El final de los días de vacaciones siempre representa un reto, ya que después de jornadas de descanso, diversión y desconexión, volver a la vida laboral y a las tareas de la vida diaria puede conllevar un cansancio, una apatía o incluso ese estado conocido como síndrome postvacacional. Sin embargo, hay determinados hábitos que propician una mejor adaptación en la vuelta a la rutina, brindando además mayores dosis de energía y motivación. La clave está en progresar de manera gradual en las rutinas que hagan posible el reencuentro progresivo con la cotidianidad, para evitar así que el contraste entre el descanso y las responsabilidad se convierta en una carga emocional.

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Rutinas para retomar el ritmo diario

Para recuperar la energía y adaptarse al día a día después de las vacaciones, resulta muy importante dormir bien, ya que al despertarse un poco antes y levantarse también un poco antes cada día, el cuerpo se va sincronizando mejor con los horarios habituales, evitando el ajuste brusco con la llegada del despertador. El descanso reparador tiene una influencia directa en el estado de ánimo y en las capacidades de atención y concentración.

Reestructura el  tiempo de trabajo y ocio

Los tiempos de trabajo y de descanso deben concretarse con anticipación para lograr un menor sentimiento de la saturación. Dividir las tareas en bloques más realistas ayuda de modo que el regreso al trabajo no se acabe viviendo como una pesadilla. La incorporación de pequeños espacios para el ocio dentro de la semana ayuda a crear una existencia con una mayor motivación y evita las transiciones bruscas entre el trabajo y el ocio.

Rutinas saludables que favorecen el bienestar

Una alimentación equilibrada

Después de los excesos provocados por las vacaciones, seguir una dieta controlada nos ayudará a recuperar energía y vitalidad. Incluir fruta, verdura, proteína magra y suficiente hidratación supone, a la hora de iniciar la jornada, la diferencia. La alimentación adecuada sirve además, para mejorar la calidad del sueño y conservar el equilibrio físico y mental.

Ejercicio de forma habitual

La práctica de la actividad física no solo va ligada con la mejora de la condición física, sino que, además, es fundamental para liberar las tensiones y activar las endorfinas. Practicar algún deporte por lo menos tres veces por semana, ya sea caminar, correr, nadar o hacer actividades dirigidas, nos deja una sensación de bienestar general. El ejercicio, por otra parte, facilita el mantenimiento y favorece el desarrollo de la disciplina y la adquisición de rutinas, que son muy positivas para facilitar la adaptación después de las vacaciones.

Rutinas para recuperar la energía

Realizar pequeñas pausas durante la jornada laboral favorece la posibilidad de llevar a cabo el trabajo con más frescura y a su vez, disminuir el cansancio del trabajo; haz algunas pequeñas pausas como estira las piernas, camina un poco o simplemente desconéctate de la pantalla, y luego retómala sin perder el ritmo del trabajo; estas microdescargas favorecen la concentración y disminuyen los efectos del cansancio acumulado.

Aprovechar el fin de semana

Planear escapadas cortas, salidas culturales, encuentros con amigos mantiene el vínculo con la sensación de placer que nos aportan las vacaciones. Tener planes de cara a la semana ayuda a evitar la sensación de rutina monótona y favorece tener ganas de afrontar la semana con más ánimo.

El regreso a la rutina no debería ser un obstáculo y lo importante es adoptar hábitos saludables, mantener horarios estables e incorporar tiempo para el ocio hace que aquel cambio se convierta en un momento de reorganización de prioridades; las rutinas adecuadas no solo permiten retomar el equilibrio emocional sino que también permiten que la energía recabada durante el descanso se mantenga con el tiempo favoreciendo que el inicio de una etapa sea más productivo y positivo.

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