En un mundo en el que todo compite por captar nuestra atención, mantener la capacidad de concentración y memoria parece casi un superpoder; sin embargo hay un sencillo método que puede ayudarnos para recuperar el dominio de la mente: una técnica de 10 minutos que entrena la concentración, fortalece la memoria y mejora la productividad diaria. Su regla es simple: hay que aprender a surfear el impulso de distracción y a liberar espacio mental para posteriormente recuperar el control, el foco sobre algo, que es la clave del éxito de cualquier proyecto que emprendamos.

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Cómo mejorar la concentración en el día a día

La mayor parte de las distracciones surgen del interior: cansancio, nervios, estrés o simple incomodidad. Reconocer el preciso momento en el que surge el impulso de ver el móvil o de abandonar una tarea es lo primero para poder entrenar la concentración. Almacenar esas emociones da pie para reconocer patrones y debilitarlos con el tiempo, favoreciendo así un desarrollo del autocontrol y la capacidad de atención.

Poner en práctica la técnica de los diez minutos

Una vez que se es consciente de la distracción la clave consiste en esperar diez minutos antes de reaccionar; este breve tiempo permite la destrucción del deseo y que deje de reinar en la mente. Durante ese tiempo es recomendable focalizarse en la respiración o enfocar la emoción como una hoja que flota en el agua, o realizar una pequeña tarea mecánica. Esta técnica va desarrollando la atención sostenida, va haciendo disminuir la ansiedad y va promoviendo el rendimiento cognitivo.

Estrategias para la concentración

Planificarse no es llenar la agenda, es decidir conscientemente el qué y el cuándo. La técnica de "las cajas de tiempo" establece bloques de principio y final de cada actividad, de forma que así las distracciones no se cuelen. De esta forma, el tiempo de trabajo, de ocio y de descanso se organizan a partes iguales y bajan los niveles de estrés, al mismo tiempo que la memoria de lo aprendido es de por sí más duradera.

Descanso y ocio

El equilibrio es lo más importante para mantener clara la mente, y programar en el calendario actividades de placer o momentos de desconexión mejora la motivación, reduce el estado de ánimo y evita la saturación mental. Irse a tomar un café con amigos, dar paseos sin el móvil no es perder el tiempo, sino una inversión en el bienestar cognitivo que perfectamente te permitirá concentrarte en los momentos de máxima exigencia.

Desactivar distracciones externas para la concentración

Las notificaciones, los sonidos y las alertas entorpecen el flujo del trabajo y agotan la memoria de corto plazo, y la mejor estrategia es desactivar las notificaciones innecesarias, programar unos tiempos para responder a los mensajes y ordenar el espacio de trabajo; a medida que haya menos estímulos a nuestro alrededor, más fácil será mantener el foco atendiendo a la información ayudar a la consolidación de los nuevos recuerdos.

Comprometerse con el propósito

El compromiso es un escudo frente a las distracciones. Compartir el propósito de trabajar sin interrupciones para canalizar el flujo de trabajo, o apoyarse en alguien que tenga propósitos parecidos o lo mismo -sea un compañero del trabajo, amigo o familia- aumenta la disciplina. O simplemente hacer un pequeño esfuerzo como dejar el móvil en otra habitación, es decir, dificultar las interrupciones. puede tener su buena respuesta; todo ello facilita mantener la concentración. Con el tiempo los hábitos van conformando una rutina mental productiva que favorece el aprendizaje y aumenta en sí la memoria de largo plazo.

Aplicar estos hábitos ayuda a cambiar el funcionamiento de la mente para resistir a los impulsos a la vez que mejora la memoria; con solo diez minutos al día se puede formar un espacio mental más ensamblado y más ordenado que ayuda a aprender y recordar de manera más clara y eficaz.

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