha dejado de ser una costumbre habitual de la mayor parte de los españoles, pero todavía es una de las prácticas más recomendadas por los especialistas en salud. Aunque sea solo un 16,2% la población que la mantenga, la siesta tiene beneficios demostrables científicamente que afectan de forma inmediata sobre el bienestar físico y emocional. Con el ritmo de vida de una sociedad estresada, hiperconectada e incapaz de ofrecer horas para el sueño, recuperar el hábito de la siesta puede ser una excelente herramienta de autocuidado.
Beneficios físicos de la siesta para el cuerpo
Es bueno para el corazón
Un breve descanso a mitad de jornada da un respiro al estrés acumulado y, a su vez, al corazón. Se ha demostrado en varios estudios que aquellos que se echaban la siesta de forma habitual presentan una menor probabilidad de sufrir enfermedades coronarias. Esto es así porque el sueño tiene efectos equilibrantes de las hormonas, el sueño también hace reducir la presión arterial, y así se lograría un entorno fisiológico más equilibrado y saludable.
Favorece la regeneración muscular
En la siesta se produce un aumento de la hormona del crecimiento, lo cual podría contribuir a la reparación celular y muscular. Esto tiene una doble función: además de reforzar el sistema inmunológico, también debe ayudar a controlar el peso corporal, ayuda a aumentar la resistencia física, y también a evitar trastornos metabólicos de los que el estrés crónico podría ser responsable.
Los efectos de la siesta sobre el cerebro
Concentración y memoria
A pesar de que una siesta corta -hasta de seis minutos- es suficiente para tener efectos interesantes sobre la capacidad de concentración. Cuando el cuerpo se encuentra en reposo, el cerebro vuelve a organizar toda la información de la que se ha apropiado durante el día y deja un espacio libre para los nuevos aprendizajes. Esta toma de consciencia de la información reforzada durante el período de descanso favorece la productividad y la eficiencia mental a lo largo de la jornada.
Estimula la creatividad y la resolución de problemas
Alcanzadas las fases profundas del sueño, tales como la REM, el cerebro comienza a establecer nuevas conexiones entre ideas. Esto favorece el pensamiento abstracto y la solución de problemas complejos. Al despertar tras de la siesta, se muestra que la agilidad del pensamiento se ve favorecida, los resultados en tareas intelectuales o creativas también lo son.
Salud emocional por la siesta
Eleva el estado de ánimo y la motivación
Una vez más la siesta después de comer tiene una gran influencia sobre la producción de serotonina, un neurotransmisor importante y determinante del bienestar emocional. Lo que también favorece el aumento de los niveles de serotonina, ayudando a la reducción del agotamiento mental, a mejorar el humor y a la motivación para afrontar el resto del día con más energía.
Ansiedad y estabilidad emocional
Cuando se echa la siesta se reduce la presencia de cortisol, la hormona del estrés. Por lo tanto, se calma el sistema nervioso y se genera un estado de relajación. Las personas que realizan un descanso tras la hora del almuerzo, muestra mayores niveles de tolerancia emocional y baja la reactividad frente a estímulos negativos.
Incorporar la siesta a la rutina diaria no solo ayude a recuperar parte del sueño perdido del ritmo de vida moderno, sino que también constituye un reseteo físico, mental y emocional. A pesar de que no debe sustituir al descanso nocturno, su práctica moderada y bien planificada pueden marcar una significativa diferencia en la calidad de vida. Por lo tanto, en resumidas cuentas, echarse la siesta ya no es una costumbre cultural, sino que se ha convertido en una herramienta adecuada y avalada por la ciencia para mejorar la salud integral.
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