Cada período vital solicita un equilibrio dietético diferente. La alimentación afecta directamente la salud hormonal, el estado anímico, la energía y la composición corporal. Con el paso de los años, el cuerpo va sufriendo alteraciones que debemos tener presentes. Modificar la dieta según la edad no solo mejora el estado físico, sino que previene alteraciones metabólicas y también ayuda a envejecer bien.
Alimentación y hormonas
Nutrición a los 20
Con 20 años, el cuerpo de la mujer alcanza su máxima capacidad. Es el momento ideal de estructurar bien unas rutinas de alimentación que acompañen las variaciones hormonales y el ritmo de vida acelerado. Las comidas equilibradas, donde se incluye buena cantidad de frutas y verduras, legumbres, grasas saludables, etc., seguirán apoyando el equilibrio hormonal y la salud ovárica. Dormir bien, evitar los ultraprocesados y también respetar los horarios, son claves para para mantener una buena regulación del ciclo menstruar y un metabolismo equilibrado.
Estabilidad y energía a los 30 años
A partir de los 30 años, el cuerpo presenta sus primeros signos de cambio. Para mantener un equilibrio de la producción hormonal, es importante que la alimentación orientada a combatir la inflamación, se haya mantenido un mínimo de tiempo, sobre todo si se prevé un futuro embarazo o la necesidad de mayor gasto energético. El consumo constante de proteínas de calidad, hierro, antioxidantes y omega-3 fortalecen la fertilidad y el bienestar emocional.
La alimentación a partir de los 40
A partir de los 40 años, cambian las necesidades nutricionales. La disminución de los estrógenos trastoca la dificultosa acumulación de grasa en la tripa y la pérdida de la masa muscular. En este sentido, es bueno aumentar el consumo de proteínas magras, de legumbres y de huevos, además de incluir las grasas saludables, como el aceite de oliva o el pescado azul. Dicho esto, minerales como el magnesio, el zinc y el calcio son imprescindibles para mantener la masa ósea y para regular el sistema nervioso.
Ejercicio y alimentación para conservar la masa muscular
La práctica de entrenamiento de fuerza y seguir una alimentación adecuada con suficiente cantidad de nutrientes, es una estrategia para frenar la sarcopenia, fenómeno natural que consiste en el proceso de pérdida de masa muscular. Mantener una buena rutina activa y una correcta hidratación colabora en mejorar el metabolismo y a prevenir el aumento de la grasa corporal. La constancia y la moderación son el pilar para poder mantener el equilibrio hormonal y la composición corporal en unos niveles óptimos en esta etapa de la vida.
Alimentación en la menopausia
Las oscilaciones hormonales, que pueden producirse durante la menopausia, pueden dar lugar a un sueño alterado, un estado de ánimo negativo y trastornos en el metabolismo. Por una parte, una dieta equilibrada y rica en calcio, vitamina D y fibra puede ayudar a tener huesos más fuertes, mejores digestiones, y por otra parte, incorporar alimentos que contengan fitoestrógenos, como las legumbres o la soja, pueden ayudar a suavizar algunos de los síntomas mencionados; finalmente reducir el consumo de azúcar, de alcohol y de café también contribuye al bienestar en general.
Vivir la madurez con equilibrio
Más allá de las transformaciones físicas, de los aspectos que pueden corregirse, se puede reconectar con el cuerpo desde una perspectiva más responsable y más eficiente. Comer con sentido común, centrarse en los alimentos frescos, hacer uso de hábitos de vida activos, relajantes son formas muy eficaces de conservar una energía no sólo vital, sino también del momento. La alimentación es un aliado fundamental para poder vivir intensamente cada una de las etapas de la vida.
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